El artista anónimo

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Legado artístico

Algunas veces las películas abordan el arte desde la biografía del artista como un ser excepcional, tocado con un don divino (Michelangelo Infinito) o cómo un ser trágico incomprendido en el mundo que le tocó vivir (Van Gogh, en la puerta de la eternidad). El artista anónimo (One Last Deal, 2018) trata sobre las personas de carne y hueso que, de una manera u otra, fueron influenciadas por el arte.

Olavi (Heikki Nousiainen) es un veterano vendedor de arte obstinado por una última pintura sin firma de su autor. Mientras se obsesiona con descubrir al artista detrás del cuadro para establecer el valor de mercado, es ayudado por Otto (Amos Brotherus) su nieto de 15 años que necesita calificaciones de un trabajo temporal para su formación. Olavi está distanciado de su hija Lea (Pirjo Lonka) y el vínculo que establece con su nieto a partir de la pintura ayuda a redimir sus errores familiares del pasado.

El film de Klaus Haro (El esgrimista) es una historia de personajes. El puntapié a raíz del cuadro es casi una excusa para encontrar –y encontrarnos- con los personajes y sus dilemas existenciales. Tanto la búsqueda del autor detrás del cuadro, como la recaudación del dinero para adquirir la obra en una subasta o la posterior reventa, importan en cuanto afectan el comportamiento de los personajes.

Pero una película que habla sobre el arte también lo hace desde su sentido, ya sea a través del aura detrás de la obra o la trascendencia de la misma. El artista anónimo no es la excepción y mediante su relato habla del significado de las pinturas, aquello que las convierten en “valorables” más allá de la cotización del mercado. Porque en la película las pinturas se relacionan con lo que sucede en la trama, la relación entre un viejo con un niño, los iconos y la humildad como modo de afrontar la vida.

El artista anónimo sigue dos líneas argumentales que se fusionan en el final como la narrativa clásica indica: una con el protagonista en busca de su objetivo (la pintura), y otra de índole personal (la redención). Una historia contada infinidad de veces que sin embargo, cuando está bien estructurada como en este caso, funciona de manera contundente.