El dictador

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

El político incorrecto

Sacha Baron Cohen vuelve al ruedo con su humor polémico, y por momentos escatológico, para interpretar al Almirante General Aladeen, tirano gobernante del pueblo norafricano de Wadiya, y acérrimo defensor del régimen que gobierna desde la infancia.
Quienes hayan visto "Borat", una de sus películas anteriores, también dirigida por Larry Charles, encontrarán que los tópicos sobre los que trabaja el humor son los mismos, aunque con una tónica más liviana. Las mujeres, los judíos, la gente de color (cualquiera, incluso menciona a los seres azules de "Avatar"), la pedofilía, la tortura, las armas nucleares, casi no hay tema que no sea objeto de broma.
En esta ocasión, Aladeen debe viajar a los Estados Unidos para presentarse frente a la ONU, y calmar las (acertadas) sospechas acerca de la actividad nuclear de su país. Lo que no sabe es que ese viaje será aprovechado por su tío (un deslucido Ben Kingsley) para reemplazarlo por un doble, y así firmar el acuerdo por la democracia. La trama es muy simple, de hecho la película no es muy larga, y se basa más en los gags y chistes que en el argumento en sí.
Con una producción mucho más cuidada, y en un tono que indica la búsqueda de audiencias más amplias que sus otros films, en "El Dictador" Baron Cohen incluye el aspecto romántico. Este personaje parecido en estilo a Saddam Hussein, que no duda en hacer ejecutar a cualquiera que disienta con él, también se muestra como un pobre hombre en el fondo, carente de afectos, y cuya única caricia recibida es paga.
Sin embargo no pueden dejarse de lado los cuestionamientos que atraviesan la película. Dentro del amplio espectro de críticas, una bien clara es la denuncia sobre este tipo de regímenes, pero también la contracara, que muestra la intromisión de la política internacional en países gobernados por dictaduras, siempre que haya intereses mediante. Wadiya es rica en petróleo, y en realidad tras el acuerdo democrático hay otras intenciones. Así, se plantea un camino casi sin salida: tanto la dictadura de Aladeen como la "democracia" propuesta implican el sometimiento del pueblo de ese país.
Por otro lado critica los aspectos dictatoriales de algunas de las mayores democracias actuales, señala fuertemente el prejuicio hacia los árabes (o cualquiera que parezca serlo) que quedó en Estados Unidos como resabio de los atentados de 2001, y hasta se atreve a sugerir que, en ocasiones, la mano dura puede ser más eficiente que la libertad. Sobre todo para dirigir ciertos proyectos. Polémico, se sabía.
En lo que acierta el film es en hacer esta crítica un poco menos ofensiva que films anteriores. De todos modos, a los espíritus más sensibles puede afectarlos un poco. La incorrección política es la marca de este hombre, que si algo sabe, es hacer reír agitando bastante las aguas.