El cielo del centauro

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

A mi Buenos Aires querido

El nuevo opus de Hugo Santiago puede encontrar varias lecturas pero sencillamente recae en un cuento que encuentra en Buenos Aires, en sus calles y en la impronta tanguera un sentido de fábula. Su estreno había sido en el Bafici 17 y ahora llega a las salas porteñas junto al documental El Teorema de Santiago, de Ignacio Masllorens y Estanislao Buisel, registro fílmico de la experiencia del equipo junto al director durante el rodaje de El cielo del Centauro. Un complemento ideal para valorar la película que tiene como punto de partida la llegada de un ingeniero naval francés y un recado de parte de su padre para un encuentro misterioso con un personaje aún más misterioso.

El pasado y el presente se fusionan desde la propuesta visual, donde se alterna el blanco y negro con el color chillón de algunos elementos o detalles que aparecen en la imagen. Un mapa y puntos referenciales trazan una aventura con coordenadas poéticas, que abarca un tiempo limitado de 33 horas, involucra distintos personajes y situaciones que escapan a todo contacto con el realismo para generar esa atmósfera propia de un cuento borgiano.

El de Hugo Santiago es un cine al que no estamos acostumbrados como espectadores, con movimientos de cámara sofisticados, un sentido estético en la puesta en escena y la melancolía propia de quien tras casi cuatro décadas de ausencia regresa a su Buenos Aires querido con una cámara para volverlo a ver.