El cuento de las comadrejas

Crítica de Nicolás Ezequiel Barak - Cuatro Bastardos

El cuento de las comadrejas: Campanella y el séptimo arte.
Juan José Campanella vuelve al cine después de haber filmado la película animada «Metegol» y haber ganado un Oscar con «El secreto de sus ojos«. Como si eso fuera poco, en su elenco lo acompañan altas figuras como Luis Brandoni, y Graciela Borges. ¿Es esta obra un regreso triunfal en la filmografía de Campanella?
«El cuento de las comadrejas» es un remake bastante libre de «Los muchachos de antes no usaban arsénico«, película argentina de 1976. Pese a mantener una trama similar y algunos personajes parecidos, definitivamente es una obra personal del director, dónde toma influencias de películas como «The Bad and The Beautiful«, a la vez que toma ese ácido humor inglés característico de obras como Monty Phyton. La historia cuenta la aparente calmada vida de dos actores casados y que viven en una mansión con un director y un guionista. Los cuatro son amigos de hace mucho tiempo y ya retirados viven y tienen sus distintas peleas hasta que dos jóvenes fanáticos de su cine y también dueños de una inmobiliaria familiar le proponen a la actriz comprar la casa y disolver toda esa amistad.
Desde el guion vemos un ritmo acelerado desde un primer momento, que deja pocos momentos contemplativos y que apuesta por la habilidad de sus actores y sus diálogos tan bien pulidos. Pese a que ese ritmo acelerado a veces perjudique un poco a la película en si, también deja espacio para mostrar la calidad de todo el elenco.
Graciela Borges sigue demostrando el calibre de actriz que es y por qué la historia del cine argentino no podría existir sin su nombre resaltado en ella. Su actuación es fenomenal. Eso sí, ninguno de los otros monstruos actorales desentona en absoluto, dónde vemos un genial Luis Brandoni haciendo de esposo en silla de ruedas, un ácido y filoso Óscar Martínez que avanza la trama con humor y perspicacia y un Marcos Mundstock que demuestra su origen en Les Luthiers y su habilidad para hacer reír. Eso sí, la película no es sólo humor y es ahí donde los jóvenes Nicolás Francella y Clara Lago entran a agregar conflicto y drama a una historia con personajes entrañables e interesantes.
Tanto trabajo en lo actoral y en el guion termina teniendo consecuencia en la puesta en escena que a pesar de tener un trabajo de dirección de arte costoso y lujoso, no transmite mucho. La fotografía o el sonido son meras herramientas y al ser una película que habla tanto de cine, se echa un poco en falta un poco más de pulido que salvando algunas escenas, es bastante plano. Esto no quita la calidad actoral y el trabajo que tiene «El cuento de las comadrejas» en el diálogo, que es inteligente, humorístico y veloz. Referencias al cine argentino sobran y desde esas conversaciones tan cuidadas vemos un amor por el séptimo arte que muchas veces falta en este cine nacional y que es de agradecer.
En conclusión, «El cuento de las comadrejas» es una película sobre películas. Es un homenaje a una época gloriosa del cine argentino y que está integrada por prestigiosos actores del cine. La nueva obra de Juan José Campanella entretiene y conmueve tanto como el director se lo propone, siendo efectiva en el llanto y en la risa, y formando una obra memorable y recomendable. Puede no ser el regreso por todo lo alto que uno esperaría de un ganador del oscar, siendo algo simple y plano en algunas ocasiones, pero eso no le quita lo efectivo ni la convierte en menos entretenida. Simplemente es un muy buen cuento.