Dóberman

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Es plena tarde, Mirna se sube a su bicicleta con la rueda pinchada y empieza a pedalear, desde lejos, con un objetivo desconocido. Mecha se acaba de levantar y le lleva dos minutos terminar de salir de la cama, ya con el cigarrillo encendido, de entrecasa. Habla por teléfono durante un largo rato, nos hace partícipes de los chismes del barrio junto a una amiga. Pueblo chico, ya se sabe… Prepara el tuco a la espera de su hijo, a quien le encantan esos fideos pero más a su perro de la raza del título. La que llegará antes es Mirna, una mujer que da muestra de tener algún problema psicológico, que tiene ganas de hablar y algo más. Así es Dóberman, con la que Azul Lombardía lleva a la pantalla grande su celebrada obra de teatro.