El eslabón podrido

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Un cuento sangriento, ambientado en un pueblo que conocerá la venganza, es el que enciende el nuevo film del director Javier Valentín Diment. Trabajan Luis Ziembrowski y Marilú Marini, en los roles centrales.

El director Valentín Javier Diment es el responsable de este film -antes estrenó La memoria del muerto y Parapolicial negro, apuntes para una prehistoria de la triple A- que ambienta la acción en el pueblo El Escondido.

En la tranquilidad del lugar aparecen Raúl -Luis Ziembrowski-, un leñador; Ercilia -Marilú Marini-, su madre curandera y Roberta -Paula Brasca-, la hermana prostituta. La anciana no duda en advertir a su hija que si se acuesta con todos los hombres del pueblo, ella morirá.

En ese sentido, El eslabón podrido funciona como un engranaje para desatar la venganza, una pieza que se pone en funcionamiento en el momento menos esperado y a lo largo de un relato que fusiona el suspenso y el terror desmedido, muy del estilo "slasher" de los años ochenta o más propio del cine de Darío Argento, con truculencias varias sobre el final para espantar al espectador.

Con una descripción costumbrista y parsimoniosa, y como si se tratase de dos películas en una por el contraste de los climas plasmados, el film encamina a los personajes hacia una amenaza que incluye baño de sangre, intriga y tensión sexual cuando la tranquilidad del pueblo se resquebraja.

Raúl conoce a todos como la palma de su mano e iniciará un camino sin retorno -por momentos recuerda a la serie Signos- mientras se alza el hacha y juega con el terror en los minutos finales. Una propuesta atípica que mezcla géneros y sale airosa en su desenlace.