Candelaria

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

El mar y la utopía que navega

Víctor Hugo y Candelaria se tienen el uno al otro. A diario ejercitan la supervivencia en la isla, carecen de todo como la mayoría de los que los rodean y viven a dieta forzada y nostalgia compartida. Se tienen el uno al otro nada más ni nada menos, y pueden contemplar el mar en libertad o jugar a las cartas para pasar las horas del apagón programado, algo natural en épocas de crisis con un embargo económico feroz, que en el contexto de esta película de Jhonny Hendrix (también autor del guión original) se remonta al llamado Período especial.

Candelaria además de protagonizar esta historia de amor junto a Víctor Hugo es el título del film y puede vislumbrarse en esa elección no azarosa un homenaje implícito a su manera de encarar la vejez con una sonrisa y ponerle el corazón a la escasez y el humor a las adversidades que se suman con el correr de los días, mientras en la radio cuando el suministro eléctrico alcanza se escuchan fragmentos de un discurso de Fidel Castro en defensa del Socialismo de aquellas épocas y de la autonomía política frente a una realidad geopolítica con el Muro de Berlín derrumbado y la poca presencia soviética para llenar los vacíos de una economía casi inexistente, sustentada entre otras cosas por el sacrificio de los cubanos y el turismo que busca conocer ese exótico modo de vida.

No obstante, el relato se despega del apunte histórico político para instalarse en lo cotidiano y desde la presencia de un objeto como una cámara filmadora abre el espectro de la intimidad de esta maravillosa pareja, representantes simbólicos de la tercera edad en Cuba. Aquellos que vivieron la euforia de una revolución pero también que padecen las consecuencias de las decisiones de Castro y su régimen.

La idea de la cámara filmadora sustraída por Candelaria en su trabajo, la lavandería de un hotel para turistas, supone otra mirada que se yuxtapone a la del propio director y desde la vitalidad y la introducción del compañerismo devenido romanticismo y sexo, la apuesta a otra filosofía de vida es manifiesta.

Hay frases pronunciadas por Víctor Hugo a lo largo del relato que quedan impregnadas como así también escenas deliciosas y tan contundentes como verdaderas, agridulces muchas de ellas pero genuinas y entrañables.

Candelaria enciende la llama de la reflexión y aviva el fuego de la resistencia de la experiencia y el cansancio de los cuerpos mal alimentados de los protagonistas. Sin embargo, la flaqueza de esa piel curtida y el hueso marcado no le quita valor a la grandeza de la dignidad cuando se ve el mar y la mirada se pierde en el horizonte de la nostalgia y de la utopía, que como la balsa que procura llegar al otro lugar donde las carencias no abunden navega sin brújula, con prisa y sin tiempo.