Amapola

Crítica de María Gabriela Losino - Cine y más...

La ópera prima del artista cordobés Eugenio Zanetti, prestigioso pintor, escenógrafo, dramaturgo, y ahora director de cine (ganador de un premio Oscar por el diseño de producción del film “Restauración”, en 1995, y nominado una segunda vez por “Más Allá de los Sueños”, en 1998) nos invita a adentrarnos en un cuento de hadas ambientado en una Buenos Aires que va transitando distintos acontecimientos históricos como la muerte de Eva Perón en 1952, el Golpe de Estado de 1966 y la guerra de Malvinas de 1982.

La trama, que reinventa la clásica obra “Sueño de una noche de Verano”, gira en torno a una bella joven llamada Amapola (interpretada por Camilla Belle, conocida por su trabajo en los filmes “La Balada de Jack y Rose”, “Cuando un Extraño Llama” y “10,000 A.C.”), hija de cantantes de ópera retirados (papeles a cargo de Leonor Benedetto y Lito Cruz), quienes regentean el Gran Hotel Amapola a orillas del Río Paraná (en una Isla del Tigre), donde todos los años llegan turistas extranjeros para poder descansar y disfrutar del arte, especialmente de la versión libre que la familia Guerrero y empleados realizan de la mencionada tragedia de William Shakespeare, en versión musical.

Ama, cuyo nombre proviene del hotel -como ella misma explica en la introducción cuando era tan sólo una niña-, comparte con su abuela Meme (Geraldine Chaplin) el don de ver el futuro como así también la creencia de mágicas historias que solía contarle de pequeña; una de ellas señalaba que si alguien le ofrenda al río algo que aprecia mucho, éste -en algún momento- le da algo a cambio.

La niña, que se desprende de la cosa que más quiere en el mundo – su fonógrafo-, lo hace con la esperanza de encontrar algo que le de tanta felicidad como eso que cedió. En este caso es el verdadero amor. Con casi 25 años, conoce a un muchacho norteamericano llamado Luke (encarnado por el canadiense François Arnaud, visto en la serie “Los Borgia”), quien arriba al establecimiento junto a su novia Sissy (Esmeralda Mitre), tras desertar de la Guerra de Vietnam para dedicarse a viajar por el mundo y a la fotografía.

En medio del flechazo, Ama interactúa con todos los habitantes del lugar, su familia, los empleados que la vieron crecer y los huéspedes, mientras se preparan para una nueva representación de “Sueño…”, la cual termina en un caos debido a un posible bombardeo de la fuerza aérea argentina.

Es en ese punto que la protagonista es mágicamente transportada al futuro pudiendo ver la decadencia de ella y de su familia. Momento en que las esperanzas de amar se ven frustradas por sus propios errores, y por la interferencia de otros. Cuando vuelve a su presente, ella pone todo de sí para modificar sus actos, mantener la unión de su familia, salvar su felicidad y evitar que los demás cometan esos errores que hicieron que el futuro sea tan trágico y, por supuesto, encontrar su verdadero amor, aquel que traspasa la barrera del tiempo.

Enmarcada en el realismo mágico, con “Amapola” Zanetti nos habla de la niñez, la adolescencia y del pasado perdido, pero también de hechos muy significativos que lo han marcado a lo largo de su vida. Si bien al comienzo cuesta digerirla, rápidamente esta historia tan metafórica, que por momentos parece descolgada, va fluyendo, así como también las interpretaciones de algunos integrantes del elenco que también está compuesto, entre otros, por Nicolás Pauls, Luciano Cáceres, Nicolás Scarpino, Liz Solari, Elena Roger y Juan Acosta. Estos últimos dos, de los más naturales junto con Arnaud y Belle (aunque le haya costado, una merecida felicitación de la actriz estadounidense de origen brasileño por su esfuerzo de hablar el castellano argentinizado).

En cuanto a lo técnico, hay algunos errores que no deberían haberse cometido, pero no por eso podemos destrozar a esta cinta, que es una auténtica obra de arte, por no haber contado con el presupuesto holgado que se merece el cine argentino. Eso sí, si lo miramos desde el punto de vista visual y estético (fotografía, puesta en escena), es excelente, logrando de manera muy artesanal y con colores cálidos. El encargado de la tarea fue el reconocido director de fotografía suizo Ueli Steiger (“Godzilla”, “El Día Después de Mañana”, “10.000 A.C”).