Descubriendo a mi hijo

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Ariel Bloch es un empresario exitoso, que logró todo lo que se propuso y hoy se reencuentra con la que fuera su novia hace veinte años. Pero lo que él pensó que era un encuentro pasatista, seguro que grato porque fue una buena época, le cambia la vida. Porque ella le dice que cuando cortaron la relación estaba embarazada y como él no quería hijos no se lo dijo. Bloch no tiene tiempo para asombrarse cuando viene la segunda parte de la confesión. Ella se lo dice ahora porque él joven acaba de morir en un accidente.

El filme del israelí Savi Gabizón dispara todo esto en menos de los quince minutos iniciales y los ochenta y cinco minutos que siguen son los que ocupa este hombre extrañado y que no manifiesta emociones en tratar de conocer a ese desconocido casi adolescente que llevaba su sangre. Pequeñas secuencias con su novia, con el amor de su vida, Yael, una bella profesora de francés; con el director de la escuela a la que asistía, y un compañero y amigo de su edad.

Lo que llama la atención en la narración es la constante modificación de la imagen de Adam, que permite con el cambio de imagen un ritmo cambiante que evita cualquier estancamiento.

VUELTA DE TUERCA

La elección de los personajes y el tratamiento lejos de lo dramático, impide que todo se transforme en un convencional melodrama y se logre un relato con cierta frescura y la sorprendente incorporación de la fantasía en curiosas y sucesivas vueltas de tuerca. Sin embargo, el poder de síntesis, la potencia de las imágenes y la concisión de los diálogos de la primera media hora no se repite en el resto del relato, y la aparición de un juego fantástico del que todos parecen participan no es la mejor elección.

Se trata de una propuesta interesante, con excelentes actores, especialmente Ella Armony, Asi Levy y Shai Avivi. Otro modo de vivir la muerte de un ser querido y de alguna manera intervenir su imposible futuro.