Aterrados

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Dentro del cine fantástico y de terror de Argentina surgen nombres que comenzaron desde la independencia más absoluta y de a poco logran acceder a más presupuestos y recursos. Demián Rugna, por ejemplo. Desde The Last Gateway (2007), su ópera prima, presenta situaciones de puro horror en ámbitos cotidianos, o que al menos no invitan a hechos tenebrosos. Aterrados (2017) encaja en esa premisa.

Un vecindario se vuelve epicentro de una serie de hechos paranormales: desde ruidos extraños hasta muertes atroces… con el agregado de que los cadáveres suelen volver de la tumba. El comisario Funes (Maxi Ghione) y tres especialistas en fenómenos parapsicológicos deciden averiguar qué sucede, pero las revelaciones pondrán a prueba la resistencia de cada uno.

Se notan las influencias de clásicos como Poltergeist: Juegos diabólicos (Poltergeist, 1982), Pesadilla en lo profundo de la noche (A Nightmare on Elm Street, 1984) y Cementerio de animales (Pet Sematary, 1989), y puede ser relacionada con las sagas recientes de La noche del demonio (Insidious) y El conjuro (The Conjuring), ambas de James Wan. Sin embargo, Rugna jamás se sostiene a partir de homenajes o guiños para los fanáticos: la película genera un núcleo propio, basado en climas escalofriantes y golpes de efecto exactos, que no dan tregua al espectador. Su visión puede ser relacionado con el terror de Asia, donde la amenaza sobrenatural nunca discrimina a las víctimas ni por su edad ni por su manera de ser (a diferencia de cómo suele funcionar el género en los Estados Unidos, que invita a lecturas moralistas).

Otro mérito del film es el uso, mayormente, de efectos prácticos, y la participación de actores talentosos, adecuados para sus papeles y no famosos. Estos detalles la vuelven una experiencia palpable, al estilo de los largometrajes de los ’80, en los que todo puede pasar.

Aterrados consigue sobresalir por encima de otros films de terror argentinos porque, más allá de algunas calculadas y necesarias gotas de humor, deja de lado toda ironía y se sumerge sin culpa en el género. Además, marca un paso crucial en la carrera de Demián Rugna; junto con Daniel de la Vega, Pablo Parés, Gabriel Grieco, los hermanos Onetti y Fabián Forte, uno de los abanderados del fantástico más oscuro nacional.