Cold War

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Bajo el título de "Guerra Fría" se engloba la historia de dos personas condenadas a juntarse y separarse con la misma pasión desesperada de una lucha armada.

Así, mientras se infla y se desinfla ese enfrentamiento total que dividió el bloque Occidental del bloque del Este al final de la Segunda Guerra Mundial, Wiktor y Zula son arrastrados por corrientes de flujo y reflujo en las que se mezclan tendencias personales y de época que impiden que la unión sea posible.

A partir de un encuentro en una escuela de arte, donde él trata de convocar nuevos talentos musicales con el fin de conformar un grupo nacional que de una manera utópica refleje la conformación de la nueva Polonia en construcción, todo será complicado. Ella, cantante talentosa, marcada por una vida que la llevó incluso a la cárcel por motivos ligados a pasiones oscuras, se ve atraída por este patriota que no hace concesiones y es capaz de estrellarse una y otra vez con la misma pared cuando cree verdaderamente en lo que ejecuta.

Los cambios políticos, la vida sacudida por la inestabilidad y la violencia, los arrastran en recorridos desde la Polonia natal hacia la Francia de la posguerra, buscando la solidez de lo imposible en una época de crisis.

ESTILO DE DIRECCION
El notable Pawel Pawlikowski, ya conocido por el público argentino por "Ida" (Oscar 2015), la historia de una novicia adolescente durante el régimen comunista, en busca de la verdad sobre lo que pasó con sus padres muertos en la ocupación nazi, retorna con un filme comprometido y poético dedicado a sus padres, donde la ficción tiñe sus recuerdos de adolescente.

Con la permanente presencia de la música, que va marcando momentos libertarios y de sumisión, espacios de propaganda y liberación, la historia de una pasión se deconstruye una y otra vez al ritmo de los instintos y la época. El aterciopelado blanco y negro, clásico en el director, pinta atmósferas de humo y música, de alcohol entremezclado con compases que marcan los pasos de amantes desencontrados pero que persisten en intentar lo imposible.

Con un ritmo afelpado, que parece susurrado por las melodías, Pawlikowski, con mínimas pero claras señales, un cartel político, una vestimenta, una actitud, marca épocas y situaciones. Dos grandes actores deslumbran en el filme, Tomas Kot y -especialmente- Joanna Kulig, ambos veteranos de la actuación; ella, también destacada cantante. Varios premios se llevó este filme, no sólo en Cannes, merecidos todos. Una película para recordar.