Anconetani

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Es notable cuando los directores se las arreglan para contar o retratar una vida, y a la vez contar otras tantas en el sub texto de la imagen. “Anconetani” en definitiva hace eso. Por un lado es el retrato de Nazareno Anconetani un hombre que, como su padre y su abuelo lo han hecho, fabrica acordeones desde hace muchos años. Siempre en el mismo lugar, en la misma casa de toda la vida en la cual la familia se instaló a principios del siglo XX, y que funciona también como taller.

Los realizadores Silvia Di Florio y Gustavo Cataldi aprovechan cada rincón del lugar para contar el paso del tiempo en esos objetos y muebles que juntan tierra, pero que a la vez son testigos de la inquebrantable tradición familiar.

Por supuesto que Nazareno es la gran atracción de la película. Su porte de viejito lindo está acompañado de una vitalidad que muchos de nosotros quisiéramos tener. En esas charlas, en donde nunca falta una anécdota jugosa, vamos armando el árbol genealógico. Por supuesto, al ser fabricantes y luthiers, la visita de músicos como el Chango Spasiuk son también de lo más interesante.

Bellamente filmada y encuadrada, “Anconetani” le saca el jugo a todo lo que la cámara registra. Decíamos que hay otras historias que se cuentan, pero en realidad se trata de entender la vida e idiosincrasia de muchas familias de inmigrantes que llegaron hace tantos años. Esos inmigrantes tanos que hacían de la dedicación y la disciplina del trabajo un culto y una filoso, y que encuentran en éste documental cierta forma de homenaje.