Casa Coraggio

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Llega al Gaumont, luego de su paso por #BAFICI19, "Casa Coraggio", crossover entre una ficción casi experimental (o natural, arriesgaría), y un documental puro. Aquí Baltazar Tokman, luego de "Planetario" y "I am mad", nos trae una película sobre una familia en Los Toldos bastante particular
En ese paraje, hay un emprendimiento familiar histórico, una casa de servicios fúnebres. En todos lados las hay. Pero esta "Casa Coraggio" despliega una historia real, es el retorno de la hija del dueño, a hacerse cargo del negocio de su papá. Y no cualquier hija, una artista. Plena de sensibilidad y abierta a experimentar con lo que desconoce.
La cinta transita sutilmente por las preguntas más oscuras en relación a la integración de esos dos mundos, el de los vivos y el de los que ya no están físicamente. Porque aquí hay dinámica de trabajo y coqueteo con los universos materiales. ¿Qué es lo que realmente importa cuando desaparece lo que siempre fue parte de nosotros? ¿Genera algo en quienes lidian con ese previo paso a la despedida fina?
Compleja y madura obra, Tokman apela a sus mejores armas para desconcertarnos. De a ratos, esperamos que la historia y el conflicto se haga visible, corpóreo, estructurado. Pero no. Aunque está ahí. Y lo sentimos en el cuerpo. Las anécdotas son pequeñas y coloridas, reconocibles pero a la vez, únicas. Y no sentimos que la historia cobra forma, pero habita. Se percibe.
Y eso no sucede con la intensidad del mainstream, no. Sofía, nuestra principal protagonista, transita por escenarios con relajada presencia y deja traslucir la profundidad de un legado familiar que impacta. ¿En qué momento los sueños de nuestros padres se funden con los nuestros? ¿Cuáles son las estrategias para decir "no" a lo que nos es legado y avanzar con aspiraciones personales que marcan otros rumbos?
Hay vida, no todo es Tanatos aquí, desde ya. "Casa Coraggio", para descubrir, un nuevo paso adelante de un realizador al que hay que mirar con detenimiento.