Aterrados

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Paranormal para el cine argentino de género.

Aterrados, la nueva propuesta del realizador argentino Demián Rugna, es un film redondo. ¿A dónde nos conduce esta afirmación taxativa? Sencillamente a que este relato que toma el contexto de lo paranormal para imbuirse de las mejores influencias del cine de género -pero más precisamente del J-Horror- para no estancarse en lugares comunes del cine mainstream norteamericano cuenta con tres factores favorables: relato verosímil, muy bien matizado en climas, atmósferas y uso inteligente del espacio, y por último prolijidad en materia técnica, tanto en lo que a sonido se refiere como a la utilización de efectos y maquillaje.

La premisa paranormal ubica al espectador en una cuadra de un barrio urbano. En las casas enfrentadas de esa zona, los vecinos experimentan actividades paranormales, pero Demián Rugna no cae en la tentación de la franquicia “paranormal activity”; no aburre con el recurso de falso documental sino que introduce una investigación pseudo policial, con un personaje interpretado por el actor Maxi Ghione, quien lleva adelante uno de los puntos de vista, en consonancia con otros de los llamados personajes facilitadores, versados en la materia de lo paranormal.

También la perturbadora presencia de un niño en estado de putrefacción, aparecido misteriosamente tras su entierro, conecta otro relato respecto al drama familiar de una madre que no puede soportar la pérdida, en la piel de la actriz Julieta Vallina, además de ser un nexo del pasado con el policía Funes (Ghione).

Las buenas dosis de truculencia, gore, terror psicológico y la expresa renuncia al humor o al chiste para distender a la platea marcan las diferencias entre una película argentina que hace honor al género y no se lo toma en solfa, pero además de la importancia en la construcción meticulosa de los personajes, sus conflictos más allá de lo sobrenatural, y por supuesto sus resoluciones coherentes con la propuesta integral.

Cuando se está en presencia de un cine argentino, batallador, trabajado y con corazón no se puede pedir nada más. Sencillamente que se multipliquen las pantallas para este tipo de propuestas porque de a poco encontrará público no prejuicioso y las ventanas de un mercado externo atento a los nuevos realizadores argentinos o latinoamericanos.