El Ártico

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Joe Penna nació en Brasil y se convirtió en uno de los youtubers más populares del planeta con el seudónimo de MysteryGuitarMan. Nada hacía pensar que debutaría con una película tan sólida, minimalista, extrema y audaz como El Ártico, que tuvo su estreno mundial en el Festival de Cannes 2018. Prácticamente sin diálogos, con un único personaje en pantalla (hay otro hombre que muere al caer su helicóptero y una joven rusa gravemente herida) y con la inmensidad nevada del invierno de Islandia como "coprotagonista", El Ártico es una sobrecogedora, angustiante y al mismo tiempo fascinante historia de supervivencia en la línea de 127 horas, de Danny Boyle, o Todo está perdido, de J.C. Chandor.

El film narra la odisea de Overgård (el extraordinario Mads Mikkelsen), piloto de un avión que ha quedado varado en algún recóndito lugar del Ártico. Agua, claro, no le falta, y la pesca le permite subsistir, aunque en condiciones cada vez más infrahumanas, y con amenazas concretas como, por ejemplo, la de gigantescos osos polares. Entre la espectacularidad aterradora de las tomas panorámicas que muestran las tormentas de nieve y los planos detalle en los que cada gesto y cada decisión de Overgård adquieren una dimensión insospechada, El Ártico se convierte en un tour de force para el protagonista -que inicia una larga e incierta travesía cargando sobre un trineo a la mujer herida- y también para el espectador. La recompensa de semejante experiencia emocional es más que satisfactoria.