Coco

Crítica de Laureano Manson - MDZ Online

A más de dos décadas de su lanzamiento como productora, Pixar conquista con Coco uno de sus títulos cumbre; y demuestra que la llama del desafío sigue más encendida que nunca. En los últimos años, la factoría que produjo el cambio más trascendental en el cine sobre fines del siglo XX y comienzos del XXI, que fue el de inaugurar la era de los largometrajes realizados completamente por animación digital, ha tenido puntos altísimos como el de Intensa-Mente, y otros como el de Mi gran dinosaurio; que hacían temer un regreso a las fórmulas más conservadoras y aleccionadoras de Disney. Desde hace un tiempo, ambas usinas se fusionaron bajo el tándem Disney/Pixar, y Coco es sin dudas la primera creación que reúne lo mejor de las dos potencias.

A puro motor de exploración visual y apuesta a la emoción, el film logra una triple proeza: bucear en una celebración clave en la cultura mexicana como el Día de los Muertos sin caer en papelones ni estereotipos, narrar apasionadamente una historia que tiene más de una capa de lectura; y plantear una fábula familiar que combina las metas personales con la viva herencia de los antepasados.

Miguel, un niño fascinado por la música, está inserto en una dinastía de trabajadores dedicados a fabricar zapatos; y fuertemente decididos a que ninguna canción suene en el hogar. La tatarabuela del chico sufrió el abandono de un músico, que se alejó del clan para concretar su sueño de triunfar como artista. A partir de ahí, las generaciones siguientes se encargaron de perdurar en una batalla contra toda melodía, pero Miguel, que comparte horas hablando con su bisabuela Coco; tiene un plan. Para cumplir su sueño de consagrarse como cantante en un concurso local, no le queda más remedio que ir por la guitarra que se encuentra en el mausoleo de Ernesto de la Cruz, un ídolo popular al que la comunidad le rinde permanente culto. Al saquear la guitarra del fallecido astro para participar del evento que se desarrolla en la plaza de su pueblo, el niño experimenta un misterioso paso a la Tierra de los Muertos. Su única chance para regresar a la vida, será la de conseguir la bendición de algún familiar difunto. A partir de aquí, se desata una poderosa y desbordante odisea.

Más allá de un guión meticulosamente craneado, Coco es una de las películas más libres en la historia de Pixar/Disney. Visualmente, explora matices que van de una una cálida paleta de colores en la casa de Miguel, hasta una fabulosa explosión cromática en aquel enigmático y festivo "Más Allá". Narrativamente, el film pendula entre la férrea defensa de los sueños individuales, aún a costa de romper con el mandato familiar; y un encendido recuerdo hacia aquellos que ya no están.

La celebración del Día de los Muertos precisamente honra a quienes partieron a otra dimensión, con la firme convicción de mantenerlos vivos en la memoria. A pesar de los múltiples giros y vueltas de tuerca en la trama, Coco jamás abandona esa premisa. Repartiendo exactas dosis humor, canciones e instancias reflexivas, esta joya dirigida por Lee Unkrich y Adrian Molina, coloca al público infantil y también al adulto, frente a premisas tan inquietantes como la de que algún día todos seremos olvido. Si Disney ha construido buena parte de su arsenal de clásicos, que van desde Bambi hasta el El rey león, alrededor de una noción de la muerte que se debate entre la desolación y el desafío de seguir adelante; Coco da un volantazo y se atreve a zambullirse de lleno en la Tierra de los Muertos, desatando un suculento banquete de luces y sombras.

La audacia en varios de los planteos narrativos de este film, tiene su correlato con un estilo de animación que se atreve a combinar exuberantes escenas musicales, con algunos despojados pasajes de tono intimista. Si bien algunas "enseñanzas" se presentan en un subrayado tono explícito, los contrastes entre las dramáticas zonas en penumbras, con las luminosas bocanadas de humor y aventura; hacen que este frondoso relato salga triunfal en todas sus encrucijadas. Porque sobre todas las cosas, y más allá de su calculado guión, Coco logra despegarse en varios momentos del manual de fórmulas, y cada vez que asoma el lastre de la solemnidad, la película está dispuesta a estallar en la más absoluta desmesura.

En tiempos en los que el olvido está a minutos de cada experiencia vivida, la nueva maravilla de Disney/Pixar no sólo moviliza a recordar a aquellos seres queridos que ya no están, sino que a la vez honra a un cine que se resiste a ser pulverizado apenas los créditos de cierre lleguen a su final.

Coco / Estados Unidos / 2017 / 105 minutos / Apta para todo público / Dirección: Lee Unkrich y Adrian Molina.