Diablo

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

¡No abras la puerta!

El film nacional de Nicanor Loreti incursiona en el cine de género con buenos resultados y entrega un cóctel de violencia y humor negro a partir del personaje central que ve alterada su realidad cuando suena el timbre su casa.

Diablo hereda y explota los recursos de la acción a través de una trama sencilla que guarda sus sorpresas. Marcos Wainsberg (Juan Palomino) es un boxeador retirado después de matar a su rival en el ring. Mientras intenta recuperar a su novia, recibe un día la visita de su primo Huguito (Sergio Boris) y su vida se sumegirá entonces en un impensado espiral de violencia.

El relato, que aparece salpicado por "flashbacks" en blanco y negro, ubica al antihéroe en la sala del mismísimo infierno en el que aparecerán un Diablo que entrega, a la manera de Robin Hood, narcodólares a los pobres; un poderoso magnate que está internado esperando el transplante de un hígado que ha sido robado; la hija ambiciosa del poderoso y un grupo parapolicial que trata de encontrarlo. Como si fuera poco, también estará Luis Ziembrowski como un policía fanático del "Inca del Sinaí" y Luis Aranosky que encarna a un lumpen apodado Café con leche. Todos se darán cita en la casa de Marcos en el momento menos pensado y los cadáveres y tiroteos serán parte de un día agitado.

El realizador viene del periodismo (fue editor de la revista La Cosa) y también es el guionista del film de terror La memoria del muerto, proyectado en la última edición del Buenos Aires Rojo Sangre. En Diablo pone en funcionamiento todos los códigos del género y es indudable su admiración por Tarantino y por productos ochentosos como Cobra, con Stallone, casi personificado en uno de los villanos que irrumpen en su hogar. Y hasta incluye a Fabián Forte (director de la inminente Malditos Sean!, otra de género) como actor.

Divertida y sangrienta, la película acierta en la creación de los climas, en la resolución de las escenas de acción y en la brutalidad del boxeasor que es detonado para volver a la violencia, ahora en un escenario alejado del cuadrilátero. Si tocan el timbre...mejor no abrir la puerta!.