Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Mucho se ha hablado de "Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca" desde que el proyecto llegó a pantallas y festivales de todo el mundo. Este es, sin dudas, el mejor documental del año para el público tradicional y "mainstream" local. Recordemos que en nuestro país, solo un par de ellos superaron los 100 mil espectadores. No somos tierra fértil para llenar salas con espectadores de este género. Sin embargo, cada tanto, de la cuantiosa industria argentina, surge una propuesta que impacta, no sólo por sus sólidos valores técnicos, sino por la naturaleza de la historia que cuenta.
Dicen que en la Cordillera del Himalaya se encuentran las 14 montañas del mundo que superan los ocho mil metros de altura. Se las conoce como “ocho miles” y son el máximo desafío del alpinismo. El Dhaulagiri es uno de ellos.
Hacia allí partieron cuatro hombres: Christian Vitry (Antropólogo), Sebastián Cura (Empresario), Darío Bracali (Líder de la expedición y socio en ARISTA SUR - productora audiovisual de contenidos de alta montaña-) y Guillermo Glass (Documentalista). Ellos partieron en 2008 en busca de la hazaña.
Llegar a la cina y hacerlo estilo alpino. Es decir, sin tanques de oxígeno ni equipo soporte. Una verdadera proeza en la cual se pone en juego el valor de la vida humana. El Dhaulagiri (8.167 mt. de altura) esperaba a quienes desafiaban sus laderas. Provistos de equipamiento HD en cámaras y con la firme convicción de que iban a hacer historia, partieron al ascenso con mucho entusiasmo y expectativa.
Fue entonces cuando en medio de una serie de hechos en la alta montaña, Diego decidió seguir sólo para intentar hacer cumbre y se perdió en la misma. La moral del equipo se vino abajo, y desde entonces, ya nada fue igual. Es fuerte ver la energía que ellos emanaban en el ascenso y la convicción que tenían para desafiar a la naturaleza. Sin embargo, como en muchas otros oportunidades, las inclemencias del tiempo arruinan estos ascensos en horas.
Ya de regreso en Argentina, el grupo debió aceptar con el paso del tiempo, el dolor y la tristeza por el líder perdido. No fue fácil y luego de analizar mucho las posibilidades, Guillermo Glass decidió que esas 25 horas debían llegar a la luz. Y que no podía ser sólo un ascenso doloroso.
Y menos, estar enmarcado exclusivamente en una tragedia. Deberían tener ese material un complemento, un correlato positivo y profundo con un análisis personal sobre lo sucedido. Es ahí cuando deciden volver a juntarse y barajan la posibilidad de un nuevo ascenso, pero en nuestro país, como excusa para retomar sus emociones y cerrar las heridas.
"Dhaulagiri, ascenso a la montaña blanca" ofrece no sólo entonces el vibrante ascenso en los Himalayas, con todas las de la ley. La fotografía y el rodaje son increíbles en ese tramo del film. Absolutamente impecables.
Y el resto del documental plantea preguntas muy interesantes, no sólo para alpinistas, en relación sobre el aútentico significado de las búsquedas humanas en toda su dimensión. ¿Cuánto han puesto estos hombres en juego a la hora del ascenso? ¿Qué los ha motivado para seguir adelante y vencer las dificultades en esa difícil coyuntura? ¿Cómo sanan las heridas de un accidente de ese tipo?
Guillermo Glass y Cristian Harbaruk hacen una buena edición con la totalidad del material y las entrevistas registradas. Ofrecen un paneo interesante sobre las sensaciones que rodean al mundo del alpinismo. Y si bien parece que este fuera sólo un documental para un determinado sector del público, lo cierto es que el tema de la inquietud humana por vencer la naturaleza (en cierta manera), o superarse y formar parte del selecto grupo capaz de hacer historia en estos ascensos, no es poca cosa. Diría que es universal. Potente.
Recomendado esta semana en cines locales. Tiene una salida comercial distinta a las cintas tradicionales. Ir advertidos. Y recuerden que para apreciarla en su magnitud, necesitan una buena sala. Es impagable en estos casos.