Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Sigue la magia, pero sólo para algunos

Llega la segunda parte de esta nueva saga mágica, desprendida del mundo de Hogwarts y la cabeza de J.K. Rowling, que escribió el libro “Animales fantásticos y dónde encontrarlos”, como una suerte de apéndice de la estructura de Harry Potter, pero con un fin benéfico. Vale la aclaración, porque la historia del magizoólogo Newt Scamander (Eddie Redmayne) no estuvo pensada en principio como una ficción en sí misma, sino que el libro del que se desprende es un texto de estudio para magos que juega a ser real.

Es por ello que al poner manos a la obra para el guión cinematográfico, J.K. Rowling tuvo que idear todo un nuevo mundo, ambientado en la década de 1920 (época de trabajo de Scamander) y al parecer el contexto se le extendió tanto, que le cuesta cerrar el hilo narrativo. En esta ocasión, todo el prólogo de una “guerra” por venir tiene como protagonista a Grindelwald (Johnny Depp), quien quiere formar un ejército de magos “pura sangre” para gobernar el mundo mágico y el mortal.

Un joven Albus Dumbledore (Jude Law) buscará a Scamander, su antiguo estudiante, para que lo ayude, porque cree que es la única persona que no está en búsqueda de poder, sino de lo que es correcto hacer para el mundo.

“Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald”, ya se diferencia por completo de Potter y compañía porque entendemos que estaremos detrás de un mismo argumento dividido en diferentes películas. Desgraciadamente, esto se desprende del conocimiento de esta construcción de historia, con una segunda película que funciona como presentación de personajes, obviamente de nuevas criaturas, y de lo que quizá suceda en las próximas continuaciones.

Desde ese punto, puede parecer decepcionante para quien no esté metido de lleno en el universo fantástico, por lo que podría catalogarse el filme como un “servicio al fan”. Por otro lado, a pesar de carecer de conflicto fuerte, la película es entretenida por momentos gracias a las situaciones “cotidianas” que presenta: conflictos amorosos (infaltables a pesar de ya no tratar una historia adolescente), los problemas de Newt con su hermano, y las nuevas criaturas que convenientemente pueden ayudar a la trama con sus elegidas apariciones.