Astrogauchos

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

UN TRAJE PRESTADO

El nombre de Matías Szulanski es uno que viene circulando de manera profusa en el circuito del cine independiente argentino: con Astrogauchos, son cinco las películas que estrenó en apenas tres años (las otra son En peligro, Recetas para microondas, Pendeja, payasa y gorda y Reemplazo incompleto), cifra difícil de igualar en el complejo sistema de producción del cine argentino. Y si bien en sus películas se observa siempre una intensión de apostar por los géneros y hacerlo de manera lúdica, también asoman las limitaciones de la baja producción o de ideas que no terminan por fluir de la manera en que deberían hacerlo. Sin embargo, Astrogauchos es otra cosa, un film mucho más ambicioso que apuesta por una estética bien precisa y por una temática que no esquiva la necesidad de una ambientación de época. Ezequiel Tronconi interpreta Emilio Castillo, un científico que en la Argentina de 1966, y en plena lucha aeroespacial, asegura que los rusos le robaron los planos para poner en órbita al satélite Sputnik, y que de ponerse en marcha un plan que él creó el país estaría en condiciones de llegar a la Luna antes que lo soviéticos y los norteamericanos. Vistos los resultados y lo que sucede con el pobre Castillo, se podría decir que Szulanski sufre un poco las mismas consecuencias de la ambición formal y estética de su proyecto.

Astrogauchos no es sólo una dirección de arte interesante y un trabajo destacado en vestuarios y peluquería, también desde lo fotográfico y desde los encuadres hay una intención de recrear el cine de los años 60’s y de darle forma por medio del humor absurdo. En la película de Szulanski se observan recursos que emulan el cine de Wes Anderson, tanto desde los movimientos de cámara y los encuadres como desde la introspección de los personajes, pero también a las películas de los hermanos Coen, con una mirada sardónica sobre la burocracia y un cinismo algo molesto. A Castillo las autoridades lo tienen de acá para allá, como también lo tiene de acá para allá su mujer, en una serie de situaciones absurdas y lunáticas que pretenden aprehender un espíritu de comedia que ya no se practica mucho. No se puede decir que Szulanski no tome riesgos y que en el contexto de la comedia argentina Astrogauchos no tome una distancia más que atendible. Si se apela a lo costumbrista, se lo hace por medio de una operación estética que suprime su costado más grosero para apostar por una risa contenida. Pero si algunos momentos funcionan y estéticamente la película se sostiene, hay algo en Astrogauchos que la vuelven absolutamente impersonal y dependiente de sus referencias. Los personajes nunca terminan de generar empatía y a cada segundo la película cae presa de las comparaciones. Y así como en Pendeja, payasa y gorda todo se veía como una tarantineada tardía, en Astrogauchos el espíritu de Wes Anderson y los Coen pesa tanto que más que un homenaje lo que vemos es un traje prestado que chinga por varios lados.