Ata tu arado a una estrella

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

De la mano de una de las documentalistas más reconocidas de nuestro país, "Ata tu arado a una estrella", de Carmen Guarini, se eleva por sobre el homenaje al enorme Fernando Birri. En 1997, se cumplían 30 años de la muerte del Che Guevara tan cargada de misterio como de mística de mantener las ideas hasta las últimas consecuencias.
Ese año no solo simbolizó el hallazgo de los restos en territorio boliviano, repatriados en ese momento a Cuba; sino que simbolizó la oportunidad para que varios proyectos audiovisuales sobre su imagen se gestaran, siendo "Che, Hasta la victoria siempre", de Juan Carlos Desanzo, el más popular y grande de ellos.
El célebre Fernando Birri, considerado padre del Nuevo Cine Latinoamericano en los años ’60, también quería rendir su homenaje, poniendo el foco en el empuje de las utopías. Ese proyecto, dificultoso, que terminó siendo "Che: ¿Muerte de la utopía?", fue documentado por Carmen Guarini a modo de backstage.
El material, inédito y olvidado hasta la fecha, fue rescatado por la realizadora que decidió completar de algún modo el trabajo de Birri desde una mirada en la actualidad, del director (fallecido en diciembre último) y de las utopías. "Ata tu arado" a un puñado de estrellas se compone de dos segmentos diferenciados.
El primero, compuesto por aquel material de 1997, que muestra la intimidad de Birri detrás de cámara, y dialogando con quienes serán los entrevistados en su película.
Allí aparecen Osvaldo Bayer y Ernesto Sábato, entre otros, para hablar sobre la figura del revolucionario, y el foco sobre el que versaría el documental.
Birri pretendió viajar por el mundo buscando la huella del Che y hablar sobre la persecución eterna de lo utópico. Así como decía Eduardo Galeano, las utopías sirven para caminar. Guarini reinterpreta "Che: ¿Muerte de la utopía?"y amplía el espectro de la utópico alrededor de la figura de Birri y ese deseo de hacer algo inmenso para su admirado, dejar una huella propia desde lo fílmico. Casi como si se tratase de un nuevo corte sobre el mismo proyecto.
Posteriormente, Guarini viaja a Cuba e Italia para continuar hablando de las utopías. Birri planteaba la decadencia de las utopías sociales allá por fines de los ’90, ¿en dónde habían quedado los sueños de aquellos revolucionarios de los ’60?. ¿Inconscientemente?
Estaba hablando de sí mismo. Guarini pretende volver 20 años después para comprobar si esa muerte vaticinada realmente ocurrió, y allí encuentra a un Birri nonagenario, ¿espectral? ¿angelical? Pero aún potente. Existen varias coincidencias en la figura de ambos cineastas. Birri abrazó el movimiento social revolucionario de los ’60 y lo hizo cine, plasmó una realidad que muchos poderes querían esconder; también le costó una buena parte de su vida.
Él mismo ya había tratado la figura de Guevara en los’80 con "Mi hijo el Che – Un retrato de familia" de don Ernesto Guevara. Guarini, dedicó gran parte de su filmografía a retratar esas figuras de la revolución social; como su recordada "Jaime de Nevares: último Viaje", o "Walsh entre todos". También recurrió a la figura de Birri anteriormente en "Compañero Birri".
Quizás sea ella ahora quien quiera hablarnos de sus propias utopías. En ese entrecruce entre las utopías del ayer y del hoy, sobre la muerte y el renacer, sobre la necesidad de los legados, y las figuras que se mantendrán perennes aún luego de su partida física; hay mucho de comparación de las formas del pasado con las actuales; también desde lo cinematográfico.
Guarini retoma una filmación en VHS de un backstage de 1997. Al momento de trasladarse al presente utiliza nuevas metodologías ligadas al digital y a la acción en movimiento, y la posibilidad de registrar al alcance de todos. Birri como representación de ese cine con cuerpo, con estructura y andamiaje, capturado por cámaras diminutas, de una resolución detallista, pero plástica.
¿El cine lo hacen las cámaras o los cineastas? Carmen Guarini pudo hacer un bello homenaje sobre la figura del legendario Fernando Birri, como ya lo realizó con otros colegas.
En "Ata tu arado a una estrella", recopilando material antiguo y redefiniéndolo con tomas actuales, supera al homenaje y reconvierte un proyecto que en su momento resultó problemático, desde una óptica que le permite hablar del maestro, de ella, de la muerte y resurrección de ideas, de la posteridad, y de la inmensidad del cine en general. Un amante del cine no debería perderse este regalo.