Amigos por siempre

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

La misma película

Tercera versión estrenada en Argentina de la historia del millonario cuadripléjico que entabla amistad con su pobre y descarriado asistente. La primera es la francesa Amigos intocables (Intouchables, 2011), la segunda la remake nacional Inseparables (2016) y ahora llega la norteamericana con Bryan Cranston y Kevin Hart.

A grandes rasgos el cuento de superación personal es el mismo: dos personas de estratos sociales opuestos, una con problemas motrices, la otra con dificultades económicas y sociales, crean una sólida amistad que les enseña a ser felices a pesar de su situación. ¿Qué agrega entonces esta versión además del idioma en inglés?

La respuesta la da el género, ya que en toda película norteamericana el relato de superación personal va de la mano del sueño americano. Superarse a sí mismo implica sortear las dificultades sociales y lograr “el éxito” en el sistema (capitalista, por supuesto). Aquí no es la excepción, el personaje carenciado económicamente adquiere la sabiduría para emprender un negocio y salir adelante financieramente y recuperar el respeto de su familia. Claro que lo hace con la ayuda de su nuevo amigo que, en esta versión, se dedica a reconocer y levantar empresas con dificultades financieras. Mientras que la otra parte, se "contagia" del modo descontracturado e impulsivo con que su ayudante transita la vida. La fábula entra en fusión con las reglas del género en Hollywood.

Fuera de esta particularidad, todas las versiones incluso la francesa –la original- son conservadoras. El género lo es y nunca intenta problematizar la desigualdad social que representan los personajes, fundamentando sus carencias emocionales en las malas decisiones tomadas por cada uno de ellos en el pasado. Se trata de encontrar la vitalidad e inteligencia para salir adelante desde la propia condición, sin cuestionar los motivos sociales por los cuales se llegó ella.

La última pregunta que surge es si Amigos por siempre (The Upside, 2018) es más graciosa y emotiva que las otras películas. La respuesta es imaginable: Nunca como la primera pero tiene sus momentos, apoyándose en las buenas interpretaciones de los actores y con algunos chistes efectivos que hacen que, más allá de conocer previamente la historia, el film fluya y brinde una agradable sensación por más que los caminos elegidos sean previsibles.