Cuando las luces se apagan

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Cuando las luces se apagan...todos nos asustamos

Aclamado cortometrajista, el sueco David F. Sandberg se basó para su debut en el largometraje en el trabajo homónimo, de apenas tres minutos, que filmó en 2013 y luego terminó viralizándose. Sólo la idea original (la aparición de fantasmas cuando las luces se apagan y su desaparición apenas se prenden) perdura, pero es otra muestra de que Hollywood siempre está atento a los directores que hacen cine de género en formato reducido.

Tal como le ocurrió al argentino Andrés Muschietti con su corto Mamá, que luego fue llevado al largo con producción de Guillermo del Toro, aquí es James Wan quien apadrina a Sandberg para "ampliar" la historia original. Y no sólo eso: el director de las dos entregas de El conjuro ya logró que contrataran a su protegido sueco para la secuela de Annabelle, que no es otra cosa que un spinoff de su creación.

Cuando las luces se apagan arranca con la muerte de un empresario textil (Billy Burke) en su fábrica de Los Ángeles. Luego veremos que el difunto tenía una esposa, Sophie (Maria Bello), en absoluto desequilibrio emocional, y dos hijos de distintos matrimonios: la ya independizada veinteañera Rebecca (Teresa Palmer) y un niño llamado Martin (Gabriel Bateman). Estos tres personajes y Bret (Alexander DiPersia), el novio de Rebecca, serán los protagonistas de una propuesta que trabaja sobre elementos reconocibles (si se quiere remanidos) del género, como las presencias sobrenaturales en el ámbito de una casona (y su inevitable sótano), pero que lo hace con algunas ideas ingeniosas y bastante solidez en cuanto a la narración, las actuaciones, la edición, la iluminación y la utilización no abusiva de efectos visuales.

Sin ser ninguna maravilla (queda a una buena distancia de los hallazgos de la saga de El conjuro), Cuando las luces se apagan resulta una producción de bajo presupuesto (cinco millones de dólares), modestas ambiciones, limitada duración (81 minutos) y aceptables resultados artísticos. Entretiene y asusta (cada vez que la luz empieza a parpadear es un infierno) con dignos recursos.