Creed II: Defendiendo el legado

Crítica de Denise Pieniazek - Metacultura

Doble revancha en el ring al estilo de Hamlet

Creed II (2018) ha llegado al cine, la secuela de Creed (2015), el spin-off que trajo consigo el regreso del universo de Rocky, saga iniciada en 1976 compuesta por seis largometrajes –Rocky (1976), Rocky II (1979), Rocky III (1982), Rocky IV (1985), Rocky V (1990) y Rocky Balboa (2006)- sobre este carismático boxeador que ha marcado la niñez de muchos y que sin dudas es un antes y un después en la historia del cine popular.

Creed II no sólo continúa la narración comenzada en Creed, sino también dialoga directamente con Rocky IV, en la cual -repasemos brevemente- el famoso boxeador Apollo Creed se enfrentaba en el ring con el ruso Ivan Drago (Dolph Lundgren), quien lo mataba cruelmente en dicha pelea, y Rocky (Sylvester Stallone) quedaba con cargo de conciencia por no haber detenido el combate (recordemos la escena con ralentí), para posteriormente enfrentar de forma victoriosa a Drago.

En esta ocasión, después de años de entrenamiento, el hijo de Ivan Drago (interpretado nuevamente por Dolph Lundgren), Viktor (representado por Florian Munteanu, quien curiosamente es en la vida real boxeador, igual que su padre), reta a Adonis Creed (Michael B. Jordan) a pelear por el título mundial. En dicho sentido el relato es totalmente cíclico y repite secuencialmente la esencia de Rocky IV, pero adhiriendo la importancia de los vínculos padre/ hijo y entrenador/ discípulo.

Ivan Drago es un padre que carga y proyecta sus frustraciones personales y profesionales en su hijo, criándolo con resentimiento. A su vez es su maestro y su peculiar tratamiento en la trama nos recuerda al personaje de Kreese, director del instituto Cobra Kai en Karate Kid (1984). Por otro lado Rocky, maestro y “tío” de Adonis, no quiere que acepte dicha pelea, aunque Adonis debido a la hybris (soberbia enceguecedora) que lo caracteriza -al igual que su padre- aceptará el desafío, pues su progenitor es al mismo tiempo su fortaleza y su debilidad, su “Talón de Aquiles”.

En consecuencia, los pares afectivos se repiten cíclicamente con respecto al pasado y se expresan no sólo a nivel narrativo, sino también de forma poética mediante sus nombres. Adonis es un nombre proveniente de la mitología griega al igual que Apolo, uno de los dioses más importantes de la antigüedad clásica helénica, además los dos comienzan con la misma inicial, “A”. Ambos representan semánticamente lo sobrenatural, esa fortaleza vinculada al “ojo del tigre” de la saga original, e incluso Adonis es un nombre relacionado con la vanidad, lo cual puede vincularse a ese primer impulso irracional de aceptar el reto de Viktor Drago.

Creed II a través de dos peleas de boxeo -otra vez la duplicidad presente en todos los sentidos del relato- profundiza sobre la tradición paterna, en especial de Adonis respecto a su padre Apollo tras sentir en inicio la necesidad de vengar su muerte cuan Hamlet del boxeo. Además la vuelta del pasado se vuelve aún más cíclica al presentarse la paternidad del mismo Adonis, entonces la segunda pelea será para reafirmar su identidad y encontrar su propio estilo. Recordemos que en Creed su novia le decía: “sos el hijo de Apollo Creed, entonces usá su nombre, es tuyo”. Incluso no azarosamente en la primera pelea del film Adonis vuelve a vestir los colores norteamericanos que usaba su padre en el ring, mientras que en el segundo combate, que refiere a sus motivaciones propias, el color de su vestuario deportivo es negro.

Recapitulando, Creed II gira en torno a los pares binarios afectivos y profesionales, Viktor- Ivan Drago/ Adonis- Apollo Creed, pero es importante destacar que Rocky Balboa hay siempre uno solo y es siempre el mismo, el entrañable Sylvester Stallone. Asimismo hay otro eco más respecto a la saga original de Rocky en cuanto al vínculo entrenador/ alumno: recordemos el par inicial Mickey/ Rocky, sobre todo su recuerdo en Rocky V al protagonista convertirse entrenador del joven Tommy Gunn, quien lo decepcionaba por su codicia y falta de lealtad. A diferencia de ello, Adonis a pesar de los desacuerdos siempre es incondicional a Rocky y los dos mantienen un fuerte y sincero vínculo afectivo.

En conclusión, Creed II es una película sólida con actuaciones verosímiles de todos sus protagonistas, y resulta sobre todo destacable el expresivo y convincente Michael B. Jordan que se afirma en el personaje. Esta secuela es lo que se esperaba del film y cumple con las expectativas de los fans, pero hay que admitir que aporta pocos elementos innovadores. Un acierto son sus ritmos que, a pesar de lo predecible, tienen la capacidad de generar tensión en el espectador en las peleas de boxeo y un emocionante clímax, pues no es sólo un relato sobre boxeadores sino sobre luchadores: es decir, hablamos de “un deporte de narices chatas y espíritus ganadores”.

Quizás la reverberación con respecto a la saga previa sea debido a la coescritura del guión por parte de Stallone, quien -como es sabido- escribió y dirigió varios de los films de Rocky y esboza aquí su conocimiento del mundo del boxeo y su puesta en escena. Si bien Creed II carece de originalidad o sorpresa, produce tal emoción en el espectador que sabe llegar al corazón del mismo.