El Crazy Che

Crítica de Ezequiel Obregon - EscribiendoCine

El espía argentino

El Crazy Che (2015) es un documental que se destaca en la programación de este 17 BAFICI. Aborda la increíble historia de Guillermo Gaede, un argentino que ofició de doble espía durante la década de los ’90.

"Tuve la sensación de que era todo irreal", sostiene uno de los amigos de Guillermo Gaede. La apreciación es sobre un recuerdo; el momento en el que le solicitó que lo ayude a deshacerse de una serie de objetos. Más tarde, frustrado ese plan por el accionar policial, todos se enteraron de que era Gaede fue un doble espía. El espectador de El Crazy Che tendrá la misma sensación que tuvo su amigo en aquella oportunidad. Acaso, “todo era irreal”.

Pero por más insólita y enrarecida que sea la historia, “Bill” Gaede –argentino radicado en Estados Unidos- trabajó para la Advanced Micro Devices e Intel Corporation. A partir de esos primeros trabajos, hacia comienzo de los ’90, comenzaron sus gestiones como espía de Cuba. Confeso admirador del comunismo, proveniente de una familia en donde se ponderaba el nazismo, Gaede es, en sí mismo, un enigma, un signo de interrogación. Tras vivir en la isla llegó a la conclusión de que el comunismo debía ser derrocado. Y cambió de bando.

Este documental de Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi tiene un primer gran mérito, y es la clara exposición y dosificación de la información, sobre todo a través de una serie de testimonios que, concatenados, hacen que el relato contenga suspenso y no deje nada librado al azar. De cómo él pudo inmiscuirse en los lugares “en donde debía estar”, haciendo “lo que debía hacer”, conviene no adelantar mucho. Vale decir que su carisma (que, al parecer, sigue intacto) y su inteligencia fueron centrales para llevar adelante su labor clandestina.

El otro mérito de los realizadores consiste en redoblar la apuesta; además del apuntado trabajo en la edición de los testimonios, El Crazy Che presenta un sólido trabajo de composición de imagen, en el que no faltan animaciones que estéticamente remiten al imaginario de la Guerra Fría. Son imágenes acompañadas por un interesante trabajo sonoro, que nada debe envidiarle a un film de la saga de James Bond. Pero más allá de los aciertos formales, el caso de Gaede sintetiza las tensiones geopolíticas de finales de siglo XX, en un mundo aún polarizado frente a la disputa global entre Estados Unidos y la Unión Sovietica.