Bajo el mismo techo

Crítica de Ezequiel Boetti - EscribiendoCine

Queríamos tanto a Seth Rogen

Llámenlo deja vú o como quieran, pero el que no vea en Bajo el mismo techo (Life as We Know It, 2010) y Ligeramente embarazada (Knocked Up, 2007) dos películas fichadas por la misma matriz que tire la primera piedra. Premisa similar (dos seres opuestos unidos por una eventualidad) y misma actriz (Katherine Heigll) soplan hacia esa dirección. Pero he aquí dos menudas problemáticas: el fino contorno y pulso de Judd Apatow detrás de cámara fue reemplazado por el ignoto Greg Berlanti, y a Josh Duhamel le falta mucha pero mucha sopa cómica para semejarse al enorme Seth Rogen.

El film comienza con Messer y Holly encontrándose para una cita que siquiera es tal: no llegan ni encender el auto. Mejores amigos de una pareja felizmente casada e inevitables padrinos de la primogénita, serán los encargados de educarla cuando el malvado Dios de Hollywood se empecina con los tortolitos y el auto “se voltea”, tal como dice el subtítulo.

La historia de dos personajes opuestos obligados a conciliar posiciones por razones de fuerza mayor cuyo desenlace los encuentra enamorados es casi tan vieja como el cine mismo, y resultaría imposible determinar un culpable de plagio cuando difícilmente quede posibilidad argumental por transitar. Porque a priori eso era la historia Ligeramente Embarazada, la del gordito desocupado Rogen y la hermosa presentadora televisiva con un futuro más que promisorio que era Heigl, embarazada luego de un encuentro casual motorizado por una incuantificable cantidad de bebidas blancas. Conciente de la imposibilidad de evadir el lugar común, Apatow decidió recorrerlo seguro de sus armas, personajes magnéticos y un guión férrico, con un timing admirable. Todo eso le falta al film de Berlanti, guionista de algunos capítulos de esa bobaliconada catódica que era Beverly Hills 90210.

Ya el quiebre argumental habla no sólo de un crueldad inusitada para una comedia familiar sino de un profundo desapego por los personajes. Luego un tercio de hora donde el film ruega por la empatía del espectador hacia los padres de Sophie, la película los elimina en un auto “volteado”. Afortunadamente se soslayan imágenes del hecho. Más increíble resulta la voltereta legal para que sean los infortunados amigos los tutores legales del vástago. Pero eso quedará un sitio sobre derecho y asuntos legales. Sigamos con el cine.

Bajo el mismo techo es también un buen caso de análisis de Marketing. El póster muestra al torneado Duhamel corriendo cerveza en mano y semidesnudo por un gigantesco comedor al lado de la pequeña protagonista, ambos perseguidos por la enfermera de Grey´s Anatomy. Es una imagen descontrolada y libertina, algo así como una virtual secuela de ¿Qué pasó ayer? (The Hangover, 2009). Se promete una incorrección ausente en el corte final. Porque Bajo el mismo techo es una comedia plástica, lavada, de innegables ribetes igual de consumistas que sus protagonistas (hay no menos de 5 escenas con comidas dignas de banquetes palaciegos). En la película de Apatow todo exuda realismo. Desde el contexto socio-económico donde se desarrolla la trama hasta el suave discurrir de la relación central pasando por su accionar ante la incertidumbre de lo no deseado, se respira una empatía no generada a fuerza de música sino como premio al trazo cercano y reconocible de esas criaturas.

Ligeramente embarazada tomaba la premisa periodística de “un dato por palabra” para traducirla a “un chiste por línea”. Sí, es fácil hacerlo cuando se tiene una tropilla de secundarios como Paul Rudd, Jonah Hill y Jay Baruchel. Eso hace aún más notable la ausencia de personajes destinados a insuflarle frescura a los protagonistas. ¿El médico que flirtea con Heigl? Un muñeco de torta ABC1. ¿La asistente social? Apenas un fusible transitorio que explota al final de cada escena. La previsibilidad de trama resulta apenas una minucia al lado del humor al que apela Berlanti, talibán de lo simplón y obsoleto que aún cree un pañal y la palabra “popo” dan gracia.

Bajo el mismo techo sirve para certificar el physique du rol casi patológico de Heigl, que repite por enésima vez el personaje de soltera-buenuda-desafortunada-con-los-hombres (la mencionada Ligeramente embarazada, 27 bodas, Asesinos con estilo, La cruda verdad). Y también para darnos cuenta cuánto amamos a Seth Rogen y sus inefables amigos.