Dulces sueños

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

El paso del tiempo y las viejas heridas

Al comienzo hay un baile, y otro casi al final. En ambos el personaje central es festejado como un niño. Sólo en uno, es realmente un niño. En el otro, es un hombre que arrastra la orfandad de un niño. No será fácil cerrar las viejas heridas. Pero ya se lo había dicho un viejo maestro: "Es importante reaccionar frente al dolor, no ser su víctima. En esta vida te haces hombre 'a pesar de'". Hermosamente contada, vemos la historia de un malcriado enamorado de su madre, muerta cuando él apenas tenía nueve años. "Infarto fulminante", le mintieron. Abandono, negación, ausencia, sentirá él toda la vida. Y miedo de amar y sentir. La historia la contó primero Massimo Gramellini, subdirector del diario "La Stampa", en una novela confesional (hay edición española, "Me deseó felices sueños"). Y la llevó libremente al cine Marco Bellocchio, maestro.

Ahí están los temas de Bellochio: los padres, los tiempos donde se consideraba mejor engañar a los niños, la disolución de la familia, la angustia existencial, el diálogo con la religión, las figuras de claro simbolismo (¡ese final tan poético, freudiano y verdadero!), los momentos claves de su país. Y está el mundo de alguien como Gramellini, con nombre cambiado y circunstancias parecidas. Algunas son propias de los turineses, pero también nos convocan: las canciones de Domenico Modugno y Raffaella Carrá ("Resta cu me", "Ma che musica, maestro"), una miniserie de miedo ("Belfegor ó El fantasma del Louvre"), un policial televisivo ("Avanti il prossimo", título llamativo considerando que alguien se tira al vacío), el triunfo del Torino en 1975, el homenaje siempre mantenido a los jugadores muertos en 1949, la cobertura de la guerra en Sarajevo (apenas tres breves episodios de creciente inquietud), a cuyo regreso empezarán los ataques de pánico. También, el Correo de Lectores del diario de pueblo chico y corazón grande.

Emociona la parte en que el joven redactor vuelca en esa columna sus sentimientos sobre la madre y los lectores los reciben conmovidos. Conmueven también varias otras partes, en especial la de un fotógrafo de guerra que, sin mediar palabras, "acomoda" a un niño autista junto a una muerta. Y el elenco: Roberto Herlitzka (el cura sabio), Giulio Brogi (el que se va a pescar), Fabrizio Gifuni (el financista, alusión al empresario Raúl Gardini, de dramático final), los tres con diálogos notables, Barbara Ronchi (la madre evocada), Emmanuelle Devos (la madre envidiada), la franco-argentina Bérénice Bejo, Guido Caprino y, por supuesto, los protagonistas: Valerio Mastandrea, Nicoló Cabras, impresionante, y Dario Dal Pero. Música de Carlo Crivelli, es decir, otro maestro.