Diablo

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Film con destino “de culto”

Aquí tenemos una genuina película de culto, de esas pocas que no tiene sentido comparar o no con el cine argentino, ya que en realidad es imposible de comparar con el cine de cualquier sitio.

Al comienzo, luego de una cita del nunca debidamente valorado escritor Jim Thompson, podría parecer que tenemos una mezcla de policial negro sobre box -con imágenes e ideas que quizá sean un homenaje a «The set-up» de Robert Wise- para luego dar la pauta, poco a poco, de que el protagonista (un increíblemente jugado Juan Palomino en un trabajo antológico) tal vez sea admirado especialmente por haber matado de un golpe a su rival, un púgil apodado Bombilla.

Todo esto parece gracioso pero no muy coherente, y un poco teatral y hasta como de arte, durante un breve lapso. Luego el astuto guión empieza a enviar escenas asombrosas que van cerrando detalles de lo poco que sabía el espectador sobre la historia, que escena por escena -y sin duda, imagen por imagen- va revelando su verdadera naturaleza, totalmente psicotrónica y delirante, pero muy bien escrita, narrada, actuada y filmada.

Todo esto con altibajos, escenas que se separan del conjunto por aprovechar un personaje, y quizá para pescar con la guardia baja al espectador desprevenido que, por suerte, no podría sospechar el nivel de audacia de un guión con diálogos que enriquecen de manera revolucionaria el lenguaje blasfemo argentino, ya sea por haber investigado el lunfardo actual, o por inventarlo a gusto.

Ademas de Palomino, el boxeador Marcos Weinsberg, apodado El Inca del Sinaí por su origen peruano-judio (y encima es peronista), hay grandes momentos de Segio Boris (tal vez el personaje del título), un simpático hampón patético, mezcla de Pepe Marrone y Nathan Pinzón a cargo de Aranosky, y una serie de increíbles personajes de reparto que hasta permiten secuencias de acción tan eficaces como imaginativas.

«Diablo» tiene talento por todos lados, y por sobre todo, es muy divertida de ver, y se disfruta especialmente por su mezcla de audacia extrema e ingenuidad minimalista.