Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)

Crítica de Luis Zas - Leedor.com

Riggan Thomson (Michael Keaton) levita en su camarín como si aquel don del supehéroe del titulo se le hubiera quedado pegado en el alma. Su camarín es el centro de su universo en donde juega a un caprichoso Dios tratando de gobernar su planeta que es un teatro perdido en Broadway.

levitación

El ex Batman intenta ser director de teatro de una obra de Carver (“De qué hablamos cuando hablamos de amor”) con actores de pasado “aéreo” como Naomi Watts (a través de las manos peludas del amigo Kong), Edward Norton (dando saltos verdes cuando se transformaba en Hulk) y con una asistente / hija como Emma Stone (que viene de colgarse de las telarañas de Spiderman) y en un segundo plano Andrea Risenborou (la pareja “atmosférica” de Tom Cruise en Oblivion) como su atribulada pareja.

En este teatro / mundo Micheal Keaton es gobernado por la histeria del inminente estreno y por eso vuela a través de los pasajes laberínticos del teatro tratando de aumentar sus problemas personales y artísticos que un serio Zach Galifianakis (me gusta más con resaca) como amigo y productor intenta desesperadamente solucionar o por lo menos aplacar, todo atravesado por la luminosa presencia técnica de un excelente Emmanuel Lubezki otro especialista en ingravidez como lo demostrara en la película del otro mexicano Alfonso “Gravity” Cuarón.

En este clima de vuelo ácido, la película de Iñarritu parece un cambio de sus anteriores producciones mucho más dramáticas y “pesadas” (si hasta “21 gramos” nos recuerda el sistema de pesas y medidas) aquí reina la ironía y la crítica al mundillo artístico, la “Babel” propia transformada en el infierno tan querido.

Si hay una constante con sus anteriores producciones es la dialéctica de la conservación/búsqueda/perdida del amor, en Birdman no hay accidentes que cambien la vida de los personajes (muerte, enfermedad y discapacidad como en las anteriores), no hay historias paralelas ni realismo crudo que convergen en un punto, hay una historia de desamor rica en matices que esperan ser interpretados.

Como en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius de Borges la ficción se apodera de la realidad y el texto de Carver se hace cargo de darle una definición a la vida de un esperpéntico actor/director/ ex – superhéroe que además de querer volar necesita un destino.

Algo del clima de Birdman me recuerda a la inigualable All That Jazz de Bob Fosse, en su feroz autocrítica del mundo ególatra del espectáculo y en el derrotero de los artistas Michel Keaton y Roy Scheider (¿No lo rescata Fosse a Scheider del pesado traje del heroico “jefe Brody” del Tiburón 1 y 2?).

Sin embargo All That Jazz le saca distancia en casi todos los rubros empezando con la diferencias de guión que en ATJ está magistralmente construido como un musical dentro del musical y en Birdman nos encontramos con un guión irregular, poceado, como los baches que tanto conocen Giacobone y Bo (guionistas argentos de la película) de la linda Buenos Aires, con momentos interesantes como los monólogos interiores/exteriores del joven Birdman y Riggan y los diálogos suicidas de la dupla Stone/Norton en la terraza del teatro y con otros trayectos algo desparejos y esterotipados como los diálogos entre la crítica todopoderosa del The New York Times y Keaton y los lamentos culposos de nuestros actor y héroe principal.

Armando Bo Jr. y Nicolás Giacobone, recuerdo, tuvieron su estreno local en el Bafici 2012 con El último Elvis, la opera prima de Bo Jr., que también retrataba a un artista deprimido y marginal cuyo mérito era ser imitador del gran Elvis con similares problemas familiares que Birdman, siendo todo su sueño conocer un lugar mítico y desconocido llamado Graceland.

Señala Diego Battle en su crítica a la película que el cambio de firma que hace el director del Gonzalez Iñarritu por el de G. Iñarritu anticipa el cambio que después vemos en el film, yo agregaría que con la inclusión de Gicobone y Bo, el armado de un nuevo colectivo se parece más a un cierto despojo autoral y a una economía formal que recién empieza.

Si no contamos a Patoruzú, nuestra cultura carece de superhéroes con tanto pecho inflado, pero sí tuvimos en el 29 festival de Mar del plata una importante representación de selectos y ultramimados directores locales y extranjeros que se pavonearon en algunas conferencias a veces hasta tomando el pelo a los espectadores/periodistas que preguntaban.

¿Qué tipo de película hubieran hecho Iñarritu/ Giacobone/Bo si se hubieran inspirado en nuestra autóctona fauna narcisa?

UP IN THE AIR.