El cuervo

Crítica de Diego Lerer - Clarín

Autor y detective

John Cusack encarna al escritor que investiga a un asesino serial.

Edgar Allan Poe es víctima de sus propias trampas literarias en El cuervo , un filme de suspenso de James McTeigue que intenta jugar con la mezcla entre la obra y su creador. Es que no se trata de una adaptación del poema homónimo de Poe, sino una ficción que introduce al autor en el texto a través de un asesino serial que comete sus crímenes siguiendo las tramas de sus cuentos detectivescos y de horror.

Cuando la policía de Baltimore descubre un horrendo crimen que se parece mucho a uno descripto por Poe en Los crímenes de la calle Morgue , es el propio autor el que es convocado. Primero, como sospechoso; y después, cuando se aclara que no tuvo nada que ver (ante la aparición de un nuevo asesinato), se suma como un detective más a la caza del que resultará ser un asesino en serie.

Claro que la situación se complica más porque Poe (encarnado por John Cusack) está ya viejo, pobre y algo olvidado, y a la vez está enamorado de una mujer mucho más joven que él (Alice Eve), cuyo padre (Brendan Gleeson) lo rechaza. Para Poe, la posibilidad de descubrir el asesino implicará, también, poner en riesgo esa relación, ya que el criminal tiene muy en claro tanto su obra como su vida, y sabrá qué cuerdas tocar para hacerlo reaccionar.

Este ingenioso juego implicará revisitar situaciones de El pozo y el péndulo, El misterio del amontillado y otras historias de Poe, pero la película nunca logra del todo darle vida a ese esquema, por lo que el asunto queda como una muy elegante y un poco truculenta clase educativa sobre el autor (mucho mejor que la fantochada pop de Sherlock Holmes , con la que tiene algunos puntos en común), pero sin nunca lograr respirar del todo como una película.

Poco hay reprochable, en sí, en la película: bien actuada, ingeniosa, elegantemente gótica, visualmente refinada. Todos valores, si se quiere, algo secundarios cuando la narración no cobra del todo vuelo propio. Tal vez –curioso resulta decirlo-, la película podía haberse beneficiado un poco de la locura y la intensidad de alguien como Nicolas Cage en el rol principal. Cusack, que por momentos parece querer imitarlo, termina ofreciendo algo así como una versión descafeinada de lo que Cage usualmente transforma en frenesí enloquecido. La película podría no haber sido tan correcta ni prolija con el bizarro Nicolas en el papel de Poe, pero seguramente hubiera sido bastante más divertida.