Depredadores

Crítica de Felipe Quiroga - CiNerd

DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS

Para olvidar a las dos mediocres entregas de ALIEN VS PREDATOR, había que volver al principio, a los orígenes, a todo lo que había hecho funcionar al film que inició la saga. El cerebro detrás de este proyecto, Robert Rodriguez (que aquí es productor), apadrinó al director Nimrod Antal y juntos hicieron PREDATORS (DEPREDADORES), una película entretenida que homenajea a la inolvidable primera parte y que está muy influenciada por la serie “Lost” (aunque aquí no hay limbos pelotudos).

En PREDATORS, un grupo de humanos despiertan en caída libre. Abren sus paracaídas y descienden en medio de una selva misteriosa. No se conocen entre ellos y casi todos son militares. Aparece un tipo de traje en medio de la selva (no, no es el papá de Jack Shephard, sino un mafioso ponja). Empiezan a preguntarse donde están (algunos dicen que es “el infierno”… sí, una de las teorías que tenían los sobrevivientes del vuelo Oceanic 815). Se llevan mal entre ellos (la mina del grupo da a entender que o permanecen todos juntos o van a terminar muertos… ¿no les recuerda al “live togheter, die alone” del Doc Jack?). Encuentran cosas raras (pero no, ni monstruos de humo vende humo ni escotillas). Y así… hasta que notan que algo raro pasa: el sol se mueve muy despacio, en el cielo se ven otros planetas… en fin, se dan cuenta de que no están más en la Tierra. Después comprenderán que aunque en su mundo son los mejores asesinos, aquí sólo son presas. Y la cacería empezará.

Un problema que había con esta película era encontrar un buen protagonista: igualar al supremo Arnold Schwarzenegger, protagonista del primer film de la saga, parecía un trabajo imposible. No por calidad actoral (obviamente), sino por la presencia, el físico(culturista) y el carisma: Arnold es y será siempre Arnold, for ever and ever ¿Qué hacer entonces? Se eligió ir hacia el lado opuesto y, en lo que fue una decisión polémica, trajeron a un flaco narigón con cara triste: Adrien Brody. Pero, oh sorpresa, resulta que el tipo se la banca: nos hace creer que es un mercenario, va por ahí siempre serio, con voz ronca y susurrante (a lo Batman de THE DARK KNIGHT) y, para sorpresa de todos, en un momento pela y demuestra que había ido al gimnasio a trabajar un poco. Raspando, pero aprueba en “bad-ass”.

Con los demás personajes (y/o actores) pasa algo especial: Los que podrían haber funcionado no son bien aprovechados. Así (GUARDA CON EL SPOILER) el mexicano Cuchillo, interpretado por el capo Danny Trejo, es uno de los primeros en morir. Otro caso similar es el de Noland (Laurence Fishburne), un tipo que había logrado sobrevivir en el hostil planeta alienígena y que es algo así como una mezcla de dos personajes de “Lost”: Rousseau (por lo loco… y lo sucio tal vez), y Hurley (por lo dogor, a pesar de llevar un buen tiempo en la selva y sin ningún Mac Donalds cerca). Noland también es asesinado a los pocos minutos de aparecer y nos deja con ganas de ver más de su locura, su “amigo invisible” y sus supuestas habilidades, pero más que nada porque Fishburne le pone una onda impresionante al bizarro personaje que le toca interpretar y hasta parece que se estaba divirtiendo de lo lindo. En fin… (FIN DEL SPOILER)

Para la muchachada que disfrutó con PREDATOR (la primera, de 1987) hay muchas referencias: una ametralladora disparando a la selva a lo loco, las trampas con troncos, el barro sobre el cuerpo para anular la visión infrarroja de los mostros e incluso uno de los personajes cita un informe de un militar que había vencido a un Depredador (se refiere a Dutch, el soldado que interpretó Arnold, aunque no lo nombra). En ese sentido, la película logra su cometido. Quisieron homenajear y lo hicieron bien. OK. Pero la película no va mucho más allá: sí, hay unos perros deformes; sí, hay una nueva variedad de Depredador; sí, hay una grosa escena de un ponja peleando con una katana contra uno de los bichos… y eso es todo.

A pesar de que entretiene, se siente como si a la película le faltara algo: quizá el problema esté en el poco desarrollo de los personajes o en la falta de originalidad de algunos. Ni siquiera las muertes son muy interesantes e incluso hay menos sangre y desmembramientos de lo que uno espera. Tal vez faltó trabajar el guión, introducir alguna secuencia más interesante, algo que nos sorprenda, algo que no hayamos visto. Pero bueno, tampoco es que se trate de un producto con grandes aspiraciones. Es para sentarse y disfrutar de esa cacería, que sucede ahí, donde viven los monstruos.