Cómo entrenar a tu dragón 3

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

EL ÚLTIMO VUELO

Dentro de la escudería Dreamworks, lo de Cómo entrenar a tu dragón fue siempre una verdadera rareza. Si la compañía hizo del humor lunático y la intertextualidad a todo volumen una marca de origen, esta saga dirigida por Dean DeBlois siguió un camino personalísimo, claramente más sensible y reposado, y que mucho tiene que ver con la obra del propio director: DeBlois dirigió también Lilo & Stitch, y no hay que mirar muy profundo para notar los vínculos entre ese film de Disney y esta trilogía, empezando por lo morfológico de los personajes y siguiendo con unas criaturas solitarias, que buscan comunicarse con los demás para formar grupos de lo más heterogéneos. Dos detalles más que hablan de la nobleza de esta saga: la distancia entre películas deja en claro que no hay apuro y que cada una es pensada sólidamente. El otro detalle es que cuando el negocio podría haber continuado, sus creadores deciden cerrar la historia con una tercera entrega que concluye sabiamente el arco dramático construido en las dos primeras partes. Y si aquellas están no sólo entre lo mejor de Dreamworks, sino también entre lo mejor que ha brindado la animación digital en su historia, hay que decir que Cómo entrenar a tu dragón 3 es una conclusión decorosa pero que no está a la altura de sus antecesoras.

El gran tema aquí es el amor, el que encuentra el dragón Chimuelo pero también el del propio Hipo con Astrid, aunque en verdad es una suerte de McGuffin: porque lo que a la película le interesa es el nivel de dependencia que generan los vínculos y la necesidad de soltar y dejar al otro en libertad. Necesidad que se profundiza cuando la aparición de un villano cazador de dragones deja en evidencia la fragilidad de la comunión que han logrado entre las especies: porque siempre va a haber cazadores dispuestos a quebrar la lógica de esa utopía que es la isla de Berk. El camino de Hipo y Chimuelo hasta aquí estuvo sembrado de tragedias, pérdidas y muerte. Cómo lidiar con ello es la amena moraleja que el cuento encuentra, dentro de una historia que se ha expresado con un nivel de honestidad y madurez poco habitual en este tipo de relatos. Por eso lo primero que llama la atención en Cómo entrenar a tu dragón 3 es la liviandad de algunas resoluciones, como si sus creadores hubieran decidido que ya estaba bien de pesares y la emoción tenía que surgir de formas menos oscuras.

Entonces donde la película de DeBlois crece es tanto en lo visual como en la aventura. En primera instancia el amor romántico que surge entre Chimuelo y una furia luminosa (así se llama esa especie similar a los furia nocturna pero totalmente blanca) se expresa en algunos pasos de comedia simpáticos, pero fundamentalmente en vuelos en cielos tormentosos y expresivos, con un uso del color y el movimiento que acercan la película más a lo experimental que a lo narrativo. Allí Cómo entrenar a tu dragón 3 alcanza momentos de una belleza visual subyugante. La película le da paso, también, a la aventura: el grupo de niños de aquella primera parte se ha convertido en una suerte de piratas que atacan los mares, para liberar a los dragones de sus captores. La acción y la comedia, juntas, funcionan porque la animación encuentra el punto justo en donde el humor se vuelve algo físico y absolutamente slaspstick. Y cuando esa acción tiene un objetivo claro, que es la búsqueda final que hacen los protagonistas, el film le adosa a esa perfecta combinación de tonos un crescendo dramático que la vuelve muy épica y emocionante. Porque Cómo entrenar a tu dragón 3 es esa clase de película que crece a medida que avanzan los minutos.

La película tiene que cerrar no sólo su propio desarrollo, sino además el arco dramático de toda la saga. Y el epílogo tiene la carga dramática esperada, con los personajes asimilando lecciones que les permiten crecer. De hecho, uno de los detalles de esta franquicia es la manera en que demuestra que sus criaturas han crecido, cómo pasan de ser niños a adultos que buscan autodefinirse. En esos últimos minutos tal vez haya exceso de información y se atan demasiados cabos, pero DeBlois es uno de los grandes creadores del cine animado contemporáneo, y algunas imágenes devuelven la grandeza expresiva de las mejores obras del género. Sin dudas, Hipo y Chimuelo son dos personajes enormes y los despedimos con unas lágrimas incontenibles mientras se imprime la leyenda.