El azote

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Se estrena El azote, la película escrita y dirigida por José Celestino Campusano que ganó el premio oficial de la Competencia Argentina de la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata.
El prolífico Campusano regresa con otro de sus filmes que pretenden poner en foco esos sectores marginales a los que no se les suele prestar atención. En este caso, con una historia situada en Bariloche pero muy alejada de la ciudad turística, de los paisajes nevados y los inviernos que parecen diseñados para esquiar o las fiestas de egresados. Lo que le interesa al director es una parte más pobre y olvidada, allí donde Carlos trabaja en un centro de asistencia para menores. Mientras lidia, día a día, con la desprotección que sufren estos chicos, también tiene un matrimonio a punto de desintegrarse y una madre que tras un accidente quedó paralítica.

Alrededor de él pululan, entonces, diferentes personajes. Un intento de conquista con otra mujer casada que no empieza ni termina bien, una joven religiosa que tras una historia familiar muy dura decide ayudar en ese centro, un muchacho drogadicto, un niño que ha sufrido abusos. Y sus mujeres: la esposa que decide que no puede más así y la madre que sólo puede depender del cuidado de alguien más. Ya no como personaje sino, más bien, como excusa para revelar un costado más oscuro y místico, aparece varias veces una vidente que le va “tirando la posta” a su protagonista, primero algo escéptico aunque siempre dispuesto a escuchar.

Campusano expone diferentes problemáticas con las cuales el protagonista no quiere hacer la vista gorda. Porque esa ignorancia, ¿nos va a proteger o nos hace parte del mal?, como se pregunta y le pregunta a la nueva asistente, la chica religiosa cargada de buenas intenciones hasta que descubre un mundo demasiado sórdido que no puede soportar. Los abusos de parte de la policía, el abuso a menores, incesto, el tráfico de drogas, la corrupción.

Como siempre, es un director que pretende retratar el mundo elegido de la manera más realista posible. Pero el verosímil se pierde principalmente entre las actuaciones poco logradas y las líneas de diálogo que, además de sentirse forzadas, muchas veces parecen recitadas. Queda demostrado así, una vez más, que la dirección de actores no es el fuerte de Campusano, pero éste no parece preocupado al respecto después de varias películas que mantienen ese mismo registro actoral.

El film toma casi todo el tiempo el punto de vista de Carlos, sin embargo en algunos momentos se corre un poco de él. A nivel narrativo, El azote elige retratar antes que narrar, la historia de su protagonista a la larga es mínima y eso se siente hasta en la resolución, donde la idea parece ser terminar cuando algo realmente empieza, un enfrentamiento y la aceptación del lugar donde se está parado.