El cuervo

Crítica de Juan Carlos Di Lullo - La Gaceta

Detective a la fuerza

Un policía que investiga un espantoso asesinato encuentra similitudes entre el crimen y un cuento del escritor Edgar Allan Poe. Cuando se presenta un segundo asesinato, convoca al poeta para que lo ayude; el asesino planteará desde entonces un juego siniestro y macabro.

Hay en este filme un conjunto de elementos que, en principio, podían haber generado una excelente propuesta: sobre la base de la atormentada existencia de Edgar Allan Poe, uno de los más grandes poetas norteamericanos del siglo XIX, el guión plantea un thriller sobre la sucesión de asesinatos perpetrados a imagen y semejanza de algunos de los cuentos del escritor con la idea de trazar un siniestro camino para rescatar a una joven (la amada del poeta) secuestrada por el lunático asesino. La película, muy bien ambientada en la ciudad de Baltimore del siglo XIX e inteligentemente presentada con una imagen y una iluminación que subrayan los aspectos lúgubres de la trama, se vuelca decididamente hacia un tratamiento que privilegia la truculencia sobre el suspenso y la intriga de la trama. Es por eso que el director prefiere mostrar los cadáveres mutilados y ensangrentados antes que las deducciones y el hallazgo de los paralelos entre las atrocidades perpetradas por el asesino serial y los cuentos publicados por el poeta.

Uno de los problemas fundamentales del filme está en la pobre administración de la tensión dramática del relato, que presenta muchos puntos flojos. Y otro (quizá el más influyente) reside en la escasa convicción que los protagonistas ponen en sus respectivas composiciones. John Cusack, un excelente actor, luce entre despistado y desbordado en la piel del torturado escritor, y Luke Evans (el inspector), resuelve con gritos lo que no puede aportar en intensidad dramática. El guión desperdicia, además, la interesante veta que ofrecía el dilema del escritor, que debe enfrentar la paradoja de haber recuperado el fuego de su talento precisamente gracias al calvario que le toca vivir. Tampoco hay (y esto quizá hubiera atraído a los enamorados de los textos de Poe) una referencia profunda a los cuentos sobre los que se basa el asesino; simplemente se muestra al policía o al propio autor reconociendo coincidencias y similitudes entre los cuentos y los espantosos escenarios que les va dejando el criminal.

La película muestra un comienzo interesante, con el planteo de la trama expuesto de manera amena y atractiva. Pero luego cae en un bache dramático que ocupa buena parte del metraje, hasta que vuelve a mostrarse interesante sobre el desenlace. Resulta poco, porque el material con que contaban el director y los guionistas (y, desde luego, los actores) permitía esperar un producto más atractivo.