El capitalismo de la información Como ocurre con gran parte del cine de nuestros días, el problema que arrastra El Círculo (The Circle, 2017) se resume en su tibieza discursiva/ política, como si en su pretensión de dejar contento al mayor número posible de espectadores y al mismo tiempo tratar temas de candente actualidad, la primera meta terminase por imponer su poder y en última instancia generase un desbalance muy pronunciado en el interior de la obra en cuestión a nivel retórico. Bajemos la sentencia previa a la película: si bien esta propuesta se nos presenta como un análisis de las implicancias de los oligopolios del ámbito digital y la convergencia tecnológica contemporánea, en el fondo el film termina convalidando el paradigma bajo la excusa de “así son los tiempos que nos tocan vivir” y en simultáneo compensa lo anterior señalando la hipocresía de los profetas del marketing web, la publicidad y demás pavadas. La realización está basada en una novela de Dave Eggers, la cual a su vez funcionaba como una relectura light de clásicos de la distopía absolutista como 1984 de George Orwell, Un Mundo Feliz (Brave New World) de Aldous Huxley y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, ahora con la variación de una jovencita que comienza a trabajar en la compañía del título, una empresa responsable de un software/ plataforma inmensamente popular en el mundo entero que garantiza la condensación en una sola cuenta de todas las identidades en Internet de cada usuario alrededor del planeta, circunstancia que en términos prácticos la convierte en el baluarte del capitalismo de la información y su tendencia a la explotación de los datos privados sin ningún tipo de miramientos legales o “doctrina ética” que se precie de tal (el control sobre los individuos vía la vigilancia de sus actividades es su objetivo excluyente). El guión del propio Eggers y el también director James Ponsoldt plantea bien este clásico cuento del esclavo que defiende la causa del amo y luego termina apostatando, no obstante extiende demasiado las escenas sin necesidad, los diálogos redundantes poco ayudan y para colmo aquí nos reencontrarnos con la peor versión de Emma Watson, la encargada de interpretar a Mae, la protagonista. De hecho, la británica venía de superar esta clase de personajes adolescentes/ jóvenes adultos en Colonia Dignidad (2015) y Regression (2015), y en El Círculo se la ve incómoda en un rol que por un lado la regresa a la ingenuidad de sus primeros trabajos y por el otro reclamaba otro tipo de actriz, con mayores recursos y una presencia escénica más potente que le permita sobrevivir a los momentos que comparte con Tom Hanks (el cual compone a Bailey, CEO de la firma y villano principal del relato). Otro que también se siente en parte fuera de lugar es el realizador, quien posee experiencia en el indie pero no logra acoplarse del todo a la agilidad mainstream ni aporta una perspectiva más jugada en lo que respecta a la condena de un “estado de cosas” irrisorio considerando que el vendaval digital se limita a los sectores de ingresos medios y altos de los países centrales y la periferia, con una masa gigantesca de pobres sumidos en la miseria que se pasaron de largo la promesa noventosa de aquella supuesta democracia horizontal que iba a traer Internet y que nunca llegó por la dinámica voraz del propio capitalismo y sus socios políticos, esa que desde hace mucho tiempo sustituyó al trabajo por las finanzas y que vive consagrada a la especulación, el parasitismo, la mezquindad y las crisis cíclicas vinculadas a la expulsión ininterrumpida de seres humanos y su reemplazo por máquinas. Aun así, la película termina siendo necesaria porque por lo menos -como señalábamos con anterioridad- pone de manifiesto que los adalides de la libertad irrestricta y el acto de ventilar la vida privada en la web y las redes sociales son los primeros en ocultar sus chanchullos y en financiar grupos de lobby que representen sus intereses en las altas esferas del poder gubernamental en general y el legislativo en particular. La historia podría haberse ahorrado unos cuantos clichés dramáticos y hasta se podría decir que está un poco tirada de los pelos la reconversión de Mae de diletante del conglomerado informático a una suerte de “denunciadora” de su costado más nocivo, sin embargo el film se abre camino como un pantallazo -esquemático e incompleto aunque también decidido y explícito- por los peligros de una preeminencia total de las corporaciones que cada día se acerca más a la realidad…
Lo nuevo de James Ponsoldt indaga sobre los efectos colaterales de la tecnología y el capitalismo extremo, a su vez que señala una nueva forma de poder: la información. Mae (Emma Watson), es una joven que vive en un pueblo del sur profundo de los Estados Unidos y trabaja en el call center de la empresa de agua del lugar. Mae, estudió arte y está un tanto hastiada de su vida, hasta que un día recibe “la llamada”. Su amiga le consigue una entrevista en El Circulo, la empresa de tecnología que está revolucionando al mundo. Tras una entrevista atípica e informal, debido a sus audaces respuestas, Mae será contratada por la compañía. Lo que comenzará siendo un trabajo común, bajo el lema de “mejorar el mundo”, gradualmente se irá convirtiendo en una especie de secta informática, teniendo en cuenta que, a través de un innovador sistema operativo, la finalidad de El Círculo es unificar los datos personales de cada individuo. El líder de la compañía, Eamon Bailey (Tom Hanks), utilizará a Mae para ser una “transparente”. Para que forme parte de un experimento que redefinirá los límites éticos de la privacidad. Cada decisión que ella tome, no solo afectará su vida y la de sus seres queridos, también la de toda la sociedad. Mae se transformará en una especie de gurú tecno, sin tener en cuenta las posibles consecuencias. En El Círculo, a Emma Watson le toca sostener de lleno una historia que no logra generar ningún tipo de clima, ni atractivo. Un relato que se sumerge en tópicos clichés del cine y la televisión, y lo hace equívocamente. El prólogo se extiende demasiado, su conformación narrativa está muy alejada del tono del thriller e incluso se crean situaciones mal resueltas e inverosímiles. Ni a Tom Hanks se lo nota convencido en su papel. Aunque alude a un tema relacionado a la revolución digital, la cinta, en su forma, no es para nada insurrecta. Lo más osado que podremos ver son algunas tomas hechas desde un drone. Remarcando un tono didáctico y aleccionador, El Círculo se propone hacernos “reflexionar” sobre las consecuencias del abuso de la tecnología en nuestra sociedad y cómo el poder corrompe al hombre, a través de una metáfora burda y superficial. Sale exenta Emma Watson, que hace lo imposible para mostrarse natural en el contexto.
¿Cómo influyen las nuevas tecnologías de la comunicación en nuestras vidas? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a compartir nuestra intimidad en la Red? La película El círculo de James Ponsoldt basada en la novela homónima de David Eggers nos instala en un mundo donde puede ejercerse un control invasivo sobre la privacidad de las personas gracias al uso de internet, y da un paso más al unirlo a las corporaciones y aún a la política. Mae Holland (Emma Watson) es contratada para trabajar en El Círculo, una empresa de internet muy prestigiosa. Es un trabajo soñado, y ella intenta no defraudar a la compañía adentrándose poco a poco en las diferentes propuestas que se le van ofreciendo, que no solo incluyen sus tareas laborales sino compartir su intimidad, fiestas, y otras actividades, todo desde una óptica muy norteamericana del trabajo, en la que se entrega la vida. Pero poco a poco, Mae empieza a descubrir que la compañía ejerce un excesivo control que no sólo afecta a sus empleados, sino también al resto de usuarios de la Red. El film se sitúa a un paso de las distopías del estilo de 1984 o Un mundo feliz, pero se queda en el camino con una trama llena de lugares comunes, ingenuidades y sobre todo muy previsible. No llega a profundizar un tema tan vigente en la actualidad como el uso de la información personal y la invasión permanente a la privacidad. Y lo complejiza mezclándolo con la política y el poder de las corporaciones sin lograr unir todos los elementos en un planteo creíble. Y más aún lo minimiza a una cuestión de héroes con una quijotada personal. El reparto protagonista está formado además por John Boyega (Tinkershrimp & Dutch), Karen Gillan (Guardianes de la galaxia), Ellar Coltrane (Momentos de una vida), y el multifacético Tom Hanks como el presidente de la compañía, en un papel correcto, que funciona como gancho comercial. A pesar del buen elenco, la película llega a ser aburrida, no es emotiva ni produce identificación con los protagonistas. En suma, para ver solamente si no hay otra opción. Un film olvidable.
El futuro llegó hace rato. El regreso de Black Mirror a través de la plataforma de Netflix trajo nuevos interrogantes acerca de los efectos del uso de las tecnologías. Aquellos futuros distópicos donde prima el control de información y la vigilancia permanente resultan menos sorprendentes en esta sociedad orwelliana donde nadie escapa de la mirada del Big Brother. Por otro lado, el thriller ¡Huye! (Get Out) estrenado en Argentina hace pocos meses, también se sumó al debate planteando una hipotética realidad donde la esclavitud y el racismo evolucionan a causa de siniestros experimentos médicos. Esta semana llega el turno de El Círculo, basada en la novela juvenil escrita por Dave Eggers en 2013 y protagonizada por Emma Watson y Tom Hanks. Mae Holland (Emma Watson) es una joven graduada en la universidad que trabaja como teleoperadora y vive con sus padres. Un día, su amiga Annie (Karen Gillan) logra conseguirle una entrevista en la prestigiosa compañía de Internet El Círculo, obteniendo el cargo de atención al cliente. Mae no puede creer formar parte de esta multinacional que además de fiestas y un campus repleto de toda clase de actividades, le ofrece una cobertura médica total para su padre, quien sufre de esclerosis múltiple. Sin embargo, pronto comenzará a alejarse de sus vínculos y su vida privada dejará de existir cuando se someta voluntariamente a llevar consigo una cámara las 24 horas. El Círculo bien podría compararse con el gigante de la web, Google, cuyas ganancias radican en la venta de información personal a terceros. Pero la compañía se propone ir un paso más allá a partir de la expansión global de las denominadas SeeChange, unas mini cámaras que permiten captar absolutamente todo y en cualquier momento. El presidente de esta megaempresa tecnológica es Eamon Bailey (Tom Hanks), una especie de Steve Jobs que aparece frecuentemente brindando conferencias al estilo de las típicas charlas TED. Con carisma y persuasión, Bailey anuncia el nuevo producto a los empleados de su compañía que de forma robótica festejan todos sus chistes y repiten al unísono lemas como “compartir es querer” y “secretos son mentiras”. La historia no presenta ninguna idea renovadora dentro del subgénero de las distopías. De hecho, la premisa de que las personas se presten a ser espiadas por el “bien común” ya la venimos observando desde Un Mundo Feliz de Aldous Huxley. Quizás, el enfoque más interesante que introduce podría ser el relacionado a como la multinacional comienza a controlar a sus gobernantes monopolizando datos confidenciales. Lamentablemente, la película no explota demasiado este concepto y casi toda la atención recae en la influencia de El Círculo sobre la vida de Mae y sus más allegados. El recorrido del personaje de la siempre correcta Emma Watson se nota bastante inverosímil. No comprendemos como esta muchacha puede pecar tanto de ingenuidad, vacilando durante más de la mitad del film. En el caso de Tom Hanks como el director de la empresa, cabe decir que su participación se muestra muy desaprovechada. Las manifestaciones de sadismo e insensibilidad que un personaje como el de Bailey debiera tener son muy tenues y para tratarse de un protagónico resulta insuficiente. Lo más incoherente del film emerge con el arribo de John Boyega en el papel de Kalden, uno de los pocos miembros de El Círculo que se ha negado a almacenar su historial en el banco de datos de la compañía. La instantánea relación de confianza que establece Kalden con Mae es absurda, de la misma manera que la actitud “subversiva” (si a eso podemos llamarle el rondar cabizbajo por los pasillos de una empresa deseando no estar allí) que nos quieren vender. Un personaje que casi no aparece en pantalla y que el director incorpora con el único objetivo de poder darle un cierre a la película. La trama del film se va desinflando rápidamente con un desenlace tan simple como contradictorio. No hay suspenso, ni sorpresas y mucho menos una buena reflexión que justifique la hora y media de un relato que lo único que posee de redondo es el nombre. En síntesis, si buscan un análisis profundo sobre la vigilancia permanente en la era digital y como aquello pone en peligro nuestro libre albedrío, claramente esta no es una cinta recomendable.
El círculo: Obsoleto circular de buenas ideas. “En otras palabras, defender la democracia implica destruir la independencia de pensamiento.” George Orwell Puede que haya sucedido con Un Mundo Feliz de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury y George Orwell con 1984, que quizás al momento de ser creadas ni imaginaron lo trascendental de sus tesis, puede que hayan intuido el proceso por el que estábamos atravesando como sociedad; pero el alcance, tal vez eso ni los rozó, tal vez. Lejos de la simple crítica a los sistemas totalitarios, los autores ahondaban en el comportamiento humano al enfrentarse a una corrección de su realidad, a la intervención del sistema gobernante en sus vidas privadas con el fin de lograr una comunidad equilibrada, pero que en realidad eran forzados a subsistir en un sistema que tergiversa los principios elementales. Una truculenta y poderosa sátira sobre la manipulación de la información, una que aterró a las generaciones que les sucedieron. A partir de allí fueron muchas las maneras en que la literatura y el cine retomaron lo esencial de sus argumentos, la manipulación de la realidad, la información como valor fundamental para coaccionar a las personas en su individualidad y la búsqueda de una igualdad despótica. Luego llegaría internet para cargar las tintas y la globalización de la información como el destino de todo aquello. Sí, ahora el sistema se valdría de la red para lograr sus cometidos. La libre circulación se convertiría en el cuco de nuestros tiempos, porque como todo lo creado por el hombre es una espada de doble filo. Mr. Robot de Sam Esmail, Black Mirror de Charlie Brooker… Y entonces llegamos a El Circulo (The Circle – 2017) un reciclado de nuestros tiempos en que los ítems descritos anteriormente llegan anquilosados y subestimados. Para alguien que nació y creció en este siglo, el XXI, es poco probable que esta historia le cuente algo novedoso. Smartphone, tablets y Notebooks están tan interconectadas como los seres humanos a la red con Twitter, WeChat, Instagram, Snapchat y un largo etc, en el que se sirven de una misma clave para todo y todo lo ven. Tal vez cuando el libro salió a la venta en 2013 fuera un argumento válido, pero llegado a este 2017 se antoja algo obsoleto, hasta en la crítica que realiza a las corporaciones. Si claro, la creación de un ambiente donde el sujeto pueda dar lo mejor de sí, la idealización de la tarea realizada no como un mérito propio si nó como un logro comunitario. El control absoluto de la vida privada mezclandola con la pública para que no haya nada que detenga a los otros en la intervención de la realidad personal, son tópicos con que se vale la película para acercarnos a esos estados totalitarios, olvida de pronto que la clave no está en lo expuesto. ¿Entonces dónde? La cinta comienza con la joven Mae Holland trabajando en call center público, de obsoletas máquinas y viejos sistemas operativos, una joven con mucho potencial que se desperdicia en una oficinita perdida en la gigantesca metrópolis que es la conectividad de hoy en día. Lo hace hasta que su amiga le consigue una entrevista laboral en The Circle, un gigante informativo y de investigación que inmediatamente ve en ella un empleado ideal. Ella sabe que se le ha concedido la oportunidad de su vida. A través de un innovador sistema operativo, el Círculo unifica direcciones de email, perfiles de redes sociales, operaciones bancarias y contraseñas de usuarios dando lugar a una única identidad virtual y veraz, en pos de una nueva era marcada por la transparencia. Una que abrazará y militará hasta que la fachada se venga abajo y compruebe de la peor manera sobre la manipulación de la privacidad de los otros. Ella misma será el experimento que llevará a cabo ese siguiente paso en la globalización de la información. Si hasta acá sonó algo interesante es poco probable que supere esa marca el resto de la cinta. Porque no termina de construir personajes que interactúan con ese universo que propone, son apenas bosquejos que no terminan de definir su comportamiento ante lo expuesto con anterioridad, más bien naufragan en un sin número de situaciones pequeñas, casi ridículas, como los padres expuestos ante los seguidores de Mae en una situación privada. Es junto allí donde la historia no se sumerge en los verdaderos conflictos que acarrean tales planes, perdiendo la oportunidad de redoblar la apuesta. USA PATRIOT Act, o ley patriótica viene inmiscuyéndose en la vida de los ciudadanos americanos desde el 2001, y que es un buen ejemplo de lo viejo de la premisa en que se funda el film y lo desacertado de su utilización. Más allá de ese final ambiguo en que los malos no penan por sus actos, más bien por su falta de colaboración en un sistema que ayudaron a crear, es una historia que vimos muchas veces narrada con más intenciones que pretensiones. En conclusión una cinta poco atractiva y bastante demodé con personajes, que a pesar de contar con buenas interpretaciones, no logran convencer por lo poco desarrollado que son, haciendo de unos carismáticos Emma Watson, Tom Hanks y John Boyega un desperdicio de talento. Volvamos a Mr. Robot y veamos que surge a partir de allí. Para destacar es la interesante propuesta que realiza Danny Elfman con el soundtrack, lejos de sus consabidos clásicos, crea una interesante sonoridad que combina un entramado electrónicos con orquestación y voces. The Circle no la merece.
Probablemente sea 2017, no hay nada que dé lugar a pensar lo contrario excepto que la sociedad panóptica implícita en nuestro mundo ha dejado el pensamiento más crítico para pasar a ser una realidad a la larga insoportable. Las fronteras entre la privado y lo público fueron disueltas. The Circle, basado en la obra de Dave Eggers, es la sociedad de control teñida en clave utópica, brillante y prometedora, un film mucho más interesante en la premisa que en su desarrollo. La ciencia ficción ha sido responsable de infinidad de historias de este tipo de concepto, siendo dos de ellas, 1984 y Un mundo feliz, lo puntos de referencia que aunque con sus diferencias no hacen más que prevenir el pesadillezco mundo que podría llegar en unos años. La obra de Eggers, también autor del guión, claramente bebe de estas fuentes, aunque con una visión mucho menos delatora de la crueldad que sobreviene a estos tipos de sociedades. El colorido romanticismo que bien en claro deja el tono del film es la homologación perfecta del pensamiento positivismo de los medios y las redes sociales de hoy en día. Cuanto más innovaciones lanza la empresa The Circle, mayor conciencia tendrá Mae Holland (Emma Watson) de que la bella utopía planteada no es más que una refulgente distopía escondida salida de la cabeza de Bailey (Tom Hanks, correcto pero sumamente desaprovechado) Debe reconocerse al guión una necesaria preponderancia al diálogo que deja de lado cualquier presunción sobre producciones de escenas de acción e intensidad en producciones de este género. De todas formas es este énfasis en el diálogo susceptible de plantear conflictos en base a personajes que cambian abruptamente sin la justificación suficiente. El film deja ciertos cabos sueltos y finaliza de una forma visualmente apropiada mas capaz de haber sido resuelta largo tiempo atrás en el film. Aunque definitivamente el punto más flojo de un guión a grandes rasgos aceptable atañe a la construcción y presentación de personajes secundarios que no logran llegar a justificar una presencia que bien desarrollada podría haber dotado al personaje de Mae de más densidad de la que llega a poseer o transmitir la interpretación de Emma Watson. Matthew Libatique es el responsable de una fotografía que logra transmitir a la perfección ese ambiente entusiasta y juvenial al que refiere la empresa The Circle. El director James Ponsoldt elige hacer uso de las nuevas tecnológias en forma de inserts en sus planos como lo son la pantalla dividida, vistas a través de celular, cámaras frontales, chats, elementos que dan mucho dinamismo a la atmosfera pero cuya saturación termina por desconcentrar al espectador en cuanto a la información dada, algo que a fines narrativos es perjudicial pero que a la vez recrea a la perfección la sobreabundancia de datos a la que estamos expuestos en pleno siglo XXI. The Circle pudo haber sido mucho más de lo que termina siendo. Se queda en un planteo que desarrolla visualmente de forma impecable e inteligente pero que carece de emoción y profundidad. De todas formas es patente que el concepto que transmite es lo más importante y lo más peligroso. El hecho de asemejarse tanto al 2017 no hace más que enfatizar que la sociedad panóptica, si no es por hecho, en idea por lo menos ya está instalada en las grandes corporaciones mundiales.
Tom Hanks regresa a la pantalla grande con un film dirigido por James Ponsoldt y basado en el best seller del escritor estadounidense Dave Eggers. Mae (Emma Watson) atraviesa una situación laboral y personal difícil: no se siente cómoda en su rutinario trabajo y desea ayudar a sus padres más de lo que puede. Pero esa realidad cambia cuando consigue empleo en El Círculo, la empresa de tecnología y redes sociales más poderosa del mundo. Allí conoce Eamon Bailey (Tom Hanks), el fundador de la compañía, quien la incentiva a participar de un innovador experimento que atraviesa los límites de su privacidad y ética. Salvando las distancias y épocas, El Círculo (The Circle, 2017) hace recordar a historias como las que plantea el libro Un mundo feliz, de Aldous Huxley (1932) o la película The Truman Show (1998). Porque aparece un protagonista que es modificado por un “ente todopoderoso” al que responden ciegamente miles de personas. En este caso, las posibilidades de crecer dentro de una empresa que le ofrece “todo” a sus empleados y el lugar de popularidad que consigue en poco tiempo es lo que confunde a Mae. La ambición, el poder y la necesidad de exponer la vida en las redes sociales que tiene la sociedad actual son aspectos que desarrolla la película de Ponsoldt. La producción del film es muy buena. Y las actuaciones son excelentes: Watson consigue un gran protagónico y Hanks se luce una vez más. Sin embargo, el atractivo de la historia tiene vaivenes y no consigue atrapar completamente al espectador. Porque como el tema es importante en la actualidad, en especial el lugar que ocupa la información, la escasa profundización deja sabor a poco. El Círculo tiene todo para ser una gran película. Pero termina siendo un film aceptable con aristas interesantes para reflexionar.
Unfollow El círculo (The Circle, 2017) es una causa perdida de entrada. No sólo quiere impresionar en 2017 con la deshumanización de las redes sociales y la pérdida de la privacidad, sino que lo hace con tanta condescendencia e incompetencia que nadie se la va a poder tomar en serio. El resultado es un thriller sin suspenso. Un drama que chistosamente se transforma en melodrama. La película quiere ser una parábola sobre la peligrosa omnisciencia del internet. El epónimo Círculo es una red social de la onda de Facebook o Twitter, aunque el campus de la compañía (un enorme predio donde hay “yoga para perros” y los viernes toca Beck) sugiere Google y su fundador, canchero y engrandecido en sus propias presentaciones, recuerda a Steve Jobs. La amenaza de la historia es hasta dónde penetra “El Círculo” en la vida privada, y la posibilidad de que la red se vuelva un requisito ciudadano. Son preocupaciones válidas en un mundo tan obsesionado con la “conectividad” que alimenta la patología de vivir a través de los demás y fomenta un ideal de “transparencia” que sólo puede ser alcanzado vicariamente. El mundo de Mae (Emma Watson) cambia cuando deja su aburrido trabajo en atención al cliente y pasa a trabajar en lo que es, esencialmente, otro puesto de atención al cliente, donde se deja cautivar por el esplendoroso campus de “El Círculo”, las fiestas after office y el magnánimo perfil de su jefe, interpretado por Tom Hanks. Su llegada coincide con la presentación de una nueva cámara inalámbrica del tamaño de una canica, la cual supuestamente va a revolucionar el mundo, aunque esas cámaras existen por lo menos desde los 60s y hoy en día se las puede conseguir mucho más pequeñas y baratas de lo que fantasea la película. El recorrido de Mae es el mismo de tantas otras películas similares: un joven iluso de clase trabajadora es contratado por una compañía chic que sacia su sed de dinero y éxito profesional, rápidamente sobrepasa a su mentor inicial (Karen Gillan) y se convierte en el favorito de su jefe, en el camino descuida a su familia y sus amigos (sus padres son interpretados por Bill Paxton y Glenne Headly, ambos irremplazables, en paz descansen), se desilusiona cuando descubre los trapos sucios de su jefe y termina tomando una decisión obvia entre honrar sus ideales o no. Emma Watson sigue desperdiciando la incondicional buena fe que el público le tiene desde que se graduó de Harry Potter. Su actuación consiste mayormente en fruncir el ceño y entreabrir la boca, y si queda un paso por encima de Kristen Stewart es porque de vez en cuando arquea una ceja (la derecha). Nada de lo que demuestra aquí sugiere que tiene madera de protagonista, aunque tampoco ayuda que sus acciones se sientan más como artificios del guión que como decisiones auténticas del personaje. O la evidencia con la que dirige James Ponsoldt, que siempre ubica a John Boyega en el fondo y lo cruza de brazos para que no nos quepa duda de que algo urde su personaje, y empieza a despeinar a Karen Gillan a la altura de la historia en la que su personaje, el guión dictamina, debería sentirse amenazado por el de Emma Watson. A veces todos los elementos de una película conspiran contra el éxito de la misma. Hay una idea y hay una inquietud, ambas actuales y dignas de ser exploradas, y algunas de las secuencias satíricas funcionan en la medida en que logran captar la forzosa idea de “comunidad” que promueve la red social. Pero casi todo ha sido plasmado de la forma más obvia e incompetente. Si el final se siente particularmente abrupto e insatisfactorio es porque había una intención de cambiar el de la novela original de Dave Eggers por algo más tenue y crowd-pleaser (por no decir hipócrita, en relación al resto de la historia) pero a James Ponsoldt y a Dave Eggers no se les ocurrió nada y así quedó el film, un testamento a su falta de inspiración.
La contracara de la tecnología. El uso (y abuso) de las redes sociales. La pulsión por compartirlo todo. Basada en el best seller homónimo del aquí coguionista Dave Eggers, El círculo se nutre principalmente del ideario distópico 2.0 de la serie británica Black Mirror para un thriller con más falencias que logros. Mae (Emma Watson) es una joven empleada en el área de atención al cliente que ve en el ingreso a The Circle, una poderosa compañía de desarrollo de software, la posibilidad de acceder a las grandes ligas empresariales. Rápidamente descubre que detrás del clima laboral ameno y distendido subyace el peligro de la sobreexposición de la vida íntima, el quiebre absoluto de los límites entre lo público y lo privado. Sucede que el CEO de la compañía (Tom Hanks) acaba de presentar una cámara del tamaño de una canica que puede colocarse en cualquier lado, permitiendo ver y oír en vivo y en directo lo que está sucediendo desde donde sea. Mae, en principio, se muestra reacia a la iniciativa, pero después de que la critiquen por no tener sus redes sociales “al día”, cambiará de parecer –así, en dos minutos– y se someterá a la particular experiencia de transmitir toda su vida con el flamante dispositivo. El quinto trabajo como director del hasta ahora indie James Ponsoldt (el mismo de las muy buenas The Spectacular Now y The End of the Tour) es una de esas películas más interesantes en los papeles que en la pantalla. Falta de ritmo y con una estructura narrativa que cae una y otra vez en la exposición de sus protagonistas ante empresarios y/o otros empleados, El círculo se propone como una reflexión sobre el mundo digital, aunque su final cargado de un peso moral muestra que la reflexión es una lisa y llana bajada de línea.
Los peligros de Internet Protagonizada por Emma Watson y Tom Hanks, este thriller tiene un interesante planteo que no se sostiene en su desarrollo. "La información es poder”. Esta vieja frase, que algunos atribuyen a Francis Bacon y otros a Thomas Hobbes, hoy cobra más vigencia que nunca con la inimaginable cantidad de datos personales que manejan empresas como Facebook o Google. El círculo propone una distopía de gran actualidad, en la que una de esas corporaciones tecnológicas, que se presentan a sí mismas como empresas modelo y garantes de la democracia, muestra su lado oscuro. Basada en el best seller del estadounidense Dave Eggers, la película retrata a la perfección los paraísos artificiales creados -comida gratuita, deportes, recreación y espacios verdes mediante- en esas oficinas, como para que los empleados no noten que están entregando sus vidas, en cuerpo y alma, al trabajo. En ese ámbito se mete el personaje de Emma Watson -actriz sobrevaloradísima-, que arranca desde el escalón inferior y se convierte en un emblema de la compañía a un precio muy alto. También es lograda la caracterización de los dueños, que más que CEOs parecen gurúes de autoayuda, con discursos motivacionales que enmascaran su codicia y su ambición de poder. Y, sobre todo, es atinado el planteo sobre el peligro de que esas corporaciones sean las poseedoras de un monstruoso banco de datos. Que va desde los impuestos que pagamos hasta nuestras preferencias políticas, incluyendo movimientos y rutinas diarias. Cualquiera que tenga esa información puede hacer que la libertad que prometía Internet en sus inicios se convierta en todo lo contrario: la concreción, a escala global, del panóptico de Bentham. Pero a medida que la historia avanza, El círculo se va deshilachando. Al guión se le notan los hilos, se vuelve esquemático, desnuda una falta de emocionalidad sorprendente en sus personajes. Y se completa con uno de esos finales atroces que nos sigue regalando Hollywood.
Poco anticipatoria para los tiempos que corren, el relato expone los excesos del uso de la tecnología y de las redes sociales. Una joven -Emma Watson- ingresa a una poderosa organización que intenta controlar las vidas de los individuos. Basada en la novela de culto de Dave Eggers y dirigida por James Ponsoldt -Tocando fondo-, El Círculo cuenta la historia de una chica que deja su empleo y empieza a trabajar en una poderosa corporación que, a través de las redes sociales, acaba controlando a la Humanidad y las vidas de los individuos. Poco anticipatoria para los tiempos que corren y linkeando inevitablemente con títulos como La Red, The Truman Show y, claro, 1984, la novela de George Orwell, la película presenta un mundo idílico, tentador para cualquier joven que quiera ingresar a una empresa en medio de la gran ciudad, en la que todo funciona y promete innumerables beneficios y entretenimientos para sus empleados. Allí llega Mae Holland -Emma Watson, la actriz de La Bella y la Bestia- una joven desesperanzada que arrastra una situación familiar complicada con un padre enfermo -Bill Paxton- y a quien se le abre un nuevo horizonte laboral. Sin embargo, no todo lo que reluce es oro en la poderosa organización liderada por Bailey -Tom Hanks-, una suerte de Steve Jobs, y que propone a través de El Círculo lanzar su sistema TrueYou, una red social que refleja lo que pasa en la vida de cada uno. Otra vez los celulares, tablets y cámaras son los protagonistas de un relato que combina tecnología y algo de suspenso, pero que se pierde en situaciones que quitan tensión a la trama -la escena del bote- y tampoco construye a un villano de lujo, sino a un hombre obsesionado con el poder y el control que recurre a las herramientas equivocadas. En ese entramado también aparecen sus compañeros -Glenn Headly y John Boyega-, entre fiestas, confesiones y sospechas. Todo está expuesto ante la mirada de los demás en este film que podría haber sido más interesante - y entretenido- de lo que es, y que descansa en la actuación de una siempre convincente Emma Watson, cuya Mae también enreda, sin querer, a su amigovio Mercer -Ellar Coltrane- en un espiral del que es difícil escapar. Si bien la película echa mano a los recursos como las leyendas de pantalla y una cámara incansable que sigue a la protagonista, no alcanza para elevar la puntería de esta historia que habla sobre la invasión a la privacidad, la esperada concreción de los sueños y la presencia de un diablo disfrazado de cordero con planes fríamente calculados.
La trama de la novel de Dave Eggers, un best seller, promete mucho: Plantea un futuro que se siente muy, demasiado, cercano, donde una monstruosa empresa tecnológica, arma una de las redes sociales mas grandes del mundo y empuja los límites de la privacidad hasta “hacernos desear” no tener ni un espacio propio. El director James Ponsoldt que escribió el guión con el autor, acierta en mostrar esta empresa tan parecida a las existentes con eficacia. Un lugar donde los empleados no solo tienen buenos sueldos y posibilidades de ascenso, sino también el mejor servicio médico para el empleado y su familia, de la saben absolutamente todo. ¿Que les piden a cambio?, Que se instalen en la empresa, que se “diviertan” con lo que les propone el entretenimiento programado (que incluye recitales de grandes estrellas), que aplaudan a su fundador como a un Dios (Tom Hanks en un aspecto parecido a Steve Jobs) y que acepten quedarse sin ni un secreto. La utilización de una joven idealista (Emma Watson) que “compra” los objetivos de sus empleadores y ayuda a empujar los límites de la libertad individual hasta que no exista: Proponer que los ciudadanos voten a través de sus redes sociales para la transparencia absoluta, que los políticos permitan hacer de su vida un reality, siempre vigilados y con sus cuentas y negocios publicados en nombre de salvaguardar la democracia y que por ejemplo, las múltiples minicámaras permiten capturar fugitivos con intervención del público, etc, etc. Todas muy buenas ideas no demasiado originales pero si audaces que no pasan mucho más allá del enunciado pero que no proponen ninguna argumentación, discusión o crítica profunda. Por eso la película se queda a mitad de camino, a pesar de audacias y elenco de estrellas.
Bloquear contacto Cuando David Fincher se despachó con Red Social (The Social Network 2010) el énfasis de la historia giraba en torno a la génesis de la red en sí y las excentricidades de su creador. El Círculo (The Circle, 2017), el nuevo opus de James Ponsoldt, carga la tintas no sobre la creación sino sobre la aplicación y el impacto en la sociedad de una organización virtual que coquetea con las ideas del tan mentado panóptico de Michel Foucault. Mae Holland (Emma Watson, la eternal Hermonie de la saga de Harry Potter) consigue el trabajo de sus sueños en El Circulo, una corporación ficticia que combina lo mejor –o lo peor- de Facebook y Google, ofreciendo unificar todas tus cuentas virtuales en una sola, al mismo tiempo que sus múltiples divisiones de investigación y desarrollo suman peso en sectores como la política y la salud. Como pueden sospechar, todo marcha de maravilla en un principio para Mae, pero conforme la trama se espesa las verdaderas motivaciones de la compañía comienzan a aflorar. Tom Hanks y Patton Oswalt son Eamon Bailey y Tom Stenton, una suerte de Steve Jobs y Steve Wozniak de El Círculo, con charlas motivacionales revolucionarias y prácticas poco ortodoxas incluidas. Los recientemente fallecidos Bill Paxton y Genne Headley interpretan a Vinnie y Bonnie Holland, los padres de Mae, cuyos apremios podrían ser potencialmente solucionados por la beneficencia pseudo-filantrópica de la compañía. Karen Gillan y John Boyega interpretan a Annie y Ty respectivamente, compañeros de trabajo que exponen el costado menos glamoroso de la corporación que todo lo ve. Probablemente el planteo del conflicto sea lo más logrando del film, de ahí en más todo tendrá una liviandad inexplicable. El costado crítico se vuelve pueril e inocente, tan banal que funcionaría mejor si fuera una parodia cómica antes que un intento de thriller social. La visión crítica, en contra de aquellas corporaciones que buscan controlarlo todo y polarizar la virtualidad de las redes sociales y su impacto en el día a día, se pierde en un mar de ideas que no terminan de lograr un tono ni una cohesión verosímil. Llama la atención que -contando con un reparto de actores y actrices clase A- el guión del propio Ponsoldt, ayudado por el autor de la novela original, Dave Eggers, entregue personajes con tan pocos matices, pero que al mismo tiempo exponen en pantalla cambios drásticos en su proceder sin la necesaria graduación dentro del relato. El cambio más alarmante de todos siendo el de la propia Mae, un personaje que pega unos curiosos volantazos que la alejan demasiado de esa Mae de la novela original, impidiendo que Watson se luzca en su interpretación. Para colmo de males, justo en el momento en que la cuestión se pone interesante y amaga con poner de manifiesto aquello que intentó construir en casi dos horas de película… todo se termina y ruedan los créditos. Sólo nos quedamos con una idea interesante que se va quedando sin empuje escena tras escena.
Podría tratarse de un largo capítulo de Black Mirror, pero con menos impacto. Vamos por partes. La película está dirigida y escrita por James Ponsoldt, basada en la novela de Dave Eggers. Ronda en torno a Mae (Emma Watson) una chica que trabaja en una especie de call center a la que su amiga le consigue una entrevista en “El Círculo” una mega empresa que está copando todo con su tecnología. Tienen acceso a datos de miles de personas y con su nueva creación la privacidad será cosa del pasado. El chiche es la cámara (casi invisible) SeeChange que puede instalarse en millones de lugares y “Lo ve todo”. La idea general no es mala, pero está desaprovechada, el desarrollo es pobre o está mal enfocado. Quizás si no se centralizara principalmente en los efectos secundarios que le causan a solo una persona (su protagonista), siendo algo tan masivo, quizás funcionaría mejor. Y es que la película no tiene un mensaje claro, no hay un gran conflicto, no nos logra emocionar, ni tampoco hay suspenso. Esta chica Mae llega a trabajar a la empresa y rápidamente tiene un ascenso ya que su pasión por lo que hace la hace convertirse casi en la mano derecha de Eamon Bailey, interpretado por Tom Hanks. Es extraño que Mae entre tan fácil en la forma absorbente de trabajar allí, pasando meses sin ver a sus padres, de los cuales uno de ellos está enfermo y sin plantearse mucho más. Tanto Tom Hanks como Emma Watson están correctos en sus papeles, pero cómo decirlo? Es como si estuvieran ensayando, quiero decir, dan lo mínimo. Aunque no podemos poner toda la responsabilidad de que la peli no funcione del todo, sobre ellos. Si bien el film es sobre el avance de la tecnología y cómo esta puede “dominarnos”, la puesta en escena, en cuanto a la tecnología misma me pareció escasa. El Círculo nos deja con ganas de más, de una vuelta de tuerca que la hay, pero que no es tan potente.
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Emma Watson más Tom Hanks en una empresa similar a Google parece buena idea, ¿no? Pues, no realmente. El británico Charlie Brooker impuso un nuevo género distópico con la aparición de la serie “Black Mirror”, que hace poco obtuvo su tercera temporada en la plataforma de Netflix, y es tan alta la vara de su producto que todo lo demás queda reducido al mal gusto. Ese fue el caso de la película “Nerve” (2016) y que ahora se vuelve a repetir la misma sensación fallida en esta nueva apuesta norteamericana. “El círculo” cuenta sobre el ingreso de Mae Holland (Emma Watson) a una empresa de almacenamiento de datos informáticos en la web llamada The Circle, como Facebook pero fusionado con YouTube. El objetivo primordial que tendrá dicha firma será la de intentar traspasar las barreras de lo íntimo a lo transparente. ¿Cuál es la idea de esta parodia descarada del campus de Google? Que los usuarios que estén registrados a esta red social (los empleados están semiobligados) tienen que mostrar todas sus acciones, todos sus movimientos, objetos, en definitiva, no tener secretos para conseguir más popularidad. O en todo caso, “porque los secretos son mentiras”, dirá el CEO de la compañía interpretado por un precario Tom Hanks. El personaje de Watson es el que nos introduce a este mundo panóptico autoinfligido como rookie (novata) y vamos viendo su transformación. El cambio radical de la ingresante vendrá luego de una experiencia negligente (surfear en olas peligrosas en medio de la noche) donde el director de marca roja la someterá a un nuevo modelo de la compañía: Mostrar sus actividades diarias las 24 horas de forma voluntaria donde solo tendrá un pequeño descanso para ir al baño, y mostrar de esta forma de que uno esta más seguro siendo vigilado. Todos los personajes están dominados por el miedo, ninguno de ellos se atreve a romper su atadura ni en el momento que es desenmascarado, continuando como si el siguiente paso lo llevará a otra meta y en consecuencia otro pavor los consumiera. Una cadena sin sentido que no da una continuidad y desarrollo de los mismos. No es de sorprender que en nuestro mundo, una obra como “The Circle” de Dave Eggers, quien participa en el guion, haya terminado siendo best-seller. Una sociedad en la que continuamente reina la viralización de lo cotidiano, de lo ordinario, de lo banal pero teñido de la espectacularidad de la vigilancia que tiene un reality show como “Gran Hermano”. Ser verdaderamente un presentador de tu vida, aunque eso quite tu privacidad y afecte tu forma de pensar. Obviamente, todo esto con la ayuda de las nuevas tecnologías. El largometraje intenta con todas sus fuerzas agradarte para conectar tu realidad con la suya. Los paneos continuos son un recurso singular para mostrar lo pretenciosa y ridícula que es. No necesita una historia, solo una crítica vulgar (casi sin fundamento) de lo que estamos viviendo. Impactar, no cavilar, esa es la regla. El director termina creando una propuesta pretenciosa en una trama que se va empobrecido a medida que se desarrolla. Y si Emma Watson aceptó el papel porque logró sentirse identificada con el personaje, habrá que reclamarle que su versión de chica pura e inocente ya agobia. Y, por supuesto, que hacer un Instagram Storie no es realizar un corto como los de Jonas Mekas. Puntaje: 2/5
James Ponsoldt dirige esta adaptación de la novela homónima escrita por David Eggers Mae Holland (Emma Watson) acaba de ser contratada para trabajar en El Círculo, la empresa de internet más prestigiosa del mundo. La joven está entusiasmada por formar parte de una compañía tecnológica que es líder. Pero de poco comienza a descubrir que bajo la amigable fachada de su empleador se esconde un plan maquiavélico. Los peligros de las nuevas tecnologías, han sido retratados en series como la fundamental Black Mirror, de la que esta película parece un flojo capítulo. Y es que a diferencia del programa de TV británico en El Círculo nada suena creíble, ni el conflicto, ni las actuaciones ni el supuesto "gurú/villano" que compone un desorientado Tom Hanks. Quizás los cinco años que pasaron desde la publicación de la novela original atenten contra un guión que luce demasiado solemne y antiguo. Emma Watson, fotografía bien, la cámara la ama, pero el guión no la ayuda, y vaga por la película con cara de preocupación ante algo que ya no resulta sorprendente: que las redes sociales, portales, teléfonos y demás avances tecnológicos nos han quitado la privacidad. Y es que el síndrome "Gran Hermano", ya es anacrónico para una generación que nació a la luz de internet, generación a la que Watson pertenece aunque su personaje parece ignorar. Y si el guión carece de suspenso, intriga y sorpresas, estilísticamente el filme es muy pobre y recurrente (hay que dejar de usar burbujas de mensajes en la pantalla al menos por dos años). La puesta de cámara es bastante elemental y cercana a la estética de un telefilme. Que se titule "El Circulo" no significa que sea "una película redonda".
El círculo presenta un concepto interesante que tiene una enorme relevancia en la era de las redes sociales y podría haber brindado una buena película si el director James Ponsoldt no se hubiera olvidado de desarrollar un conflicto decente con los personajes. La idea de la trama es atractiva y explora como la tecnología apunta a invadir por completo la privacidad con aplicaciones y dispositivos que convierten la vida cotidiana en un reality show de 24 horas. El film por momentos intenta evocar cierto espíritu de las obras de George Orwell (1984), donde el abuso de las redes sociales en este caso amenaza las libertades individuales, pero todo se desarrolla dentro de un relato aburrido que nunca explota el potencial que tenía esta premisa. En este punto encontramos la gran debilidad de esta producción. Durante la mayor parte de la trama no sucede nada relevante que consiga interesarnos por los personajes y el análisis que se brinda de este tema se estanca en conceptos superficiales. Tom Hanks, que como mucho aparece en cinco escenas, logra levantar el relato del director Ponsoldt en el rol del gemelo malvado de Steve Jobs. Su personaje no tiene ningún desarrollo pero las motivaciones de sus actos son interesantes y al menos contribuye a que el tedioso argumento sea un poco más entretenido. No se puede decir lo mismo de Emma Watson, quien vuelve a demostrar una vez más que es un rostro bonito para campañas gráficas de publicidad. Nuevamente ofrece una interpretación fría y desapasionada en un rol que podría haber interpretado una actriz desconocida y no alteraba en absoluto esta película. Los fanáticos de Harry Potter la inflaron a niveles exagerados por su rol de Hermione Granger pero ese no es un parámetro serio para analizar el resto de sus trabajos. Tal vez algún día encuentre un rol donde pueda explotar su verdadero potencial, como le pasó a Keira Knigthley con Orgullo y prejuicio. Lamentablemente El círculo no es esa ocasión. Acá se la ve aburrida en el personaje que encarna y expresa sus diálogos en piloto automático. En defensa de Watson es justo destacar que el guión tampoco le daba muchas oportunidades de sobresalir. A esta película le faltó un argumento que pudiera desarrollar un buen thriller y situaciones de tensión con las ideas que trabajaba la historia. Más allá de la exposiciones en auditorios donde participan los personajes de Tom Hanks y Emma Watson, no hay grande momentos relevantes y la propuesta de suspenso que vendían los trailers brilla por su ausencia. Por consiguiente, El círculo es bastante aburrida de ver y cuesta recomendar su visión en el cine.
James Ponsoldt, director de Aquí y ahora (2013) y El último tour (2015), presenta El círculo: una película basada en el libro homónimo de Dave Eggers. Ambientada en un futuro no tan lejano, la película cuenta la historia de Mae Holland (Emma Watson), una joven que, luego de un largo período en un call center, es contratada para trabajar en El Círculo, la empresa más influyente en redes sociales a nivel mundial. Dicha compañía funciona como una especie de Gran Hermano: a través de diminutas cámaras colocadas en todo el mundo, y de un extenso perfil de cada persona, pretenden ver y saber todo. Las cosas dan un giro cuando Mae es incentivada por Eamon Bailey (Tom Hanks), fundador de El Círculo, a participar de un experimento un tanto cuestionable: tendrá que transmitir las 24 horas de su día a día a través de internet. Dicho experimento no sólo rompe con los límites de la privacidad sino que además, como era de esperar, comienza a afectar la vida privada de sus seres queridos. El Círculo se podría resumir en muy pocas palabras: un mal capítulo de Black Mirror. Si bien la película intentar hacer reflexionar en los aspectos negativos que trae el avance de la tecnología y el mal uso que se le da a las redes sociales, lejos se encuentra de alcanzar las complejas y oscuras tramas que hay en la serie creada por Charlie Brooker. Otro aspecto en el que falla la película es en el desarrollo de los personajes, estos aparecen y desaparecen constantemente sin justificación alguna. Hasta el papel interpretado por la carismática Emma Watson genera poca empatía y, ¿para qué mentir?, resulta molesto el noventa por ciento del tiempo. A pesar de que por momentos la película resulta entretenida, no se destaca en ningún aspecto. Ni la actuación de un actor consagrado como Tom Hanks resulta convincente.
El problema de no tener nada para decir. Es muy difícil, cuando no imposible, que una buena película no tenga algo para decir sobre el mundo que la concibe. O al revés: toda buena película, indefectiblemente, dice algo más allá de su forma. Bueno, interesante, errado o malo, pero algo. El problema de El círculo no es la falta de ideas ni mucho menos que tenga pocas cosas para decir. Al contrario, si hay un mérito del que puede ufanarse la adaptación a la pantalla grande del best seller homónimo del aquí coguionista Dave Eggers, es justamente la capacidad para interpelar mediante una relación directa entre sus planteos y las situaciones que se viven a diario en el mundo “real”. La cuestión, en todo caso, es que esa relación nunca se establece en el marco de un diálogo entre lo que sucede en la pantalla y el espectador, sino de una exposición que, como sus personajes, entrega las conclusiones cerradas con moño. El resultado es una esas películas hechas con la finalidad máxima de ilustrar una serie de conceptos concebidos bastante antes del primer grito de “¡Acción!”, como si importara menos contar una historia que mostrar que las consecuencias del exhibicionismo de la comunicación instantánea. El círculo es la compañía de tecnología y redes sociales más grande y poderosa del mundo, algo así como un alter ego ficticio de una hipotética conjunción entre Google y Facebook, a cuya área de atención al cliente ingresa a trabajar Mae (Emma Watson, la Hermione de la saga Harry Potter). Al principio es todo color de rosa pastel, en línea con la decoración del imponente edificio donde opera: sus compañeros son generosos y atentos, el ambiente es relajado y cordial y la presión laboral, prácticamente nula. Pero cuando a Mae la “reten” por no mostrar toda su vida en redes sociales se encenderá la primera alerta de que nada es lo que parece. Mientras tanto, el CEO de la compañía, Bailey (Tom Hanks actuando de taquito), es lo más parecido a un Dios para sus empleados: uno de esos típicos ejecutivos con conciencia ecológica, social y política atento a las necesidades del mundo y a la vertiente más humana del trabajo, que ahora se apresta a lanzar una cámara del tamaño de una canica que puede colocarse en cualquier lado, permitiendo ver y oír en vivo y en directo lo que está sucediendo desde donde sea. Ambas vertientes terminarán confluyendo cuando Mae decida ponerse una de esas bolitas en el ojal para transmitir su vida entera al mundo. La sobreexposición de ella y los suyos le otorga al film una pátina crítica hacia los usos y abusos de la tecnología en línea con la de Black Mirror. La diferencia es que en la serie británica, al menos en sus primeras dos temporadas, las situaciones se ramificaban hasta adquirir un gramaje interpretativo multifacético que aquí no existe. Tampoco ayuda que el director y guionista hasta ahora indie James Ponsoldt (el de las muy buenas The Spectacular Now y The End of the Tour) quiera hacer honores al título adoptando una estructura narrativa cíclica, vertebrada principalmente alrededor de los monólogos de Mae y/o Bailey ante algún auditorio de empleados o empresarios. Hay al menos cinco, todos de un mismo tono entre filántropo e inspiracional y abundantes en teorías sobre las implicancias del flamante producto. Palabras, muchas palabras al servicio de explicaciones: es lo que sucede cuando una película quiere ser compleja a la vez que multitarget.
El círculo, de James Ponsoldt Por Mariana Zabaleta Otra película de aplicaciones. Cuando pensábamos que la pesadilla había terminado, estableciéndose como tópico bajo el signo del terror, da su ultimo (y seguramente no definitivo) batacazo. A pesar de un cast de primera figuras, Emma Watson con un año de consagración con La Bella y la Bestia, y Tom Hanks interpretando un papel que parece disfrutar, la película no alcanza a “estallar” en ningún momento. El des-ocultamiento de una opacidad, donde se predicaba transparencia, parece ser el único tópico fuerte de la reflexión nodal sobre las redes sociales. Lejos de los grandes hitos de la literatura, y el cine, que le dan previsibilidad a los motivos de la distopia, esta propuesta no termina presentando ninguna reflexión ni novedad sobre los mismos. Recluidos en un relato que pretende reflexionar de temas macro desde una mirada plenamente subjetivista la “desconexión” es inminente. Ni siquiera el personaje de Mae Holland (Emma Watson) genera una empatía perdurable a lo largo de la película. Con sus problemas, llamativamente contemporáneos, de estar desempleada sin poder canalizar su gran potencial en la tierra de las grandes oportunidades. El fracaso del mercado laboral, idea solapada que tiñe de gris el futuro de las nuevas generaciones, se desvía en la propuesta de las SeeChange, mini cámaras que capturan todo, en todo momento. Si apenas sospechamos que habrá algún momento de acción, radical disposición del cuerpo o la mente a cambiar de perspectiva, nos veremos decepcionados. Ninguna voluntad siquiera se atreve a poner el dedo en la llaga. EL CÍRCULO The Circle. Estados Unidos/Emiratos Árabes, 2017. Dirección: James Ponsoldt. Guión: James Ponsoldt y Dave Eggers. Elenco: Emma Watson, Tom Hanks, Ellar Coltrane, Glenne Headly, Bill Paxton, Karen Gillan, Patton Oswalt, John Boyega, Mamoudou Athie, Eve Gordon. Producción: James Ponsoldt, Gary Goetzman y Anthony Bregman. Distribuidora: Digicine. Duración: 110 minutos.
Como parábola paranoica sobre la cara oscura de las corporaciones 2.0, El Círculo presenta sus cartas y juega con asuntos atractivos. Mae (Emma Watson), es una chica dulce y humilde cuyo padre (Bill Paxton, fallecido en febrero pasado) tiene una enfermedad degenerativa y problemas para afrontar las facturas médicas. Así que cuando su amiga le consigue una entrevista en El Círculo, una gigantesca corporación a la Google, el mundo parece cambiar para ella. Que la chica dulce y remilgada termine como líder de un sistema global de vigilancia capaz de acabar con gobiernos da cuenta del nivel de disparate de este film, quizás un thriller, pero con un argumento tan arbitrario que carece por completo de suspenso e intriga. Hay un CEO de El Círculo, una especie de Steve Jobs carismático y previsiblemente contradictorio, interpretado con altura y convicción por Tom Hanks: cada vez que aparece, el film sube varios puntos. Los realizadores, en cambio, fluctúan entre la fábula moral de la chica que olvida sus orígenes y afectos porque se le sube a la cabeza la posibilidad de éxito, la ciencia ficción amenazante acerca de un mundo monitoreado en vivo permanente -una idea conocida- y el drama meloso de los David y Goliat de la sociedades contemporáneas.
Una talentosa chica (Emma Watson, nuestra “chica talentosa, linda y empoderada” oficial para el siglo XXI desde “Harry Potter”) es contratada para trabajar en una enorme compañía tecnológica con utópicos fines. El gurú es Tom Hanks (nuestro “parece un gran tipo” oficial) y el futuro parece promisorio. El problema: el suspenso se diluye en una narración perezosa y sin nada que nos llame la atención. Para ser un círculo, un film demasiado cuadrado.
Los chicos son buenos. Una simple llamada de una vieja amiga cambia la vida de Mae (Emma Watson) en un instante, sacándola de su rutina en un trabajo temporal sin futuro para meterla de lleno en una de las compañías más grandes y modernas del mundo, El Círculo. Esta empresa tiene una especie de monopolio sobre Internet, controlando gran parte del flujo de datos que circula por las redes sociales y los motores de búsqueda, creando perfiles de cualquier persona. La protagonista tiene dificultades para adaptarse al principio, pero un incidente que pone su vida en peligro también la coloca en la mira de Eamon (Tom Hanks), el carismático co-fundador de la empresa, que reconoce el potencial de la joven y la convence de participar en un experimento social que corporice los ideales de la compañía. Con la meta de lograr que la sociedad entera viva a través de la red social de El Círculo (como lo hacen sus empleados), desde ese momento cada instante de la vida de Mae deja de ser privada y es compartido online con el mundo. Sin embargo, tras el entusiasmo inicial que le trae la fama, Mae descubre que no entendió del todo las consecuencias de su decisión. Si se los vigila, son mejores: En la actualidad, parece ser una fórmula para el éxito de una película tomar un tema que actualmente genera polémica y contarlo con dos intérpretes reconocidos. El Círculo hace exactamente eso. Falla al presentar un guión chato que no se decide para donde quiere ir ni toma postura clara sobre lo que está relatando. Esto podría no ser un problema si lograra mantenerse neutral para que el público tome su propia decisión. Pero lo que realmente hace es saltar de lado varias veces a lo largo de la trama sin dar motivaciones coherentes, dejando a sus personajes como gente que simplemente avanza por capricho, sin entender lo que están haciendo. Afortunadamente, no siempre es así. La primera mitad de la película resulta interesante, amenazando con ser una sátira mordaz del mundillo de estas mega empresas, mostrando a El Círculo casi como una secta que adoctrina a sus empleados, convenciéndolos de que el trabajo que hacen en ese campus está destinado a cambiar el mundo (aunque a los gobiernos no les guste). Los mejores momentos de la película son, sin duda, cuando se convierte en una comedia negra y ácida sobre la hiper exposición o el culto frívolo a la modernidad. Todo esto desaparece en la segunda mitad, desde el momento en que pretende mutar al drama e incluir las implicancias políticas que tiene Internet, desde una postura incoherente que parece defender lo que al mismo tiempo critica. Un episodio estirado de Black Mirror: Desde el lado visual, El Círculo tiene una propuesta que ayuda en la difícil tarea de mostrar de forma ágil a una persona que pasa todo su día trabajando frente a una pantalla (vale decir que no es nada que no viéramos antes). Los intérpretes, al menos los principales, hacen lo que pueden con el material que reciben, y más allá de las incoherencias de sus personajes, realizan un trabajo decente. Eamon es una mezcla de varios personajes reconocibles del mundo tecnológico, con algún toque de villano Bond que planea dominar el mundo detrás de su máscara de filantropía, pero Tom Hanks nunca termina de explotar todo lo interesante que aparenta ser en un principio. Interpretado por un actor de menos impronta habría sido completamente intrascendente. Algo similar ocurre con Mae, quien aparece en cada escena de la película emprendiendo acciones sacadas de la galera que en ocasiones hasta contradicen todo lo que se nos hizo creer del personaje hasta entonces. Un poco más sólido resulta el personaje de Karen Gillan. Es un misterio el rol de John Boyega, con otro ser que no tiene sentido en la trama y que si no tuviera algo de fama por su aparición en Star Wars aparecería al fondo de los créditos, al lado de los extras. El principal problema de El Círculo es que intenta abordar un tema que no parece entender, abre demasiadas ventanas que desdibujan la trama, logrando que una película de menos de dos horas se sienta larga. Esto hace sospechar que una versión sintetizada de esta película podría tranquilamente pasar por un capítulo de series como Black Mirror (y hasta resultar más sólida). Conclusión: El Círculo tenía potencial para ser un tecno-thriller interesante de no ser por un guión que se contradice a sí mismo a cada paso, motivo por el cual ese potencial se queda en la nada.
La protagonista (Emma Watson) es de clase media que sufre como muchos la decadencia económica desde el inicio en 2008 (Gran Recesión), su trabajo no le ofrece ni un gran sueldo ni un gran futuro, vive con sus padres Bonnie Holland (Glenne Headly) y Vinnie (Bill Paxton, esta fue su última aparición en una película antes de fallecer el pasado 25 de febrero, a los 61 años), quienes no trabajan porque su padre sufre esclerosis múltiple y ella se siente feliz cuando logra ingresar a una prestigiosa empresa llamada “el circulo” (relacionada con las redes sociales: Amazon, Facebook, YouTube, Apple, entre otras), pero una vez allí no tarda en descubrir que esa compañía perjudica a sus empleados, se mete en la vida de los usuarios las 24 horas del día, y ya nadie tiene vida propia. Mae es la heroína que desmarcará a Eamon Bailey (Tom Hanks). La trama en su primera parte es interesante pero no llega a profundizar temas relacionados como el uso de los datos personales, ni privados, cae en lugares comunes, es previsible y peca de ingenua. Se mezcla con temas políticos y el poder de las corporaciones pero no logra ser creíble y termina careciendo de suspenso, sorpresa e intriga. La que lleva todo el peso del film Emma Watson la cámara la ama y en esta ocasión no se destaca Tom Hanks. Una película con buenos sponsors.
Basada en la novela de David Heggers, la historia se centra en la joven Mae Holland (Emma Watson), quien conseguirá el empleo de su vida sumándose a una prestigiosa empresa de Internet muy a lo Google conocida como EL CÍRCULO. En este trabajo de ensueño, la protagonista comenzará a trepar velozmente al punto de volverse íntima aprendiz de los cabecillas del lugar, interpretados por Patton Oswalt y Tom Hanks, y hasta darse cuenta de que la compañía busca someter al mundo con un excesivo aunque innovador método de vigilancia extremo. A todos nos gusta fantasear con que nos tienen vigilados todo el tiempo y que vivimos con las cámaras frontales de nuestros celulares prendidas mientras un obeso en algún sitio recóndito del planeta nos espía con el fin de “prevenir catástrofes”. ¿Son ciertas estás ideas paranoicas que nos gusta dibujar en nuestras mentes? Bueno, es probable… y sin lugar a dudas, la película logra plasmar la idea de una forma interesante y entretenida. El director James Ponsoldt se encarga de este film que me recordó por qué era tan fan de Tom Hanks hace años, pues el actor ya se encontraba en una fase de su carrera que me estaba agotando bastante. Su personaje es el mejor elemento de la historia, ya que interpreta al típico CEO contemporáneo que mete una excesiva buena onda a sus empleados; una especie de Steve Jobs. El personaje de Oswalt es como el cerebro corporativo detrás del proyecto; no se sabe mucho de él y tampoco nos importa, un detalle desperdiciado si tenemos en cuenta que pudo ser una entidad enigmática. Y dejé para el final mi opinión con respecto a Emma Watson, porque simplemente no la tolero. Entiendo que me voy a ganar el odio de muchos, pero créanme no aguanto sus expresiones ni su calidad actoral, por lo que su personaje se vio atrapado en una intérprete que no logró conmoverme en lo más mínimo. Y esto me dolió horrores, porque su personaje es INCREÍBLE, con giros manejados con una naturalidad impresionante por los guionistas. En términos visuales la película es muy buena. La forma en que nos presentan esta empresa que adapta de una forma sutilmente satírica lo que es Google está perfecta con sus grandes campos y su basto catálogo de actividades para sus afortunados empleados inclusive. El director cae en el uso de esta técnica de mostrar en pantalla lo que sucede en los dispositivos electrónicos; detalle muy usado en series como House Of Cards o Sherlock y que hoy en día se convirtió en moda para todo proyecto existente. Pero aquí funciona muy bien, ayudando al desarrollo de una historia que cuenta con uno de los mejores finales que van en el año. El Círculo (The Circle, 2017) es una película que logra atraparnos, ya que nos muestra, de una forma realista, lo que va a ser el mundo en el transcurso de algunos años. La ciencia ficción deja la fantasía de lado y se destaca mostrando una realidad posible y un mensaje que se limita a decirnos “la tecnología es buena si es usada para el bien“, pudiendo haber caído en un burdo mensaje anti tecnológico al que nos tienen acostumbrados tantos artistas pesimistas del medio. Yo se las recomiendo, vale la pena echarle un vistazo.
Crítica publicada en la edición impresa.
Crítica emitida en "Cartelera 1030" por Radio Del Plata (AM 1030) Sabados de 20-22hs
Basada en la novela homónima de Dave Eggers, El Círculo plantea un futuro cercano en donde la humanidad es rehén de una red social diabólica que busca la transparencia absoluta. Algo interesante podría haber salido de la propuesta de satirizar a las empresas cool del siglo 21, como Apple o Google, que se piensan como sectas fashions antes que como recintos de trabajo, pero El Círculo está tan mal filmada y mal actuada que ridiculiza la idea, le anula su potencia creativa. La película dirigida por James Ponsoldt tiene una confusión de tono elemental: plantea una distopía a lo Black Mirror bajo el prisma de una saga adolescente. La liviandad de las situaciones y la unidireccionalidad de los personajes jamás conectan con ese trasfondo “serio” que problematiza la Big Data y denuncia la violación de la esfera privada por parte de las compañías de Internet. Aquí seguimos a Mea (Emma Watson), una joven de clase media contratada por El Círculo, algo así como una red social que gana cada vez más control sobre la población y quiere convertir a los ciudadanos en usuarios. Esta obsesión por la vigilancia se aborda con una chatura apabullante y los dilemas éticos se resuelven a martillazos de guión. La manipulación es grosera al punto de idiotizar el debate y llevarlo a un terreno maniqueo en donde se corre el eje del impacto tecnológico para reducir el conflicto a la chifladura de un hombre ambicioso y malo (Tom Hanks). Lo que en definitiva sugiere El Círculo es que las herramientas no son dañinas por sí mismas, sino que dependen del uso que les dé el hombre. El Círculo fracasa como ensayo sobre la deshumanización de Internet y también como relato: no hay pulso, no hay un enigma claro, no hay personajes atractivos. El filme abre pestañas y cierra otras que ya estaban abiertas sin ningún sentido. Esta atmósfera caprichosa se debe a la incapacidad de Ponsoldt para darle lógica audiovisual a la novela de Dave Eggers: muchas escenas son transformaciones esquemáticas de ideas plasmadas por escrito y se nota en el abuso de diálogos sobreexplicativos. Cada aparición del personaje de John Boyega da cuenta de esto. Otra vertiente de responsabilidad está en Emma Watson, el producto más insípido que dio la escuela de Howards. Sus músculos faciales están siempre en el mismo lugar sin importar lo que pase. Un primer plano de esta película podría conmutarse por cualquiera de La Bella y La Bestia y nadie se daría cuenta.
Como el Panóptico de Foucault, o la metáfora del Gran Hermano de Orwell en "1984", vuelve la amenaza de que alguien nos está mirando. Y como no es nadie tangible, está en ninguna parte y también en todos lados. Y lo peor: eso se traduce en poder. Por allí pasa la idea de "El círculo", la película inspirada en la novela de Dave Eggers, que se dispara desde una empresa de Internet cuyo lema gira sobre los beneficios que genera estar conectado todo el tiempo. El ideólogo es Eamon Bailey, que no es otro que Tom Hanks, en un rol con una perversidad medida que suma credibilidad. La chica buena es Mae Holland, impecablemente personificada por Emma Watson, como esa ascendente joven que va ganando espacio en la empresa con tanta inocencia como desconfianza ante el mundo virtual. La película se mueve entre los extremos, porque muestra que estar hiperconectados te puede salvar la vida y también puede quitártela. En el medio, Mae deberá decidir si es capaz de entrar en la vorágine de compartir con todos desde lavarse los dientes hasta mostrar cómo hacen el amor sus padres o bien regresar a sus días relajados con menos presiones pero también con más necesidades y facturas impagas. Quizá la pérdida de la privacidad pueda tener un precio, pero a la vez un beneficio con cierto tono justiciero. Pero para eso habrá que esperar hasta el final de la película.
VIGILAR, CASTIGAR Y BAJAR LÍNEA Es cierto que el futuro llegó hace rato, vivimos inmersos en una ola de avances tecnológicos difícil de percibir, y está claro que estamos generaciones atrás de lo que las grandes mentes de las corporaciones tecnológicas tienen pensado para venderle a nuestros nietos. Sin embargo, no está claro que necesitemos más denuncias de obviedades como las del anterior párrafo al estilo Black mirror, sobre todo porque, lejos de ser algo nuevo, la sociedad híper-vigilada y deshumanizada es un tema casi tan antiguo como la ciencia ficción, que le preocupaba a Ballard, Bradbury, Orwell y hasta a Foucault. Pero a El círculo de James Ponsoldt no le interesan estas cínicas advertencias, ha llegado a nosotros para darnos su mensaje moral y nada la detendrá. Mae (Emma Watson) es una entusiasta post-millenial que gracias a su amiga Annie (Karen Gillian) consigue un trabajo en El círculo, una empresa de tecnología e información que es algo así como una mezcla entre Facebook, Apple y Google, cuestionada, con razón, por monopolio y violaciones a los derechos de privacidad. Como podemos prever, lo que veremos será lo estimulante que resulta en un principio para Mae trabajar en El círculo, y luego veremos su desencanto. No podemos decir que el prólogo sea auspicioso pero la primera hora de El círculo es amable, está relativamente bien narrada y establece las cuestiones con soltura, aunque también ya deja lo suficientemente claras sus intenciones como para que podamos intuir rápidamente hacia dónde se dirige la cosa. Y ahí llega la segunda hora, la hora del discurso aleccionador que lo invade todo, allí Ponsoldt olvida que lo que filma es entretenimiento de masas y se dedica a una pedagogía de la obviedad. Apoyado en la fotogenia de Watson y en el carisma y credibilidad de Tom Hanks -que aquí interpreta al creador de El círculo- veremos una serie de conferencias cancheras, mezcla de charla TED y presentación de Apple de esas que hacía Steve Jobs, donde se nos presentan productos de la empresa que obviamente atentan contra la privacidad mundial y también, sin ninguna sutileza, se nos deja entrever la malicia detrás de todo ese avance reluciente. Hasta aquí, uno podría pensar que toda la sarasa de El círculo puede ser divertida y hasta aceptable como film menor, pero sus pretensiones hay que sumarle lo vergonzosas de sus manipulaciones de guión sobre todo en los momentos decisivos. La razón por la cual el personaje de Emma Watson se enamora hasta el fetichismo de las posibilidades de la tecnología de El círculo es cuanto menos arbitraria, sin contar que está pesimamente filmada. Luego la escena que representa las consecuencias de un irresponsable uso de las tecnologías de vigilancia es aún peor, porque a la pésima ejecución técnica le suma una absurda reflexión de trazo grueso. Entonces, la segunda hora de El círculo hace todo mal y no nos deja rescatar la amabilidad de la primera hora. Lo último que dice el personaje de Tom Hanks es “we’re fucked”, y la verdad es que tiene razón.
Una crítica a la tecnología digital que podría haber sido muy jugosa, pero que se queda en el camino. Ideal para los fanáticos de la actriz que van a recibir una sobredosis de ella. Los que se acerquen al cine pensando ver una película de Tom Hanks, sepan que...
QUIEN VIGILA A LOS VIGILANTES Le poníamos fichitas, pero perdimos la apuesta. “El Círculo” (The Circle, 2017), como su homónimo literario de 2013 escrito por Dave Eggers, plantea un futuro distópico no tan lejano, donde la tecnología es omnipresente y, por supuesto, todos somos presos (y presas) de ella, compartiendo datos, actividades, gustos, y casi todos los aspectos de nuestra vida a través de un sinfín de dispositivos electrónicos. En este marco tenemos a Mae (Emma Watson), jovencita con muchas aspiraciones que trabaja en el área de atención al público, obviamente, desperdiciando su verdadero potencial. Todo cambia cuando su mejor amiga Annie (Karen Gillan) le consigue una entrevista en The Circle, una especie de “Google” de la que todos los jóvenes sueñan con formar parte. El lugar es un paraíso en la Tierra, lleno de posibilidades para avanzar, pero Mae, bastante más introvertida y recelosa de su privacidad, pronto descubre que debe cambiar sus costumbres para poder formar verdaderos lazos en esta “comunidad”. Esta compañía de tecnología y redes sociales, la más grande y poderosa del mundo, está a cargo de Eamon Bailey (Tom Hanks) y Tom Stenton (Patton Oswalt), dos tipos cancheros, inteligentísimos y muy buena onda a simple vista, pero con varios planes para el futuro que van tensando los límites de la privacidad y la ética. Mae se presta al juego, pero sus decisiones empiezan a afectar su vida y la de sus seres queridos, incluyendo a sus padres, Vinnie (Bill Paxton) y Bonnie (Glenne Headly), y a Mercer (Ellar Coltrane), su amigo de la infancia. El director James Ponsoldt (“The Spectacular Now”) hace un gran trabajo mostrándonos este futuro “ideal” y, al mismo tiempo, tan aterrador por lo que plantea. Tom Hanks hace lo suyo de taquito, como siempre, aunque es un papel menor al lado de la Mae de Watson, tan deslucida como en la mayoría de sus roles (imposible que oculte ese acento inglés y pase por chica americana). La historia viene bien encaminada, pero se desinfla con cada decisión de la protagonista y un final que no cierra (¡je!) por ningún lado. Estos detalles son la diferencia entre un gran thriller de ciencia ficción que no fue, y una historia del montón como lo es “El Círculo”, lamentablemente. Al relato le faltan personajes combativos que intenten luchar contra el sistema. Coltrane y John Boyega hacen su aporte, pero es muy menor, y el protagonismo de Watson lo enturbia todo con su actitud desganada. Así, esta gran empresa termina pareciendo una secta donde todos sus miembros piensan igual y siguen a su líder incondicionalmente. Nadie se pregunta nada, nadie se queja, convirtiendo este escenario en una utopía poco creíble. Lo mejor de todo es su planteo, uno demasiado real y posible, pero nadie va a salir del cine y va a empezar a despegarse de sus aparatos, la Internet o las redes sociales para interactuar un poco más con sus semejantes sin que haya una pantalla de por medio. Esa batalla ya la perdimos y es hora de admitirlo, aunque podemos minimizar los daños. “El Círculo” es una gran idea que se desinfla minuto a minuto y sufre, más que nada, del errado casting de su protagonista principal, y un desenlace bastante soso. Una película chiquita que parece enorme debido a su elenco y tanto despliegue tecnológico, pero ahí entra la maestría del realizador que puede ofrecer mucho con muy poco, aunque en el balance general, se queda demasiado corto.
No es que desde el afiche, el título y el elenco principal, uno sienta que se va a descubrir la pólvora, porque todo tiene un tufillo a esquemático, realización clásica, vuelta de tuerca que se viene venir a kilómetros, etc. Sin embargo uno hace la concesión. Entra a la sala dispuesto a redescubrir el código por enésima vez y dejarse llevar porque después de todo las figuras principales siempre son garantía de buenos trabajos. Mae (Emma Watson) anhela con entrar a trabajar en una de las empresas líderes del mundo virtual, ese al cual en mayor o menor medida pertenecemos todos. Su ingreso representa una suerte de realización personal y profesional porque, lo sabemos, la red de redes era, es, y será el futuro. El capo de todo esto es Bailey (Tom Hanks), una suerte de hombre visionario con impronta de Steve Jobs que tiene al mundo subyugado por su capacidad, inteligencia y sagacidad. “El círculo” entra en su propio vicio a partir de este momento en el cual todo parece un cuento de hadas por partida doble. Primero, porque es el descubrimiento de la otra cara de la moneda, lo que se esconde detrás de la fachada, ergo, el disparador del factor peligro que convierte a este estreno en un thriller convencional, bien manejado en términos de suspenso y pulsión dramática, pero convencional al fin. Segundo, porque la temática, actual, interesante y necesaria, debe dejarle paso al espectáculo, y por ende lamentablemente pierde profundidad. La información, quién la maneja, cuánto realmente creemos estar en control, la privacidad, son algunos de los tópicos que aborda el guión y lo hace bastante bien en la primera mitad de la película. En ese tramo, toda la información entregada al espectador va construyendo de a poco el estado de vulnerabilidad de la protagonista (y de todos nosotros por carácter transitivo) como para dimensionar a un benévolo mundo virtual que si se vuelve en contra puede ser implacable. Todo puede sostenerse también gracias a un elenco principal muy sólido. Tom Hanks hace creíble cualquier cosa a esta altura. y Emma Watson va por buen camino en pos de tratar de hacer olvidar diez años de Hermione en la saga de Harry Potter. Luego ocurre lo dicho. En “El círculo” el apuro por resolver el thriller quita poder de reflexión aun cuando sea innegable la capacidad de tener al espectador un rato entretenido.
Crítica emitida por radio.
Basada en el best-seller homónimo, El círculo esboza una crítica sobre el abuso de las redes sociales ilimitadas, pero naufraga entre clichés, inverosimilitudes, y demasiada timidez para agudizar. Las redes sociales están entre nosotros, son un fenómeno masivo, y cada vez quedan menos de nosotros sin poseer una cuenta (sino más) en alguna/s de ellas. Sin ir más lejos, es muy probable que usted, lector, se encuentre leyendo esta reseña por haber encontrado un link de la misma, colgado en alguna de las redes habituales. Sitios online enormes, manejados por algoritmos, en el que millones de ciudadanos de alrededor de todo el mundo comparten todo tipo de información privada, haciéndola inmediatamente pública, por más protección de datos que se coloque; todo en pos de una mayor comunicación. Semejante estructura tiene que ser caldo de creación para obras de ficción que analicen teorías conspirativas con alguna crítica velada detrás. El círculo es una de ellas. La novela de Dave Eggers fue un best-seller global inmediato paradójicamente, gracias a las ventas en plataformas online; y es el mismo Eggers quien colabora en el guion de su adaptación cinematográfica junto al también director James Ponsoldt. ¿Qué es "El Círculo"? Es la empresa dueña de TrueYou, una red social que, explicada a grandes rasgos como lo hacen en la película, sintetiza en una sola lo que conocemos como Facebook, Youtube, Instagram, y ¿Foursquare? o cualquier otra plataforma de localización en vivo; entre varias otras. El círculo es un pulpo, una empresa gigante, manejada por Bailey (Tom Hanks) un personaje muy carismático con evidentes referencias a Steve Jobs. El círculo ofrece todo a sus empleados, un lugar de trabajo completo, con todo a disposición para llevar una vida, como lo que siempre se no muestra de Google. En ese lugar entra a trabajar Mae (Emma Watson), una joven que se dedica a la atención telefónica en una de esas empresas grises llenas de cubículos y estados alterados. El sueldo es bajo, y ella necesita un mejor sueldo para su familia. Por suerte, tiene una amiga que trabaja dentro del grupo más cercano a Bailey, y será ella quien le consiga un trabajo dentro de El Círculo. En un primer momento, a Mae se le presentarán todos los beneficios de trabajar en El Círculo, y será convencida de la potencia sin límites de TrueYou. Pero pronto empezarán a notarse las cuestiones absorbentes, tanto para los empleados como para los usuarios de TrueYou en donde el límite entre lo privado y lo público es muy difuso. Con esa premisa, El círculo cuenta conun arranque prometedor, sin caer en varias obviedades o coincidencias, pero muy efectivo. La llegada de Mae a la empresa hará notar que ese pulpo te atrapa, que te invita a no irte, y que quiere saber todo de sus empleados. Más tarde, el argumento se irá deshilvanando, por otros hechos fortuitos, Mae se convertirá en un emblema y conejillo de indias de TrueYou, compartiendo cada detalle de su vida las 24hs horas del día. Mae está embelesada con el progreso y la posición que consiguió y se sumará a las propuestas de hacer TrueYou más y más grande, sin medir las consecuencias. Es aquí cuando El círculo pierde la fuerza que había logrado en su primer tramo. Mae es un personaje arquetípico, un cliché andante en que todo lo que la rodea son las circunstancias ideales para que la trama avance. Tiene ambición porque necesita progresar por una buena causa. Tiene un amigovio que rehúsa de la tecnología y hace artesanías rurales. Unos padres necesitados (los fallecidos recientemente Bill Paxton y Glenne Headly) pero que funcionan como voz de conciencia. Una amiga que en un principio la incentiva a aceptar todo lo que la empresa le propone para llegar a ser como ella, y que luego, de una escena a otra, dará un giro también necesario para que todo avance. Es capaz de cruzarse con el personaje ideal entre miles de personas en una fiesta, y ofrecerle un trago para iniciar una charla, sin saber ni siquiera quién es esa persona; y todo, todo así. Mae es lo que El círculo necesita que sea para que la historia tena todos los condimentos. Pese a esto, Emma Watson la compone con solvencia y convicción. Tom Hanks necesitó de más tiempo en pantalla para mostrar la malevolencia detrás de la media sonrisa de Bailey. Es sabido que el actor de Naúfrago es capaz de comprarse a cualquier espectador, con un puñado de gestos, y aquí hace un buen uso de ese carisma nato. Nos queda algo pendiente su perversidad… o quizás sea que no la historia no pretende mostrarla. Cuando la historia se enfoque en las posibilidades de TrueYou y los difusos límites entre lo público y lo privado, y los riesgos de la permanente intromisión, entrará en un pantanoso terreno de lo inverosímil. No porque sea imposible que una red social llegue a eso, sino por el cómo las cosas se van dando. Será mucho más efectiva cuando atienda a las grandes empresas y las exigencias que buscan en sus empleados; aunque ¿casualmente? Nunca termine de focalizar en eso. Al final, El círculo será un divertimento entretenido, que por llenarse de lugares comunes y no crear personajes convincentes se quede a menos de la mitad de lo que pudo ser. Las dificultades que presenta a la hora de cerrar su concepto demuestran la timidez, o engaño, de lo que estuvimos viendo.
La gran pantalla. Tom Hanks y Emma Watson se unen en una película que adapta el best seller “El Círculo”, y la idea suena más que bien. La idea. El resultado es otro cosa. ¿De qué se trata El Círculo? Mae (Emma Watson) comienza a trabajar para la compañía más grande de tecnología y redes sociales: ese lugar soñado del que todos quieren formar parte (cualquier parecido con Google es pura coincidencia, ejem….). Mae entra en contacto con su carismático fundador (Tom Hanks) y cada vez se ve más involucrada en los proyectos de la empresa, descubriendo el lado menos luminoso de la tecnología. ¿Vale la pena ver El Círculo? Soy el tipo de persona que va a ver una película solo por el hecho de que está Tom Hanks. Es que todos lo queremos, ¿no? Pero la cosa es así: la protagonista absoluta es Emma Watson y el bueno de Tom hace un papel secundario al que le prestaríamos poca atención si no fuera él quien lo interpreta (o sea, tenemos un nuevo caso de no-le-creas-al-afiche). “El Círculo”, dirigida por James Ponsoldt, podría haber sido la nueva distopía posmoderna, pero, lejos de eso, se limita a cumplir contando una historia que entretiene y punto. Te engancha, sí, para qué negarlo. El tema que propone -la exposición en tiempos de redes sociales y la consecuente pérdida de privacidad- podría haber resultado en algo más ingenioso. El final es precipitado e insuficiente: ¿pasa todo lo que pasa para darnos una culminación del tema tan vaga? Una pena. “El Círculo” peca de lo mismo que critica: se queda en lo superficial. Puntaje: 6/10 Título original: The Circle Duración: 110 minutos País: Estados Unidos Año: 2017 Nota: la película muestra la última actuación de Bill Paxton, quien interpreta al padre de Emma Watson.
Mae Holland (Emma Watson) es una joven soñadora que se encuentra atascada en un trabajo que odia para poder ayudar a sus padres. Esto cambia cuando su amiga Annie (Karen Gillan), quien trabaja para una corporación llamada El Círculo, le consigue una entrevista para un puesto dentro de la misma. Este lugar, una mezcla entre lo que imaginamos de empresas como Google y Facebook, tiene un campus enorme. Fiestas, deportes, juegos, manualidades y muchísimo color. A poco de comenzar, Mae asiste a una de las charlas de la empresa llamada “Dream Friday” en la cual el co-fundador de la misma, Eamon Bailey (Tom Hanks), habla sobre los nuevos avances tecnológicos conseguidos. Al buen estilo predicador y con un autoritarismo disfrazado, consigue deslumbrar a todos. Mae incluida. Después de un accidente que la tiene como protagonista, Mae es tentada por los fundadores de El Círculo (The Circle) para convertirse en una persona totalmente “transparente”. ¿A qué se refieren con este término? A mostrar su vida online las 24 horas del día los 7 días de la semana. Interactuando con espectadores y recibiendo comentarios. Y esto, naturalmente, le complica la vida. En teoría la propuesta de esta película es interesante. En un estilo parecido al de Black Mirror, serie de ciencia ficción en la cual la tecnología cumple un rol tan protagónico que asusta, busca criticar a la generación que elige hacer todo a través de las computadoras e internet. A diferencia de otras producciones que se refieren a este tema, El Círculo critica a los usuarios por elegir exponerse. Pero deja de ser interesante cuando deciden hacerla durar 110 minutos mostrando solo dos o tres acontecimientos. La película tiene una primera parte muy colorida y llena de esperanza en la cual Mae consigue, aparte del trabajo, la posibilidad de darle cobertura médica completa a su padre Vinnie (último rol del fallecido Bill Paxton) quien sufre de esclerosis múltiple. Luego se va oscureciendo un poco cuando empieza a tomar conciencia de los problemas que le trae ser presa de la tecnología y la exposición. Aunque a la par de este oscurecimiento se va diluyendo la participación de varios de los personajes. El Círculo tiene una duración extrema para la historia que presenta. El personaje de Emma Watson no se logra comprender del todo. Pasa de ser recelosa de ser parte de este mundo donde la privacidad está mal vista a ser la personalidad más vista en la red. Pero no nos muestran esta transición y esta resulta forzosa. En el medio se encuentra con Ty (John Boyega) verdadero creador de El Círculo quien le advierte de las violaciones constantes a la privacidad que llevan a cabo pero su participación pasa prácticamente sin pena ni gloria. Tom Hanks, presente en las gráficas del film y presentado como protagonista, apenas es un actor secundario. La película se convierte en un desfile de personajes que tienen pocas intervenciones cuando de entrada se los plantea importantes. A esta lista se suma el mejor amigo de Mae, Mercer (Ellar Coltrane). De extrema duración para la historia que presenta, este film termina donde debería empezar. Es decir, la introducción pareciera ser parte del 90% de la película, dejando para el otro 10% la verdadera acción. Lo que sí le concedo es que no resulta completamente aburrida porque invita a conocer más. Pero deja un sinsabor alarmante. En este thriller sobre la muerte de la privacidad, con una heroína que se ve sumida en el poder corporativo, El Círculo es el gran protagonista. Con al menos 45 minutos del principio que deberían haber sido dedicados al final, entretiene pero desilusiona.