El depredador

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

Un depredador entre nosotros

En 1987, Depredadorlogró posicionarse como una rara avis dentro de lo que hoy se reconoce como cine ochentoso. Una mezcla de acción y terror, dándole un giro al cine bélico, con ÉL héroe de acción del momento, producción de cine mainstream, historia propia de estilo clase B, y altas dosis de sangre.

El resultado fue un ícono inmediato, instalando a su director, reafirmando a su protagonista, y creando un personaje para la posteridad.

Pasaron más de treinta años en los que se intentó replicar el éxito y expandir el universo de aquella propuesta. Sin hablar de comics, videojuegos, y afines, contamos dos secuelas y dos spin-off crossover. Cada uno aplicando un nuevo estilo a la franquicia.

Ahora es el turno de Shane Black en la silla de director y Fred Dekker como guionista, una dupla que asegura algo: el espíritu de la década original.

El depredador es una coctelera. Mezcla la sangre de la primera, con la ciudad de la segunda, pero en un espacio abierto. Le agrega un elemento que hasta ahora se encontraba ausente: un desborde de humor autoconsciente. En definitiva, es todo lo que Alien Vs Deprepador: Requiem no pudo ser… y eso que esos spin-off son dejados fuera del canon.

¿Cuál es el gancho? Ver al depredador en medio de gente común.

Ya están aquí

La primera secuencia nos presenta la primera marca de su guionista. Al mejor estilo El terror llama a su puerta una nave tripulada por un Depredador colisiona con un satélite y se estrella en nuestro planeta siendo confundida por un meteorito.

Un grupo de soldados de élite dan con la nave, y el extraterrestre, como es su costumbre, los liquida. Sobreviviendo solo uno, Quinn (Boyd Holbrook), quien debe tomar una drástica decisión para salvar a la humanidad. Antes de ser apresado por sus superiores que lo responsabilizan por sus acciones, Quinn se traga un mini artefacto y logra enviar a su esposa el casco que traía el extraterrestre.

En la ciudad conocemos a Rory (Jacob Tremblay en otro de sus personajes de niño con problemas), autista, introvertido, hijo de Quinn. Como es Halloween hay que ponerse un disfraz… ¿Y adivinen qué encuentra?

Cuando la máscara emita una señal de rescate, vendrán más depredadores hacia nuestro planeta ¿Y el que colisionó realmente está muerto?

El depredador presenta a un grupo de personas integrado por soldados con problemas de conducta (Quinn es enviado a una suerte de reformatorio de soldados en donde será juzgado), agentes del gobierno, científicos (con Olivia Munn a la cabeza como una bióloga), y por supuesto, Rory.

Los depredadores quieren recuperar lo que es suyo, de paso nos toman como entrenamiento y se cazan entre ellos. En el medio, queda toda la diversión.

Como dijimos, es imposible verla y no recordar a Night of the Creeps.

La pandilla salvaje

El gran acierto de Dekker desde el guion es crear personajes variados, que nos preocupan por lo que les sucede y nos divierten con su características. Son peones, pero interesantes.

En sus 107 minutos se toma su tiempo para entrar en acción, se detiene, explica, desarrolla, crea clima, y luego arremete con una escena de acción tremenda. Y sigue. No es una secuencia sin fin de cacería, se aleja del estilo actual de asimilar los tanques de acción a un videojuego. Sin necesidad de tirar ganchos vintage, su estilo recuerda al de los films en el que la franquicia fue creada. Hasta introduce a un extraterrestre para que nos encariñemos (E.T. alert).

Shane Black se encarga de darle dinamismo, de hacer que la historia fluya, y nos desparrama un gore muy bienvenido. Las escenas de acción no se cuentan en modo cíclico, pero cada vez que llegan dan ganas de aplaudir a la pantalla.

No es casualidad que Black se haya iniciado con los guiones de Arma Mortal, ni que Dekker haya actuado en la película original y haya dirigido varios clásicos de esa década. Es más, ambos unieron fuerzas en The Monster Squad, película de la que El depredador en cierta forma es deudora.

Holdbrook y Munn tienen química y carisma. Trevante Rodhes compone a un villano que se deja odiar. Los seguidores de Tremblay podrán enternecerse otra vez con su hablar timorato (ojo que ese chico está creciendo y estamos expectantes a sus últimos cartuchos explotando esta veta). El plato fuerte son los secundarios, con un grupo de soldados desquiciados comic relief muy logrados, en especial un Thomas Jane divertidísimo.

La franquicia necesitaba una renovación, y El depredador trae el aire fresco para que todavía creamos que Hollywood es capaz de hacer una película que reemplaza el barullo por el entretenimiento desquiciado y violento. Así, vale la pena decir ¡Que vuelvan los ’80!