Chaco (2019)

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Miserabilismo mágico

El rostro de perplejidad del director, documentalista italiano Danièle Incalcaterra, nuevamente en el Chaco, en ese impenetrable que encontrara su primera parte allá por 2012 es la síntesis de un estado de situación calamitoso y la cara más cruel de la poca defensa de la palabra soberanía cuando mandan intereses ligados al dinero, la codicia y la corrupción en todas las esferas del poder.

La historia de este documental, lejos de pertenecer a un relato de realismo mágico para jugar con la idea literaria, obedece lisa y llanamente al miserabilismo que de mágico no tiene nada y que en latinoamérica despierta aún el asombro de algún extranjero que pretende generar conciencia con un proyecto utópico.

5000 hectáreas de un bosque, una tierra heredada al director por su padre durante su actividad de diplomático en Paraguay pero que luego fuera vendida durante la dictadura de Stroessner a un terrateniente uruguayo. El ecosistema de ese bosque ya fue destruido por el avance de la codiciosa soja y el desmalezamiento diario. Los pueblos originarios, Los Ñandevas, completamente apartados de su territorio y una disputa donde existen muy pocas garantías de llegar a un acuerdo sin la vía legal y tras la destitución del presidente democrático Lugo, quien había firmado un decreto para que Incalcaterra pudiera construir una reserva ecológica en su proyecto Arcadia y entregar a los guaraníes el territorio.

La idea de Chaco es registrar la visión de un Daniele Incalcaterra mucho más activo que aquel de El impenetrable como si se tratara de la segunda parte de una enorme odisea con características quijotescas por el tipo de molinos con los que debe enfrentarse entre la burocracia, la ausencia absoluta de un Estado Paraguayo que trata de mantener corrección política para no alterar intereses de los poderosos, mientras avanza inexorablemente la destrucción de la naturaleza y se pone en estado de extinción cualquier atisbo de esperanza para que nada cambie, a pesar de los esfuerzos del director italiano, su sentido y sensibilidad cuando debe dialogar con diferentes interlocutores, desde los que luchan en el anonimato, hasta los que se esconden entre grupos de abogados, contactos políticos y toneladas de billetes manchados de sangre mientras se queman 2000 hectáreas por día.

Un registro de observación directa, paseos de la desolación en una 4×4 son los elementos narrativos que forman la primera capa para encontrar en otras aristas narrativas la poesía de la imagen, el silencio y la mirada atónita ante tanta desidia.