Batman: el caballero de la noche asciende

Crítica de Daniela Kozak - La conversación

Algunas películas generan tanta expectativa que su estreno se convierte en un verdadero acontecimiento. Si son de superhéroes, el efecto se potencia aún más gracias a los miles de fans que alimentan la web con especulaciones. Y si el superhéroe en cuestión es Batman, el más popular de los personajes de comic, el asunto adquiere dimensiones casi épicas. Es el caso de Batman: el caballero de la noche asciende, tercera entrega de la trilogía dirigida por Christopher Nolan de la que se habla hace meses; que llega a los cines argentinos el jueves 26, luego de haberse convertido, además, en el escenario de una tremenda masacre en Estados Unidos.

Más allá de las terribles circunstancias que rodearon el estreno norteamericano, la expectativa por esta tercera y última parte de la franquicia iniciada en 2005 se debe a que Batman es el más querido de los superhéroes –mucho más que sus colegas Superman o Spiderman- porque es el más humano. Bruce Wayne, el hombre que sale por las noches vestido de murciélago a luchar contra el crimen en las calles de la oscura y miserable Ciudad Gótica, no tiene poderes más allá de lo humano. Además de contar con la enorme ventaja de ser multimillonario, su heroísmo se apoya en su inteligencia, en su habilidad física y en el uso astuto de la tecnología. Y su convicción proviene de la rabia y la angustia por un pasado trágico: sus padres fueron asesinados delante suyo cuando era chico. Sus ansias de justicia tienen una inspiración ambivalente, nunca unívoca. Algo que suele pasarle a los mortales.

Tal es la fascinación por Batman que, en 73 años de existencia, la historia fue reinventada una y otra vez, en todos los soportes que ha alumbrado la cultura popular: comics, televisión y sagas cinematográficas. Creado por el dibujante Bob Kane y el guionista Bill Finger como respuesta al éxito de Superman, Batman vio por primera vez la luz en mayo de 1939 en la revista Detective Comics. El personaje tuvo su éxito, y al año siguiente ya tenía su propia revista, pero en las décadas siguientes entró en decadencia hasta que recibió un fuerte envión pop en 1966, cuando se trasplantó como serie a la pantalla de TV. Entre 1966 y 1969, Adam West encarnó la versión más kitsch del personaje, alejada de la figura noir del comic. Gracias a la serie de colores brillantes, Batman quedó asociado al entretenimiento infantil. Pero en 1986, con la publicación de Dark Knight Returns (El caballero oscuro vuelve), Frank Miller lo resucitó, transformándolo en un personaje atractivo para los adultos. En la versión escrita e ilustrada por Miller, Batman abandona su retiro para enfrentar las nuevas amenazas que aterrorizan Ciudad Gótica. La reinvención del comic derivó en la saga cinematográfica que inició Tim Burton a fines de los ochenta (Batman y Batman vuelve), que logró conquistar el corazón de los fans. Luego vinieron las dos de Joel Schumacher (Batman forever y Batman y Robin), que hundieron la saga en un pozo cada vez más hondo.

Hubo que esperar hasta 2005 para ver renacer el personaje en el cine, de la mano del director de Memento, que concibió la versión más oscura y realista de todas; una historia de superhéroes anclada en los conflictos sociales y políticos y los miedos que atraviesan Estados Unidos desde el 11 de septiembre de 2001. Protagonizada por Christian Bale, Batman Inicia reinventó la franquicia con un éxito enorme, tanto de crítica como de taquilla. En 2008, Nolan dirigió la segunda entrega, El Caballero de la Noche, aclamada por buena parte de la crítica como una obra maestra. Con El Caballero de la noche asciende, el director buscó cumplir con las expectativas generadas por las películas anteriores pero, a la vez, darle al público algo nuevo. Y el resultado no defrauda. Christian Bale, el Batman del siglo XXI, sintetiza el arco narrativo que recorre su personaje en la trilogía: “En Batman inicia ves la tragedia y el dolor que motivan a este joven enojado, que se siente impotente y que está buscando un camino; quiere averiguar quién es y lo que puede llegar a ser. Luego, en El Caballero De La Noche, ya ha descubierto el camino: es útil; está haciendo lo que imagina que es lo mejor que puede hacer en su vida. Ahora, a ocho años de eso, ha perdido lo único que le daba un propósito…hasta que lo obligan a enfrentar una nueva amenaza para la ciudad y para sí mismo”.

La nueva película encuentra a Bruce Wayne retirado de la vida pública desde hace ocho años, deprimido por la pérdida del amor de su vida. Pero el multimillonario tendrá que volver a calzarse el batitraje cuando un nuevo villano llamado Bane empiece a asolar la ciudad con actos terroristas. Además de los personajes habituales de la saga (Morgan Freeman como Lucius Fox, el director ejecutivo de Wayne Enterprises, y los personajes geniales de Gary Oldman como el comisario Gordon y Michael Caine como Alfred, el mayordomo), la película incorpora otros nuevos como Selina Kyle (Gatúbela). La femme fatale que encarna Anne Hathaway es una ladrona experta, amante de las joyas, que no tiene nada que envidiarle a la Gatúbela de Michelle Pfeiffer. Marion Cotillard interpreta a Miranda Tate, una bella millonaria que no existía en el comic, que pasa a integrar la mesa directiva de Wayne Enterprises. Además, Joseph Gordon-Levitt se une al elenco para interpretar al valiente oficial de policía John Blake.

Si en las primeras dos películas Chicago servía de escenario para Ciudad Gótica, en el final de la trilogía hicieron falta tres ciudades: Pittsburgh, Los Ángeles y Nueva York. “Ciudad Gótica es una versión intensificada de Nueva York, así que sentí que teníamos que poner más de Nueva York en esta película, porque Batman: El Caballero De La Noche Asciende se centra mucho en Ciudad Gótica, más que las dos películas previas”. La presencia fundamental de Manhattan es la que asocia visualmente la película con los acontecimientos que sacuden a la capital del mundo contemporáneo desde los comienzos del siglo hasta el presente inmediato: hay grandes torres, explosiones, multitudes enardecidas, amenazas nucleares y caos en Wall Street, además de ataques terroristas en pleno espacio aéreo. Leída en términos políticos, la película es tan ambivalente como el propio Batman, esa fuerza protectora y a la vez parapolicial, capaz de trascender cualquier límite. Nolan ha dicho en algunas entrevistas que la película no tiene un mensaje político sino que buscó crear una historia de alcance universal, pero es difícil ver la trilogía, y sobre todo la última entrega, al margen de la realidad política norteamericana, porque incluso más allá de la narrativa, la fuerza de las imágenes renvía a ella una y otra vez.