Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Beautiful Boy es un drama que cuenta la historia de David Sheff (Steve Carell), un padre que ve como su hijo Nick (Timothée Chalamet) se vuelve adicto a la metanfetamina e intenta ayudarlo a que deje la adicción que lo está destruyendo. La propuesta es más interesante que su ejecución, pero aun así consigue mostrar la desesperación de David, su ex esposa, mamá de Nick, y la nueva esposa con la que David tiene dos niños. Todos desean lo mejor para Nick y buscan encontrarle la vuelta que no parece tener salida.

Una película de estas características suele apoyarse en la intensidad de las actuaciones y esta no es la excepción. El rol para premios es el del adicto, como ocurrir, pero las mejores actuaciones son las otras, lo que tampoco es sorprendente. Los premios en general son un mal chiste, caprichoso y arbitrario, pero en lo que actuación se refiere son un bochorno. Esto no debería preocupar a nadie, excepto cuando se nota que alguien está forzando su trabajo para contar con nominaciones o galardones. Pero ahora la moda son las actuaciones basadas en celebridades, por lo cual esta película ha quedado un paso atrás. Maura Tierney, interpretando a Karen Barbour, la esposa de David, demuestra cómo actuar con sobriedad en un film en el que muy fácil se puede caer en sobreactuaciones.

No hay espectador que pueda estar indiferente frente al conflicto de ver a un ser querido caer en algo que está más allá de su control. Qué por momentos pide ayuda y en otros rehúye de ella. Si además los que sufren son los padres, no es fácil no sentir la angustia. En eso la película funciona y aporta sus mejores logros. Luego elige ser didáctica y pierde autenticidad. No hay nada de malo en serlo, pero sí cuando este didactismo afecta la narración cinematográfica. En un momento David consulta al Dr. Brown, para ver si puede ayudarlo con su hijo. El actor que lo interpreta es Timothy Hutton, quien en 1980 saltó a la fama por ser un adolescente atribulado en la película Gente como uno (Ordinary People) de Robert Redford. Hay una conexión en la mirada y la idea del cine que ambos films tienen. Un drama familiar realista con grandes actores y un proceso de aprendizaje en común. En su afán de servicio social Beautiful Boy termina con carteles que explican la gravedad del conflicto en Estados Unidos. La película podría haber estado encima de ese discurso de carteles en el cierre. Renunciar al cine para entregarse al discurso es una elección, tal vez el director evaluó que era más importante. Sin embargo, cuánto mejor sea una película, mejor llegue su discurso