Caño dorado

Crítica de Gabriel Piquet - Fancinema

Decisiones equivocadas

Julio, conocido como “Panceta”, trabaja en una metalúrgica en la que roba algunos caños para luego realizar armas “tumberas” (dos caños ensamblados que disparan cartuchos del 12, según él mismo menciona en una escena) en el taller de su casa, que pertenecía a su padre. Una noche, en la sociedad de fomento de ese barrio precario donde vive Julio, organizan una fiesta en la que el protagonista le vende armas a dos punteros de la zona. Uno de ellos, “Tacom”, está enamorado de la misma chica, la menor Clara, con la que “Panceta” se va al Delta el fin de semana a pescar. Ahí comenzarán los problemas.

Caño dorado se maneja entre la estética del videoclip y el documental, pero al no definirse, nunca logra atrapar con su planteo: es como si se mezclara la estética de Palermo Hollywood con la excelente Vikingo de José Campusano. Un detalle son las actuaciones: los intérpretes semiprofesionales no encajan en el mismo registro que los profesionales (Tina Serrano está desaprovechada y Lautaro Delgado tiene algunos cambios de registro de actuación que no lo favorecen), y aunque Camila Cruz es muy bonita y tiene seguramente una carrera prometedora, no es creíble en el personaje. En este sentido hay que destacar lo que hace Yiyo Ortiz con su papel de “Tacom”, el más creíble junto a su compañero puntero.

Otro problema de esta película es el guión: algunos diálogos, por ejemplo, no tienen sustento y quedan forzados. Una demostración de esto es la absurda escena en la que Clara y “Panceta” tienen sexo entre unos juncos del Delta, y después de ese momento terminan charlando sobre el lugar y cómo se creó. Pero esto no es todo, ya que la conversación derivará en otra cosa y la chica le preguntará al protagonista si trafica armas.

Film en el que ninguna de las decisiones formales funciona, en Caño dorado hay además un inconveniente trabajo con la música en el que aparecen temas de bandas como Estelares, en una escena de sexo, o de Pity Alvarez, en un momento que la imagen queda sobreexplicada por la canción. Es en esos momentos donde se ahonda en esa estética de videoclip que para nada ayuda a esta película, y que termina por redondear un producto pobre y sin norte.

(Esta crítica, con modificaciones, había sido publicada durante la pasada del film en el Festival de Mar del Plata)