Coco

Crítica de Ayelén Turzi - La cuarta pared

Disney ya dejó de adaptar cuentos populares hace mucho, y actualmente está más volcado a versar sobre minorías o tradiciones locales de diferentes partes del mundo, como por ejemplo fue el caso de Moana el año pasado. En esta ocasión, Coco se adentra en la tradición mexicana del Día de los Muertos, pero todo el color y los pétalos de flores que la decoran ocultan un batacazo muy duro al corazón...

Miguel es el más pequeño de una familia con dos grandes tradiciones: el trabajo como fabricantes artesanales de zapatos y la prohibición de la música. Por supuesto, el principal deseo de nuestro amiguito es desoír ese mandato familiar y convertirse en una estrella de la canción, siguiendo así los pasos de Ernesto de la Cruz, el cantautor más popular del país.

Cuando el niño intenta conseguir una guitarra para participar de un concurso de talentos, termina en la Tierra de los Muertos. Y solamente la bendición de uno de sus familiares fallecidos le permitirá regresar al mundo de los vivos, retorno para el cual tiene las horas contadas.

A esta altura no hace falta mencionar lo espectacular que puede ser visualmente Pixar-Disney. Ya la secuencia de créditos iniciales te deja sin aire. El pueblito donde vive Miguelito se ve soñado, con numerosos detalles y texturas. Y la Tierra de los Muertos es un festival. Pero, porque siempre hay un pero, hay detalles en las temporalidades que distraen. Se mezclan elementos de diferentes épocas que, sí, es una película para chicos, pero definitivamente hacen ruido.

Ya desde el planteamiento del conflicto muchas cuestiones argumentales se ven algo obvias: el joven que decide romper el legado familiar, la censura, la falta de apoyo... nada que no hayamos visto o nos resulte sorpresivo. Pero justo cuando se pone a indagar verdaderamente sobre la tradición, sobre el olvido, la identidad, el amor... ahí vuelve a ser el Disney que mató a Mufasa y a la mamá de Bambi. Si bien la trama logra secuencias cómicas que arrancan carcajadas, la catarsis termina siendo a moco tendido. Por ahí la estás pasando re bien, con alguna canción pegadiza o disfrutando las payasadas de Dante, el perro, cuando de pronto... ¡plaf!, golpe bajo.

Pero creo que ya les conté demasiado: Coco es una montaña rusa.

VEREDICTO: 7 - SINFONÍA AGRIDULCE

Con una trama previsible, una temporalidad que tiene algunos huecos, personajes entrañables, canciones pegadizas y un derroche visual que es pura fiesta, Coco podría catalogarse de "traicionera": así como te abraza, te clava un puñal en la espalda. Pero mejor vayan a verla cuando se estrene y saquen sus propias conclusiones.