El gran Gatsby

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Hay directores que parecen predestinados a filmar determinadas películas, o al reves, proyectos o adaptaciones destinados a ser llevados a la pantalla grande por determinados directores. A Tim Burton le sucedió con Alicia en el País de la Maravillas y El Planeta de los Simios; lo mismo podríamos decir de Peter Jackson y King Kong, Steven Spielberg y Tintin, Brian Synger y Superman, sólo para nombrar casos resonantes; los resultados pueden variar y estar o no a la altura de las expectativas. Lo mismo sucede con Baz Luhrmann y la novela de F. Scott Fitzgerald, “El Gran Gatsby”, que, aclaremos va por su quinta adaptación a la pantalla (contando un telefilm).
El esplendor de los años ’20, el lujo decadente, y toda la parafernalia parecieran ideales para el director de Romeo + Julieta y Moulin Rouge, de los directores actuales quizás sea el más adecuado para retratarlo, el asunto es que la obra de Fitzgerald indaga un poco más allá de la superficie visual, ahí estaba el desafío para Luhrmann, quien también oficia como co-guionista.
A grandes rasgos, esta nueva adptación sigue los lineamientos generales de la novela; el protagonista es Nick Carraway (Tobey Maguire) un joven veterano de la Primera Guerra Mundial, empleado en Wall Street a quien en un comienzo vemos narrando a su doctor (primero oralmente y luego por escrito) la historia que lo llevó a su trauma actual.
Carraway es vecino de un hombre misterioso, al que pocos conocen, se tejen miles de versiones sobre su persona, y que organiza descomunales fiestas de la abundancia en donde “lo mejor” de la sociedad se hace presente, Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio). Carraway se siente inmediatamente atraído por el mundo lujurioso de Gatsby y es así como metiéndose cada vez más logra conocerlo. Lo que Carraway no sabe en un principio, es que Gatsby es un antiguo amor de su prima Daisy Buchanan (Carey Mulligan) ahora casada con el infiel Tom (Joel Edgerton).
Nick se inmiscuirá cada vez más en el mundo y la intimidad de Gatsby y de esta experiencia saldrá deslumbrado pero también cada vez más horrorizado por las consecuencias; por supuesto, el excéntrico personaje lo utilizará para llegar a Daisy y volver a conquistarla. Como era de esperarse, Luhrmann pone el foco y logra sus mejores momentos al retratar la vida ostentosa del millonario, y lo hace, como es su costumbre, a traves de un anacronismo entre pasado y presente, el charleston se mezcla con el rap, y el brillo y la arquitectura de los años ’20 se plasma conjuntamente con una edición rápido y vertiginosa casi videoclipera.
Pero en un momento, el guión vira hacia otro lado, cuando la historia entre Daisy y Gatsby tome la pantalla; como si hubiese dos películas en una, la cuestión se convierte en melodramática, gana en protagonismo DiCaprio, y la película se hace más convencional. Fitzgerald publicó su novela en 1925 y sin embargo pareciera visionaria de la decadencia que estaba por venir, ese síntoma se siente en el personaje de Nick, que de a poco empieza a mirar todo con otros ojos y se da cuenta de las reales intenciones de la clase social que antes admiraba.
Luhrmann (para ser justos, al igual que los directores de las otras adptaciones) parece dejar esa cuestión en un segundo plano, importa más, en este caso, el despliegue escénico y luego, como en todas, la trágica historia de amor; pero si hurgan un poco algo de la crítica social aún está latente en el film, sobre todo llegando al final. Podríamos decir que las expectativas están cumplidas, su director cumple con lo que todos esperábamos, “El Gran Gatsby” es presentada en un envase majestuoso (en lo cual el 3D ayuda mucho), el cast actoral también parece nacido para interpretar esos papeles; y quienes busquen un poco más de contenido, de peso social y realista deberían saber que esto es lo que se vende, un gran film de Hollywood, no más ni menos que eso.