Aquaman

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Siguiente paso en el universo cinematográfico de DC, "Aquaman" de James Wan parece haber escuchado el pedido de los fans, aún manteniendo la impronta de la casa editora. Durante más de veinte años, el reinado de las películas de superhéroes era casi exclusividad de la gente de DC. Superman en 1978 plantó bandera y nadie se le animaba, por lo menos no con el suficiente éxito y producción como para hacerles sombras.
Recién para 2000, "X-Men" comenzaba a cambiar el panorama; junto a "Iron Man" ocho años después. Ya para 2012, "Avengers" llevó la posta a la vereda de enfrente. Desde entonces, el fanmade está con Marvel, y DC navega en desesperados intentos por recuperar lo que era suyo. "Aquaman" es otro capítulo dentro de esa contienda.
Que son demasiado solemnes, muy plásticas, que los personajes y los diálogos no están desarrollados, que les falta gracia. DC recibió críticas de todo tipo en los últimos años, y parece que tomaron nota. El personaje creado por Mort Weisinger y Paul Norris no está entre los más populares, por lo que el desafío era doble. Aunque el antecedente con "Mujer maravilla" era positivo.
Pareciera que ahora les va mejor cuando se alejan un poco de sus dos pilares Superman y Batman. Quizás la falta de presión de tener que hacer algo enorme los favorece.
"Aquaman" se siente así, una película relajada, pensada para el entretenimiento directo; y esa es su clave para obtener resultados positivos. Ubicándose luego de los hechos de "Batman vs. Superman" y "La Liga de la Justicia", Arthur (Jason Momoa) ya actúa como un paladín en el mar, rescatando inocentes, y atacando a una banda de piratas modernos, entre otras cuestiones.
Pero el pasado vuelve a buscarlo. En una secuencia previa conoceremos sus orígenes, como hijo de un cuidador del faro (Temuera Morrison, gran rescate) y Atlanna (Nicole Kidman), reina de la Atlantida que huyó de un matrimonio arreglado para prolongar la dinastía. "Aquaman" se maneja con intrigas palaciegas y todos sus elementos. Celos, traiciones, envidias, entramados, distintas familias disputándose el poder, y por supuesto, choque de dos mundos.
Arthur desconoce, o niega, mucho de su proveniencia; y aquello de lo que su madre una vez huyó, ahora reclama su presencia. Ante la posibilidad de asunción de un nuevo rey, Orm (Patrick Wilson), hermanastro de Arthur; los opositores necesitan que este reclame su trono legítimo. Pero para esto, primero deberá formarse y superar una serie de desafíos. Aquaman es similar a Thor o Black Panther en este aspecto, pero resuelve varios asuntos mejor que aquellas.
No abusa del humor absurdo cliché, empatiza mejor con los personajes y su química entre sí, no convulsiona los sentidos, y no se asumen como más que una película pochoclo rápido. Orm pretende dar por terminado un pacto de paz con los humanos e imponer su poder. Vulko (Willem Defoe) que entrenó a Arthur de chico, ahora debe guiarlo nuevamente.
Se le suma Mera (Amber Heard), princesa de otro dominio que en un principio no empatiza con los humanos, pero terminará formando dúo con Arthur para truncar los planes de Orm. En realidad el argumento es bastante sencillo, y si por algo se complejiza es por abarcar demasiado, quizás más de lo necesario. No se destaca por su originalidad, ni busca hacerlo.
Es un espectáculo que entra por lo visual (sin recaer en la megalomanía de los films de Snyder), y presenta un timing adecuado para la aventura. No encontraremos mucho del James Wan clásico asociado al mundo del terror, quizás sí el de "Rápido y Furioso". En lo que es un film por encargo, Wan le otorga espacio a los personajes, les de su momento de lucimiento y protagonismo a cada uno, y hace que la película fluya armoniosamente.
"Aquaman" tiene humor, mucho, quédense tranquilos. No es ese humor en base a las referencias cancheras, aunque sí hace uso de una banda sonora muy ganchera y certera con acordes de clásicos vintage.
El humor de "Aquaman" recuerda al del "Superman" de Donner, apelando a la química de la pareja, sacando chispa del cruce de mundos. En este aspecto, Momoa y Heard se complementan, se divierten y nos divierten. No trata de asumirse en serio, y así todo se ve agradablemente ligero, colorido, pasatista, pero sin perder la épica distintiva de DC. Las dos horas veinte de duración pasan rapidísimo y nunca decae.
Momoa ya había demostrado estar a la altura del personaje. Acá explota un poco menos su costado burlón que en los films anteriores, y nos convence que el protagónico no le queda grande. Los secundarios son otro acierto, sumándole a los mencionados, un Dolph Lundgren delicioso.
Aquaman se dispersa en el medio, abarca demasiados giros y aristas. Lleva a sus personajes de un lado hacia el otro. De recolectar pistas, a enfrentarse a un monstruo; de truncar al pirata transformado en Black Mamba (Yahya Abdul-Mateen II, algo deslucido) a adentrarse en las intrigas interoceánicas. En algún punto, esto la debilita. Cuando se focaliza, y se concentra en el viaje de Arthur y Mera, ahí la película sube y atrae.
Por suerte, es el mayor tramo. DC parece haber tomado lo mejor de su casa rival, sin necesidad de querer imitarlo infructuosamente como hizo en "Suicide Squad". Conservando su espíritu, y aportándole humor y ligereza. El resultado es bienvenido. Así como nuestro protagonista, hay un trasfondo de querer recuperar el trono. Solo el tiempo dirá si lo lograron.