Dios los cria y ellos...

Crítica de Cristian A. Mangini - Fancinema

CONVIVENCIA FORZADA

Coexister o, como fue horriblemente traducida, Dios los cría y ellos…, pertenece a ese segmento de comedia popular francesa e italiana que sabe llegar a nuestros cines bajo las mismas variables de previsibilidad, más allá de cambios de nombres en elencos y directores. Son fórmulas probadas, a menudo anacrónicas, que descansan en estereotipos y una bajada moral conservadora que permite ordenar la narración. Tan es así que puede resultar que una película que esté terminada en todos sus arcos narrativos a los 50 minutos, necesite al menos 90 para terminar de redondear su mensaje torpemente, aburriendo en el proceso por la redundancia y repetición de situaciones. Aun así, es en cierto vigor de la dirección y algunas señales de incorrección que encuentra sus puntos más altos, aunque estos sean apenas las tierras yermas de un enorme pantano.

Un productor musical (encarnado por el mismo director Fabrice Eboué) debe buscar a un imán, un rabino y un cura para formar una banda lo suficientemente convocante para llenar un estadio con sus hits sobre la fe y la convivencia pacífica. El asunto de por qué lo hace es en sí un chiste que hubiera funcionado si ese grado de absurdo se hubiera mantenido a lo largo de toda la comedia. En lugar de eso, el asunto de que ingrese a una reunión y el desafío se le presente casi como un tropiezo y malentendido queda aislado como uno de los pocos buenos gags que entrega la comedia en los primeros minutos. Lo mismo ocurre con la incorrección al diseccionar la escena musical actual, cuya virulencia no se traslada a las religiones que retrata en el film.

Estas inconsistencias, que en otras comedias podrían pasarse por alto, aquí cobran relevancia por la irregularidad de la segunda parte. Seamos claros, dado el film al que nos enfrentamos, sabemos desde la premisa misma que es lo que no va a funcionar entre los protagonistas, las rispideces que se pueden presentar y la necesidad de un arco para reorganizar este falso caos; la cuestión es ver cómo se resuelve. Gracias al vigor de la dirección (que abandona cierto estatismo formal de este tipo de comedias), el registro clipero que parodia y alguna cuota de humor ingeniosa –el accidente del rabino que lo retira de impartir su oficio religioso es uno de los buenos aciertos- la hacen un film entretenido. La redundancia en la última media hora para cerrar cuestiones que aparentemente no podrían quedarse en la mera tensión (el mensaje, siempre el mensaje) hace que todo resulte más soso y aburrido, dejando un mal sabor de boca al final.

Dios los cría y ellos… queda como una película anecdótica más de nuestra cartelera, mientras anhelamos las mejores comedias de esos países, que en general quedan circunscriptas a festivales independientes. Una pena.