El eslabón podrido

Crítica de Jorge Grez - El rincón del cinéfilo

Al referirse a cómo surgió la idea de realizar “El eslabón podrido” Javier Diment (guionista, productor, actor y director) dijo: “un amigo que acababa de regresar de visitar Córdoba me hablo de un pequeño pueblo del interior de la provincia que sería ideal para una película de terror. Como el cine de género me llama la atención, la historia para la película comenzó a girar, pero varias veces fue dejado de lado por realizar otras producciones, en el 2010 el documental “Parapolicial negro” y en el 2012 el de ficción “La memoria del muerto”, hasta que finalmente se concretó el guión. La idea era filmar en el pueblo que la inspiro, pero el presupuesto se elevaba mucho, por lo que buscamos locaciones en la provincia de Buenos Aires, y las encontramos”
A partir de allí se iría perfilando lo que finalmente iba a constituir la sinopsis del proyecto.
En un pueblo, El Escondido, con no más de veinte vecinos, un prostíbulo, una iglesia, y algunas casas de campo, rodeados de árboles frondosos, caminos de tierra, con bueno senderos, y sonidos naturales, diríamos un lugar detenido en el tiempo y casi olvidado, viven Ercila (Marilú Marini), mujer de avanzada edad, medio bruja, que siente próxima su muerte. Comparte sus días con su hijo mayor, Raulo (Luis Ziembroski), hachero y vendedor de madera, de lento pensar; y su hermana menor Roberta (Paula Brasca), la prostituta del pueblo deseada por todos. Ellos se cuidan y se quieren, pero ante la sensación que tiene Ercilia de la proximidad de su muerte, le insiste a Roberta con una amenaza: si llega a tener relaciones sexuales con todos los hombres del pueblo, el pueblo la desechará, la descartará, y ella morirá. Sólo queda un hombre en el pueblo con quien no tuvo relaciones, Sicilio, el marido de la otra prostituta, el que está enamoradísimo de ella. Si su esposa se entera de que estuvo con ella no dudaría en asesinarlo.
La realización en su inicio es lenta, descriptiva del lugar con bellas imágenes de la naturaleza para, a medida que avanza el día, ir conociendo la doble cara del pueblo, con amores no correspondidos, pasiones desbocadas, incluida la violencia sexual, que el director no escatima en mostrar, y Paula Brasca en ponerle voltaje, revelando el verdadero espíritu del pueblo.
Los personajes que animan las acciones están bien logrados, sobresaliendo el trabajo de: Marilú Marini, excelente en la caracterización de Ercila, a la par de ella Luis Ziembroski, al que ya habría que considerar como el actor fetiche de Diment, pues ha colaborado en sus tres films, quien con la caracterización de Raulo en Hollywood podría aspirar a algunas nominaciones, sin descontar la posibilidad de lograr premiaciones,
La fotografía es buena, logrando bellas imágenes durante el día, y con la llegada de la noche van respondiendo a lo bizarro y morboso de la narración.
En suma, una película de género que dibuja en un microcosmo el costado oscuro y sombrío que podemos tener los seres humano.