El buen amigo gigante

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

El mundo de Roald Dahl en imágenes fascinantes

El director volvió a reunirse con la guionista de “E. T.”, Melissa Mathison, para un film afectado por cambios de clima y cierta sensiblería, pero con imágenes que lo vuelven imperdible.

El mundo de Roald Dahl es extraño, surrealista y absurdo de un modo especialmente británico. Su cuento "El hombre del sur" logró que Alfred Hitchcock enfrentara en una retorcidísima y sádica apuesta a Peter Lorre con Steve McQueen en el probable mejor episodio de su serie "Alfred Hitchcock Presenta". Ian Fleming aseguró que Dahl logró la mejor adaptación de 007 en "Sólo se vive dos veces", y tanto Gene Wilder como Johnny Depp brillaron al interpretar a Willy Wonka. el dueño de la famosa fábrica de chocolate.

La historia de una huerfanita noctámbula raptada por un gigante bueno que la defiende de gigantes malos que comen niños y terminan siendo combatidos por la reina de Inglaterra, mereció que Steven Spielberg se reúna con la guionista de "E.T.", Melissa Mathison. Pero la aproximación de Spielberg a los delirios de Dahl implica un esfuerzo de estética expresionista y visiones pesadillescas que durante casi media película se despreocupa de cualquier coherencia argumental. Detalle que logra que el viaje de la huerfanita Sophie (una carismática Ruby Barnhill) al país de los gigantes esté construido con imágenes formidables que realmente no dan demasiado margen para que nadie se preocupe por hacer foco en la historia.

Es que la protagonista no sólo es raptada por un gigante. Además, el gigante la lleva a cazar sueños a una extraña tierra onírica. Y, para colmo, en su tierra, el gigante bueno es humillado por sus coterráneos, que lo llaman "enano", dado que son mucho más grandes que él.

La película empieza como una magistral muestra de horror gótico con toques infantiles, y sigue así durante varios actos antes de caer en el grotesco al mostrar la avidez de los gigantes malos por comerse a la niña. Este carácter híbrido atenta contra la cohesión de una película que nunca deja de tener imágenes fascinantes, y que incluso hacia el final logra desdramatizar el clima dark previo con un escatológico desayuno con la reina. Los cambios de clima derivan también, como no podía ser de otro modo, en esa sensiblería en la que muchas veces cae Spielberg. En este sentido, se puede decir que el gigante que compone digitalmente Mark Rylance es más bueno que E.T. y Lassie juntos.

Más allá de lo desparejo del conjunto, hay imágenes imperdibles a lo largo de todo el film.