El aprendiz

Crítica de Germán Morales - Proyector Fantasma

Vidas complicadas
La opera prima de Tomás de Leone se hace muy interesante desde un principio. Porque si bien muestra el dilema de un joven – Pablo (Nahuel Viale) – dentro de una familia disfuncional, que tuvo que crecer a los golpes ayudando a su madre alcohólica (Monica Lairana), también se hace cargo de los rebusques que éste debe hacer para subsistir. Pablo realiza trabajos delictivos de poca monta con una banda de conocidos, y por otro lado, empieza a dar sus primeros pasos en la cocina, su verdadera vocación, trabajando en un hotel que no le deja mucha plata.

Los dramas internos y externos del protagonista son curados superficialmente por Mercedes (Malena Sánchez) que se involucra emocionalmente, con un gran limite. Los problemas de una vida en la que lo económico bloquea lo emocional. Pablo no está feliz con la gente que le rodea. Tampoco puede pedir ayuda con un padre que no quiere hacerse cargo ni siquiera de mirarlo a los ojos.

De esa forma, el amor se transforma en una utopía. Y los miserables afloran, como es el caso de Parodi (Esteban Bigliardi), líder de la banda delictiva en la que operan. Bigliardi hace muy bien de tipo odiable y se gana la bronca del espectador. La tensión entre el líder y el resto de la banda se ve desde los primeros planos, y se marca en la fotografía, con planos más coloridos en los interiores y más achatados en los exteriores.

Desde lo técnico, El aprendiz es impecable. Sabe imprimir la tensión y el suspenso con la música y sus silencios. Se trata de un film que deja los dilemas interiores de lado y muestra los problemas reales de una vida complicada. Donde el progreso se ve limitado por el contexto que le rodea, y la ayuda viene de los lugares más nefastos. Todos necesitamos una dosis de suerte y una mano en la vida. Algunos ni siquiera la ven pasar por más que lo deseen. El Aprendiz es la metáfora de una vida que deja dos caminos. Ponerse en maestro y juzgar a los demás por el camino que eligen, es mirar al costado y ver con egoísmo el mundo en el que vivimos. Y lo mejor de todo, es que lo logra sin apelar al golpe bajo o a la moralina.