Breve historia del planeta verde

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

Breve historia del planeta verde mezcla elementos de ciencia ficción, aventura, drama y un sentido del humor particular, según una receta propia de Santiago Loza que sería difícil de copiar con tan buenos resultados. Tal vez sea un chiste fácil decir que la película es un poco extraterrestre, ya que uno de sus personajes lo es literalmente. Pero allí parece estar la clave de un film en el que la noción de lo diferente predomina en su narrativa y su estética.

Los tres protagonistas viven la diferencia en carne propia. Tania (Romina Escobar) es una mujer trans que hace shows y disfruta de la noche porteña con su amigo Pedro (Luis Sodá). Son amigos de toda la vida y forman un grupo inseparable con Daniela (Paula Grinszpan), quien acaba de pelearse con su novio. Cuando Tania recibe una llamada en la que le avisan que murió su abuela, regresan al pueblo en el que crecieron. Allí descubren un extraterrestre moribundo, compañero de la abuela.

Con ese ser establecen una comunión de amor y empatía que es una continuación de aquella que mantienen entre ellos desde la infancia, cuando la unión de sus diferencias les permitió superar el desprecio y el maltrato de los que los trataban como si fueran de otro planeta.

La apuesta por lo simbólico no anula la capacidad de conmover en Breve historia del planeta verde, en gran medida gracias a las excelentes interpretaciones del trío protagónico de esta película singular, que logra una conexión tanto intelectual como afectiva.