Amapola

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Pestañas postizas de la historia argentina.

La historia argentina es una narración sobre hombres y mujeres que intentaron construir una nación a partir de la imposición de unos ideales emancipatorios europeos a los pobladores de un virreinato a la deriva debido a las guerras napoleónicas. El mito de la independencia es el leitmotiv de una historia que se rompe con los golpes de estado, generándose así una dialéctica negativa que deja al descubierto todas las contradicciones de la edificación del ser nacional.

En esta construcción, la aristocracia que miraba hacia Europa fue la que estuvo a cargo del proyecto y sucumbió ahogada en la sangre que ella misma había contribuido a derramar. Amapola, la ópera prima de Eugenio Zanetti, un conocido vestuarista argentino de Hollywood, relata el devenir de una familia aristocrática argentina de artistas de ópera, cine y teatro, dueños de un hotel de lujo en el Tigre.

La película comienza con un mensaje radial anunciando la muerte de Eva Duarte de Perón para contextualizar la vida de Amapola, una inocente niña con vocación de artista que vive en el hotel y le regala su fonógrafo al río para que le devuelva un amor, como cuentan las leyendas populares.

Durante el golpe de Juan Carlos Onganía, el hotel vive días apacibles, pero la realidad amenaza con agitar las aguas del fastuoso establecimiento. Con saltos temporales sin sentido y una pretensión absurda de trazar un recorrido por la historia argentina a partir de varios sucesos que marcaron la identidad del país, Amapola intenta recrear el apogeo y la caída de la aristocracia argentina. El esplendor de la época dorada sucumbe ante la corrupción, el pillaje, la desunión, la desidia y el desamor.

El guión de Zanetti falla en su propuesta estética de reconstrucción histórica y de creación ficcional de un mundo señorial que queda a mitad de camino entre una historia anodina sobre el amor verdadero y la representación de la idiosincrasia popular a partir de pequeñas dosis de humor. A pesar de los pocos momentos logrados y de las buenas actuaciones de algunos actores secundarios, el primer largometraje de Zanetti carece de profundidad y nunca indaga en las ideas que pone en juego, cayendo de esta manera en el aburrimiento y la intrascendencia.

Sin encontrar el rumbo en ningún momento, el guión se convierte en una parodia no buscada de su pretensión de ofrecer una cálida y amena historia de amor en medio de un contexto histórico convulsionado con el trasfondo del hermoso Museo de Arte de Tigre.