Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

De nada sirve hacer una película que apueste a emocionar sin reflexionar por las posibles causas de los problemas que aborda. La falta de una visión política es el gran problema de Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo, dirigida por Felix van Groeningen y protagonizada por Steve Carell y Timothée Chalamet, quienes interpretan a David y Nic Sheff, padre e hijo respectivamente.

Nic empieza a probar todo tipo de drogas desde la adolescencia. El padre, interpretado de manera poco convincente por Carell, ya no sabe qué hacer para ayudarlo. Separado desde hace un tiempo, David, que es periodista en San Francisco, tiene dos hijos más con su segunda esposa. La madre de Nic vive en Los Ángeles y tampoco sabe cómo sacarlo adelante.

El filme muestra las recaídas de Nic, las escapadas de hospitales y de casa, las peleas con su padre, sus romances con chicas con el mismo problema. No se sabe por qué cayó en las drogas. La separación de los padres cuando él era niño es apenas una tímida insinuación.

Como su personaje principal, la película da vueltas sin saber qué hacer y el director es incapaz de plantear, por ejemplo, posibles causas sociales, o al menos psicológicas. Es, en definitiva, una película políticamente descomprometida, que no asume ninguna perspectiva teórica para decir algo acerca de las muertes por sobredosis en la población norteamericana menor de 50 años.

¿Qué dice acerca de ser adolescente en la actual etapa del capitalismo tardío? Nada. Felix van Groeningen no advierte que el problema de Nic, y el problema de los adolescentes con las drogas, puede ser político. La película, por lo tanto, se limita a ser un drama desabrido y mecánico de una familia de clase media que tiene que lidiar con un hijo adicto a la metanfetamina.

Otro problema es la pulcritud con la que está filmada. No parece una película sobre un adolescente que se inyecta heroína, sino la de un chico bonito y limpio que todavía toma la leche con cereales. Es decir, le falta enchastrarse en el lodo de las drogas duras, donde la luz que indica la salida del túnel siempre es una ilusión óptica, producto de la abstinencia. Si hasta la remera rota con la que se lo ve en un momento a Nic parece haber sido agujereada segundos antes de filmar la escena.